One-shot. Meowlloween.


  By Gise

 

Era 31 de octubre por la mañana y en un pequeño departamento de los suburbios de Tokio, un espíritu iracundo se paseaba rápidamente por las habitaciones del mismo

- ¡¿Maldición donde esta?! – abría puertas y desordenaba cajones, vaciando por completo su contenido

- ¿Dónde lo puse? – se  preguntaba el joven castaño, cuyos niveles de ansiedad se dispararon por los cielos al notar que el manuscrito en el cual trabajo toda la noche, había desaparecido


- Takano-san me va a matar – dijo – o peor aun, va a echarme en cara lo mal que hago mi trabajo – y un pesado suspiro salió de su cuerpo.

Se puso de pie y mirando el desastre que había hecho, decidió que seria mejor ordenarlo a su regreso, caminó hacia la entrada, tomó su bolso y abrigo del perchero y salió por la puerta.

Camino al departamento de su jefe, justo al lado del suyo y presionó el timbre, pero no hubo respuesta.

- ¿Ya se ha ido? – y es que para Onodera Ritsu ya era un hábito salir al trabajo acompañado de su jefe todos los días.

- Tal vez tuvo una emergencia – pensó, pues le resultaba extraño no haber recibido algún mensaje del editor explicando el motivo por el cual se habría marchado mas temprano, decidió no darle importancia ya que tenia una situación mas complicada con la cual lidiar y se encaminó al ascensor.

Mientras descendía, por su cabeza pasaban mil maneras de cómo informarle al editor en jefe que el más reciente trabajo de Mutou sensei extrañamente se había esfumado de sus manos.

- Será mejor acabar con esto lo mas pronto posible – tomó su teléfono y marcó.

- Si me va a regañar, prefiero que sea a distancia – pero lo que Onodera trataba de evitar era dar un espectáculo en la sala de edición, ya que aunque para todos era divertido ver las pequeñas y acaloradas disputas en las que ambos, jefe y subordinado se enfrascaban, Onodera lo consideraba poco profesional y de mal gusto.   

El teléfono sonó un par de veces y finalmente fue contestado

- ¿Si? – dijo la fría voz del otro lado de la línea

- Eh, bu… bu… buenos días Takano-san – respondió el castaño con voz temblorosa.

- ¿Qué sucede Onodera? – preguntó rápidamente.

- ¿Porque asumes que algo pasa? – replicó el chico elevando el tono, pero sin poder ocultar su nerviosismo.

- ¡Porque tú nunca me hablas por teléfono a menos que sea algo muy importante! – contestó molesto el editor, aunque para el castaño parecía mas un reproche - ¿Entonces? – esperaba la respuesta

- Ah… etto… Takano-san… no se donde quedó el manuscrito de Mutuo sensei – por fin confesó avergonzado.

- ¿Acaso eres tonto? – respuesta que tomó por sorpresa al chico.

- ¿Eh? – fue lo único que atinó a decir.

- ¿No leíste el mensaje que deje junto a tu cama? – Onodera hizo memoria de esa mañana y la ira volvió a invadirlo nuevamente.

- ¡Por supuesto que no! – dijo, mientras sentía un calorcito subir por todo su cuerpo.

- Bueno, básicamente después de que te desmayaste por el cansancio, te lleve a tu habitación y después de arroparte y darte el besito de las buenas noches, recibí una llamada de Yokozawa informándome sobre el cambio de hora en la reunión de hoy y como el manuscrito ya estaba listo decidí traerlo conmigo – explicó con calma el editor.
- Todo estaba escrito en ese mensaje – y con un toque de sarcasmo continuó – tal vez si te hubieras dignado a leerlo habrías evitado todo este drama –  

- Pues para la próxima no escribas información tan importante en un papel que tenga por título “Buenos días cariño” – refunfuño el castaño.

- Vamos Masamune, la reunión ya va a comenzar – se escucho una voz al fondo Lo siento tengo que colgar – y el editor terminó la llamada.

- Ah… - Onodera volvió a soltar un suspiro – por lo menos no esta perdido – y retomó su camino al trabajo.

Mientras avanzaba por las calles, comenzó a notar los terroríficos adornos en las ventanas y aparadores de las tiendas y demás negocios a su paso.

- ¡Ay no puede ser! – dijo en un grito.

– ¡Estuve tan ocupado que lo olvide por completo! – por fin lo había recordado, efectivamente era Halloween, y aunque dicha festividad no era propia del país, ésta les generaba grandes ganancias a los comercios locales, que se aprovechaban del enorme interés que los jóvenes mostraban por ella, entre ellos Isaka Ryuichiro, Director General de Marukawa Shoten, quien encontraba bastante divertido obligar “amablemente” a sus empleados a disfrazarse para la ocasión.

- No seré capaz de soportarlo nuevamente… - el estómago de Onodera se revolvió un poco al recordar los hechos:

>>hacia un año precisamente en esa fecha, al llegar a la editorial, apenas había cruzado sus puertas cuando un par de chicas lo llevaron directamente a los baños, rápidamente fue despojado de su ropa y a cambio le fue puesto un trajecito de “Maid Francesa”, tan ajustado que la línea de su cintura quedaba delicadamente definida y tan corto que apenas cubría el largo de sus delgadas piernas, éstas fueron enfundadas con unas lindas medias blancas con listones en los bordes que llegaban hasta sus muslos.
Cuando el ojiverde se vio al espejo quedó horrorizado, mientras las chicas aplaudían y se felicitaban por el resultado final.
- ¡Te ves hermoso Onodera-kun! – dijo una de ellas.

- Solo te falta un detalle… – comentó la otra mientras metía sus manos a la caja de la cual había sacado el disfraz - ¡Listo! dijo al colocarle una cofia que hacia juego con el traje – Ahora si estás completo – finalizó.

El chico no parecía salir del estupor provocado por la imagen del espejo, por lo que una de las chicas lo tocó en el hombro.

- ¿Onodera-kun… estás bien? – preguntó mientras se acercaba poco a poco al castaño.

- ¡¿Quién demonios ordenó esto?! – vociferó el chico mientras su rostro se coloreaba de un rojo intenso.

- ¡Isaka-san! – dijeron las chicas a coro y salieron disparadas del baño en un segundo<<.

- Urgh… por Dios… y luego eso… - se estremeció por completo al recordar el brutal acoso que sufrió a manos del editor en jefe, que aprovechaba cualquier distracción del castaño para deslizar sus manos por entre el disfraz y tantear las porciones de piel que estaban al descubierto.

- Sería mejor regresar a casa – lo meditó por unos segundos.

- Oh cierto… hoy es la fecha límite – ya que era su responsabilidad recoger el trabajo del resto de los editores, desechó la idea y siguió su camino.

Subió al tren, busco un lugar vacío y se sentó, estaba tan sumergido en sus negativos recuerdos, que no notó el par de ojos que lo observaban con gran interés desde el otro lado del vagón.

Finalmente, después de cinco estaciones, el sonido local anunció el nombre de la suya, eso trajo al castaño de vuelta a la realidad, tomó su bolso y salio rápidamente en busca de la salida.

Unos pasos adelante se encontraban tres chicos, de secundaria aparentemente, molestando a una mujer y mientras uno de ellos jalaba su bolso, los otros dos se deshacían en carcajadas.

- ¡Oigan ustedes! – gritó Onodera mientras se apresuraba a su encuentro.

- ¡Déjenla en paz! – justo antes de llegar notó que los tres chicos miraban a la mujer con grandes ojos llenos de miedo. El chico que tiraba de su bolso lo soltó rápidamente y los tres se fueron corriendo.

- ¡Bruja!, ¡bruja! – gritaban, mientras salían de la estación.

- ¿Se encuentra bien? – preguntó Onodera, mientras se agachaba a recoger unos objetos que cayeron del bolso de la mujer con el forcejeo.

Se puso de pie y por fin pudo verla de cerca; vestía completamente de negro, su cabello era blanco platinado, tenía una nariz larga y puntiaguda y sus ojos eran de un extraño color violeta muy brillante.

- Pues si parece una bruja – pensó Onodera.

- Estas en lo correcto – afirmó la mujer, esbozando una maliciosa sonrisa.

- ¿Eh? - la respuesta sorprendió al ojiverde.

- ¿Preguntaste si estaba bien no? – dijo, mientras observaba atentamente al chico que le devolvía sus pertenencias.

- Ah… ha, ha, ha, si… - Onodera rió nerviosamente, pues por un segundo creyó que la mujer había “escuchado sus pensamientos”.

- Los chicos se comportan de manera tan extraña este día – siguió hablando la mujer – ¡debe ser la magia del Halloween!  

- O simplemente son idiotas – murmuró el castaño.

- ¿Acaso no crees en la magia que deambula por las calles éste día? – preguntó la mujer con evidente curiosidad.

- ¿Cómo historias de monstruos místicos y apariciones? – replicó Onodera en tono de burla.

- ¡Esas son boberías!, hablo de magia verdadera, de esa que con solo una palabra puedes dominar por completo la voluntad ajena – la extraña mujer volvió a mostrar su maliciosa sonrisa.

- ¿Quieres probar? – y sujetó las manos del chico con fuerza.

- Ah… no gracias, la única magia que necesito el día de hoy es que los demás editores ya hayan terminado su trabajo – y apartó sus manos de las de la mujer – creo que ya debo irme – Onodera retrocedió unos pasos e hizo una reverencia – con permiso.

Apenas avanzó un par de metros, cuando la mujer a sus espaldas lo detuvo.

- ¡Espera! – lo sujetó del brazo – esto es para ti – dijo colocando algo en su mano derecha y cerrándosela rápidamente en un puño – que tu Halloween se llene de magia – guiñó su ojo, dio media vuelta y desapareció entre la multitud.

Onodera abrió su mano para ver lo que la mujer le había entregado.

- ¡¿Un caramelo?! – exclamó en voz alta, y luego de observarlo por unos segundos lo arrojó a la basura.

- ¡Si claro!, como si fuera a poner en mi boca algo que me dio una extraña del tren – dijo molesto – tal vez acabaría igual de loco que ella – y el castaño siguió su camino a la salida.

Pero a lo lejos, unos ojos seguían de cerca su rastro…

- Vaya que eres difícil de persuadir Onodera Ritsu – dijo en voz baja la mujer – habría sido genial pasar toda la tarde divirtiéndome contigo, pero bueno, ya serás problema de otro… - extendió su mano derecha y apuntando su dedo índice a espaldas del chico recitó -  

“Que un dulce bocado

Se convierta en tú perdición

Cegando tus verdes ojos a la razón…

Esto no es un juego y deberás entender

Que solo un recuerdo más dulce te hará volver”
    
Súbitamente, un escalofrío sacudió por completo el cuerpo de Onodera e instintivamente volvió su mirada atrás topándose con los brillantes ojos de la mujer, ésta simplemente le sonrió y agitó su mano a modo de despedida, confundiendo nuevamente al castaño, que automáticamente le devolvió el saludo y luego se marchó de prisa.

Caminó en total silencio el resto de su recorrido hacía Marukawa, sin dejar de pensar en su encuentro con tan extraña mujer.

- ¿Qué clase de gente rara sale a la calle este día? – se detuvo justo en la entrada de la editorial y a su mente volvió aquello que le había preocupado desde un principio.

- Es cierto, olvidé que esa “gente rara” también trabaja aquí – dijo en voz baja, pensando en si Isaka-san lo obligaría nuevamente a usar algún ridículo disfraz.

Entró discretamente, pegándose a las paredes y observando por una de las esquinas hacia aquel pasillo por el que fuera empujado el año anterior. Se dirigió rápidamente al ascensor y presionó el botón al cuarto piso, una vez dentro y con las puertas cerradas por fin se sintió totalmente seguro.

- Bueno, parece que este año no habrá sorpresas – dijo soltando un gran suspiro de alivio.

El ascensor se detuvo en el piso elegido y el castaño caminó por el largo pasillo hasta su área de trabajo.

- ¡Buenos días Ricchan! – Kisa mostraba una enorme sonrisa, mientras giraba sin parar sobre su silla.

- Buenos… días… Kisa-san – respondió Onodera al efusivo saludo de su compañero, pero algo no parecía estar bien.

- ¿Qué sucede Onodera-kun? – preguntó Mino-san al notar la confusión en la cara del chico.

- Etto…  hoy se vence el plazo para la entrega de manuscritos y por estas fechas todos suelen estar más…  hmm… -

- ¿Muertos en vida? – dijo Tori al entrar en la sala de edición.

- Ah… ha, ha, ha pues si - respondió nervioso el castaño mientras tomaba asiento.

- No te preocupes Ricchan, Isaka-san cambió la fecha de entrega, al parecer las imprentas tuvieron algunos problemas y nos dieron una extensión de dos semanas, por lo que tienes el tiempo suficiente para terminar el trabajo de este mes – explicaba Kisa mientras palmeaba al menor en la espalda.

-¿Dando consejos Kisa?, cuando tú ni siquiera has hecho la revisión del storyboard – el sarcasmo era evidente en el comentario lanzado por Tori.

- ¡Mira quien lo dice!, el editor tirano que a pesar de que hace trabajar a “latigazos” a su mangaka, NUNCA es capaz de entregar a tiempo – contraatacó Kisa.

Ambos editores echaban chispas mientras cruzaban miradas, pero entonces, una amable voz se hizo escuchar.

- ¿Quieren tranquilizarse?, su falta de responsabilidad solo le causa mas problemas a Onodera-kun – era Mino-san, tratando de calmar los ánimos de sus compañeros.

- Etto… ¿eso quiere decir que Mino-san tiene listo el manuscrito? – preguntó emocionado el castaño.

- ¡Por supuesto! – afirmó con una gran sonrisa en su rostro – además, Yamato invitó a algunos de sus compañeros a ver una maratón de películas de terror en casa esta noche, así que necesitaba estar disponible para supervisar la actividad – terminó de hablar sin que su sonrisa desapareciera.

- Entonces no lo hizo por ayudarme, sino porque necesitaba estar libre de compromisos – pensó Onodera.

- Muchas gracias Mino-san – el ojiverde le sonrió de vuelta restándole importancia al hecho, ya que sabía que su compañero solo buscaba pasar mas tiempo con su hijo.

- ¡Buenos días! ¡Buenos días! – Isaka-san iba entrando en la sala de edición acompañado de su secretario y de muy buen humor aparentemente.

- Buenos días Isaka-san – hablaron todos al mismo tiempo.

- Veo que ya recibieron las buenas nuevas ¿eh? – decía mientras le daba unos golpecitos a Onodera en el hombro.

- Hubiera sido mejor recibirlas ayer, antes de desvelarme toda la noche tratando de acabar mi trabajo – murmuró el menor, visiblemente molesto.

- ¡Ha, ha, ha! Tranquilo Onodera-kun, para que veas que sus esfuerzos no pasan desapercibidos les tengo un obsequio – agitó su mano y Asahina se acercó con una par de bolsas.

Metió su mano en una y sacó unas pequeñas cajas transparentes que permitían apreciar su contenido y las entregó una a una a cada editor.

- ¡¿Arañas?! – dijo Kisa al ver de cerca la pequeña caja, que mostraba una viuda negra hecha completamente en chocolate oscuro, haciendo que resaltara su distintiva marca roja en el abdomen.

- “Le Diable Rouge”, disfrútenlas y cuidado con el “veneno” – dijo Isaka- san y se enfiló a la salida.

- Ah… ¿Ryuichiro-sama? – Asahina levantó la segunda bolsa que sostenía, haciendo que Isaka-san se devolviera.

- Oh cierto… - metió su mano a la segunda bolsa y sacó una diadema con orejas de gato, que rápidamente colocó sobre la cabeza del castaño.

- ¡Feliz Halloween Nanahikari*! – levantó su barbilla para verle el rostro.
– Te ves encantador Onodera neko-kun – dijo mientras una enorme y burlona sonrisa se formaba en sus labios – ahora si me disculpan tengo mas entregas que hacer – y finalmente dejó la sala edición.

La tensión entre los presentes era evidente y estaba dividida entre los que querían echarse a reír y el joven castaño cuyo rostro parecía un tomate.

- ¡¿Es que acaso le causa algún tipo de placer el avergonzarme de esta manera?! – vociferó Onodera, mientras sacaba al arácnido de chocolate de su empaque y lo colocaba en su boca

- Tranquilízate Onodera-kun, por lo menos esta vez no es un disfraz de chica – Mino-san trataba de calmar el arranque de furia del chico, pero entonces de manera repentina, éste se quedó completamente callado.
                                                                  
- ¿Ricchan, estás bien? – preguntó Kisa a su compañero.

- Mira, no está tan mal, eres un lindo gatito – tomó un espejo y lo puso frente al castaño, quien al ver su reflejo, tuvo una reacción que tomó a todos por sorpresa…

Después de la junta, dentro del ascensor, Takano y Yokozawa charlaban animadamente sobre el aumento en las ventas y las solicitudes para un nuevo tiraje de las últimas ediciones. Alcanzaron el piso deseado y al mientras caminaban por el largo pasillo que llevaba hasta el departamento de edición, la escandalosa risa de Kisa llegó a sus oídos.

- ¡Ha, ha, ha, Ricchan hazlo otra vez! – Kisa tenía a Onodera sentado sobre su escritorio.

- ¡¿Qué demonios esta pasando aquí?! – la fuerte voz del editor en jefe sobresalto a todos los presentes, incluyendo a Onodera, que “de un salto” se escondió bajo el escritorio.

- Awww… Takano-san lo asustaste – dijo Kisa haciendo un puchero.

- ¿Yo, asustarlo? ¿Por qué? – preguntó el editor.

- Como si no lo supieras Masamune, el chico se la vive asustado todo el tiempo y la mayoría de las veces es por tu culpa – Yokozawa se agachó bajo el escritorio – vamos chico sal de ahí – extendió su mano pero entonces…

- ¡Hisss! – Onodera le soltó un manazo y se agazapó bajo el escritorio.

- ¡¿Qué demonios…?! – y el pobre hombre cayó de espaldas.

- Ha, ha, ha, Yokozawa-san no le agradas a Ricchan – Kisa comenzó a reír nuevamente.

Mientras Yokozawa se ponía de pie, Takano se inclinó y dio un jalón a Onodera por el suéter.

- ¡Sal de ahí Onodera! – pero el castaño se removió de tal manera que logró soltarse y volvió a esconderse.

El editor se quitó sus anteojos y soltó un pesado suspiro.

- Alguien explíqueme que demonios le sucede – y observó al resto de los editores esperando una respuesta.

- Creemos que esta ebrio – dijo Tori sin reparos.

- ¡¿Ebrio?! – repitió incrédulo el editor.

- ¿Así vino a trabajar? – acusó Yokozawa.

- ¡No, no, no, fue por culpa del regalo de Isaka-san! – intervino Kisa tratando de defender a su compañero.

- ¿El chocolate? – preguntó extrañado Yokozawa.

- Según la etiqueta, esta hecho con Absenta* – Tori extendió su mano para mostrarle a su jefe dicha etiqueta.

- Eso explica el comportamiento agresivo – pensó Takano, recordando aquella borrachera que tuviera lugar en su casa.

- Aunque eso no es todo… – continuó hablando Tori – lo mas extraño fue su comportamiento después de comerlo –
- ¿Que sucedió? – el último comentario había despertado la curiosidad del editor.

- Bueno, primero no se movía y luego… - Mino-san trataba de explicar, pero tampoco parecía entender lo que había sucedido.

- ¡¿Luego que?! – el editor perdió la poca paciencia que le quedaba.

- Empezó a actuar como un gato – dijo finalmente Mino-san.   

- ¡¿Gato?! – hablaron al unísono Yokozawa y Takano.

- ¿Donde hay un gato? – irrumpió una voz curiosa, era Kirishima Zen, que iba entrando a la sala de edición.

- En ningún lado, es solo Onodera, esta ebrio y se cree gato – explicó Yokozawa rápidamente al recién llegado – y ahora se niega a salir de debajo del escritorio –  

- ¡Ay por Dios!, ambos actúan como si no supieran tratar con un gatito – Kirishima se acercó al lugar donde el castaño permanecía oculto y acerco su mano.

- Ven aquí, Onodera-kun – lo llamó dulcemente y con voz suave, logrando que el ojiverde saliera de su escondite – eso es pequeño, eres muy obediente – y tomó a Onodera de la mano para ayudarlo a incorporarse.

- ¡Oh pero que orejas mas lindas! – dijo mientras acariciaba suavemente el rostro del castaño logrando sonrojarlo.
                  
- ¡Oye! – nuevamente Yokozawa y Takano hablaron al mismo tiempo, ya que, aunque la imagen que tenían frente a sus ojos era bastante linda, a ninguno de los les hizo gracia.

- Aquí tienes, no lo vuelvas a asustar – Kirishima guió la mano de Onodera a la de Takano – aun recuerdas como cuidabas de Sorata ¿no?, piensa en este chico de la misma manera – Kirishima esbozó una sonrisita en señal de triunfo.

- Bueno, problema resuelto, vamos Yokozawa recuerda que prometiste ayudar a Hiyo con su disfraz – y empujó al ojiazul a la salida.

- Nos vemos después equipo Emerald – dijo a modo de despedida.

Apenas dieron unos cuantos pasos fuera, y Yokozawa casi fusilaba al también editor con la mirada.

- Así que te gustan sus orejas ¿no? – murmuró molesto.

- No te pongas celoso Takafumi, mira Isaka-san también envió las tuyas – y le colocó una diadema con una par de orejas de oso.

- Sabes… te ves mucho mas lindo que Onodera – le dijo al oído usando un tono tan lascivo, que logro sonrojar al encargado del departamento de ventas.

- ¡Eres un idiota! – se quitó rápidamente el accesorio que le fue puesto en la cabeza y caminó al ascensor dejando atrás a un divertido Kirishima.

- ¿Entonces esta así por un chocolate? – dijo Takano, aun incrédulo con la situación.

- Eso parece, pasó de actuar normalmente a juguetear como un pequeño  gatito –  concluyó Mino-san.

- ¿Y que piensas hacer con Ricchan, Takano-san? – preguntó Kisa, mientras que con su mano trataba de llamar la atención de Onodera.

- Supongo que llevarlo a casa y esperar a que lo que sea que tenga se le pase – dijo el editor, que batallaba con Onodera, pues éste trataba de huir de su lado para ir con Kisa.

- ¡Que lástima!, ver a Ricchan así de dócil es muy divertido – Kisa continuaba jugueteando con Onodera, acción que disgustó al mayor, ya que el castaño respondía de manera positiva a los mimos que recibía.

- ¡Suficiente Kisa! – dijo elevando su voz y apartando a Onodera de su alcance.

- Awww… a Takano-san no le gusta compartir los juguetes – Kisa se cruzó de brazos mientras se sentaba en su silla.

- Déjate de tonterías ¿quieres?, el no es un juguete, yo solo quiero llevarlo a su casa – el editor en jefe parecía realmente preocupado por el chico.

- Tal vez eso sea lo mejor – dijo Mino-san.

- Si necesitas algo, llámanos – agregó Tori.

- Si claro, gracias – tomó su abrigo y bolso, así como los de Onodera y caminó rumbo al ascensor con el chico aún atado a él.

- Es tan extraño tenerte así de cerca y sin una pizca de resistencia – le decía al ojiverde, que lo observaba atentamente mientras bajaban en el ascensor – no estoy seguro de que me guste la sensación – se dijo a si mismo.

Bajaron hasta el estacionamiento donde abordaron el auto del editor, que para su suerte experimentó un viaje bastante agitado, ya que el chico no se dejó colocar el cinturón de seguridad, lo que  provocó que vagara por el interior del auto y que en dos ocasiones estuvieran cerca de estrellarse porque éste decidió saltar sobre el regazo del mayor.

Finalmente al llegar a su edificio, un molesto Takano, con un inquieto Onodera montado sobre su hombre izquierdo, salieron del ascensor que los llevaba a su departamento.

- ¡Basta Onodera… quédate quieto! – el editor forcejeaba con el chico que se removía tratando de escapar.

Con dificultad logró abrir la puerta de su departamento, y ya dentro mientras bajaba a Onodera de su hombro, éste le dio una pequeña mordida en la mano.

- ¡Auch! – soltó de golpe al chico, quien al momento de caer,  inmediatamente fue a esconderse detrás del sillón.

- ¡Ay no! – dijo Takano – ¿y ahora como te saco de ahí? – el castaño nuevamente se había asustado.

Trató de usar el método que Kirishima había aplicando en Marukawa, pero Onodera se negó a salir.

- Estúpido domador de osos… como rayos lo hizo – musitó molesto - ¿y ahora que voy a hacer? – se quedó pensando unos minutos y después fue a la cocina.

Onodera lo seguía con la mirada desde su escondite y al verlo volver se oculto nuevamente.

Takano puso un pequeño tazón con leche tibia cerca de donde el castaño se escondía y luego se sentó en el sillón.

- Supongo que tendré que hacer contigo, lo mismo que con Sorata – dijo al recordar las palabras de Kirishima y se quedó esperando a que el ojiverde se acercara por cuenta propia.

Pasaba el tiempo y no había respuesta; entonces el mayor cerró sus ojos y respiro profundamente para tratar de relajarse, creía que una atmósfera más “tranquila” lograría infundir un poco de confianza en el chico.

Al no haber movimiento, Onodera finalmente salió de su escondite y se aproximó sigilosamente al hombre que descansaba placidamente en el sillón, lo examinó por unos segundos y su atención se dirigió a la mano derecha del editor, misma que había mordido con anterioridad.

Poco a poco fue acercándose y con cuidado comenzó a lamer la pequeña herida, movimiento que no pasó desapercibido para el editor, que al sentir el roce de la lengua de Onodera, no pudo evitar soltar una risita.

Esto previno al chico, pero antes de que pudiera escapar, Takano lo tomó de su mano

- No te vayas – dijo usando un suave tono de voz, no quería asustarlo nuevamente.

Onodera se quedo quieto y a la espera de algún movimiento por parte del editor.

- ¿Que fue lo que pasó contigo? – preguntó mientras le acariciaba el rostro – es como si no fueras tú y además hay un vacío en tus ojos –

Onodera se acercó al editor y respondió a las caricias recibidas con un leve ronroneo, por lo que Takano detuvo el movimiento de sus manos.

- Lo siento, no me esperaba eso – y rió por lo bajo, ya que se dio cuenta de que el sonido hecho por el castaño era bastante lindo.

- Bueno, tal vez un poco más… – se sintió motivado a continuar, ya que Onodera con sus hermosos ojos verdes, que por ahora parecían haberse opacado un poco, se lo estaban pidiendo.

Entonces las palabras de Kirishima volvieron a su cabeza, << como si fuera Sorata >>, por lo que trató de recordar los lugares donde a aquel gato negro le gustaba ser acariciado y comenzó a tocar a Onodera de la misma forma.

Deslizaba suavemente su dedo índice por detrás de las orejas del castaño haciendo un movimiento circular, luego continuaba su recorrido por la línea de la barbilla y terminaba delineando el contorno de los rosados labios del menor, logrando que éste correspondiera a cada caricia recibida con un ronroneo.

El suave sonido era acompañado de una vibración que Takano podía sentir en todo su cuerpo, ya que Onodera había decidido sentarse sobre su regazo para disfrutar por completo de las atenciones que éste le proporcionaba.

El mayor continuaba acariciando suavemente a Onodera, pero esta vez se ocupaba de subir y bajar sus manos por toda su espalda, pero entonces, se hizo evidente para el editor que a pesar del extraño actuar de Onodera, este no podía controlar sus reacciones humanas, ya que al tenerlo tan pegado a su cuerpo, pudo sentir como el miembro del chico comenzaba a erguirse.        

- Creo que será mejor llevarte dormir, antes de que termine por aprovecharme de ti – dijo Takano divertido, mientras el castaño lo observaba un poco molesto luego de que éste detuviera repentinamente el movimiento de sus manos, pues parecía agradarle demasiado.

Trató de ponerse de pie, pero no pudo hacerlo ya que Onodera se negaba a levantarse de su regazo.

- Vamos… me lo estas haciendo mas difícil – el editor inclinó su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos, tratando de olvidar por unos segundos la reacción corporal que le había provocado al chico sentado sobre sus piernas.

Pero entonces, fue sorprendido por el castaño, que con su lengua dio un leve roce a los labios del editor y aún sentado en su regazo, comenzó a frotarse contra él.

- ¿Estas tratando de provocarme? – el editor quería contenerse, pero sus fuerzas menguaban por el enorme deseo que el menor  siempre despertaba en él.

Trató de alejarlo nuevamente, pero al hacerlo, el chico soltó un pequeño quejido y se aferró más a su cuerpo, logrando acabar con la cordura del editor.

- Tú lo pediste – dijo y se tiró encima del castaño, aprisionándolo contra el sillón mientras tomaba posesión de sus labios.

Metió con urgencia su lengua en la boca del menor, delineando el contorno de sus labios justo al entrar, recorriéndola por completo hasta encontrarse con su moradora habitual y juguetear con ella por un largo rato, logrando sacar un leve gemido que fue silenciado cuando el beso se hizo mas profundo, lo que permitió al editor percibir el sutil sabor del chocolate que el castaño había comido.

- La última vez que te robé un beso así de dulce fue cuando pasamos nuestra primera noche juntos – le susurró el editor al oído, mientras que lentamente comenzaba a despojar al ojiverde de su ropa – ese día endulce de más el té especialmente para ti – confesó el mayor y continúo con su labor.

Al quitarle la camisa, fue depositando pequeños besos por todo el pecho dejando visibles marcas detrás de ellos, luego con su lengua trazaba círculos alrededor de sus pezones y ombligo, logrando erizar por completo la piel del castaño, que solo emitía ronroneos mas largos y profundos, provocando que el miembro del editor terminara por endurecerse.

- Dios… me excitan demasiado los sonidos que salen de tu boca ¿ves? – y apoyo su miembro contra la entrada de Onodera, que se removió inquieto al sentir el toque – me hace sentir como un total pervertido –      

Takano comenzó a desvestirse, se quitó la camisa y desabrochó el pantalón, dándole suficiente espacio a la enorme erección que guardaba.  

- ¿En serio me dejaras hacerte lo que quiera? – preguntó el editor, luego de volver a tirarse encima del castaño.

Y su respuesta fue otro pequeño lengüetazo en su mejilla, de parte de un sonrojado Onodera que permanecía expectante bajo su cuerpo, entonces lo tomó entre sus brazos y lo llevó a su habitación.

Una vez dentro lo recostó en la cama, Takano se acomodó junto él y comenzó a jugar nuevamente con sus pezones, lamiéndolos, succionándolos, incluso mordiéndolos hasta que logró ponerlos rojos y erectos, para después con sus dedos masajearlos suavemente para darles alivio; después con su lengua fue descendiendo hasta la parte baja de su abdomen, dejando un húmedo rastro por donde pasaba, rozando la delicada piel y logrando estremecer al castaño, cuya respiración comenzaba a acelerarse.

- Tu cuerpo siempre ha sido más honesto que tú – dijo el editor al notar el palpitante bulto atrapado en los pantalones de Onodera, por lo que rápidamente se deshizo de ellos al igual que de la ropa interior y sin perder el tiempo introdujo por completo el pene del chico en su boca, provocando que el castaño soltara un fuerte maullido.

- ¡Nyaa! –

Takano quedó algo sorprendido por la reacción del chico, pero esto no lo detuvo, comenzó a succionarlo suavemente, luego con sus labios oprimía con firmeza sobre la base, para después subir lentamente por el tallo rozándolo con sus dientes y con la punta de su lengua repasaba una y otra vez sobre la punta del pene de Onodera.

El castaño seguía emitiendo profundos ronroneos y sus caderas se movían involuntariamente acercando más su miembro a los labios de Takano, éste gustoso lo recibía y continuaba con su labor de chupar y lamer, hasta que después de unos minutos con su boca, lo hizo acabar.

- ¡Nyaa! – otro sonoro maullido salió de labios de Onodera, mientras arqueaba su espalda al expulsar por completo su semen  en la boca del editor que también respiraba agitadamente.

El ojiverde yacía rendido en la cama, mientras su pecho subía y bajaba tratando de acompasar su respiración, pero entonces Takano lo jaló hacia su cuerpo, metió dos dedos a su boca y luego de humedecerlos por completo, fueron puestos en el interior de Onodera.
           
- Ngh – el chico se contrajo por la repentina invasión, apretando los dedos del editor que dejó salir un leve gemido.

- Igual que la primera vez… – dijo con la voz entrecortada, mientras con sus dedos lentamente abría poco a poco la entrada de Onodera.

El cuerpo del castaño comenzó a temblar nuevamente, debido a la placentera sensación que los largos dedos del editor le provocaban y logrando por segunda vez que comenzara a ronronear profundamente.

- Bueno… ahora es mi turno… –  Takano ansioso, sacó sus dedos, separó las piernas de Onodera y se arrodilló en medio de ellas, luego lo tomó por las caderas acercándolo más a él y finalmente lo penetró.

- ¡¡Nyaa!! – el sonido que salió del ojiverde casi deja sordo al editor.

- Relájate – le pedía el mayor y luego comenzó a masturbarlo para distraerlo un poco, mientras lentamente empujaba su endurecido miembro  dentro del cálido interior del castaño.

El editor contuvo su respiración por unos segundos, ya que la entrada de Onodera parecía ajustarse con cada centímetro que avanzaba, pero una vez que metió su pene por completo, dejó salir un placentero suspiro.

- ¡Haa…! espero que estés listo – relamió sus labios y luego de aferrarse con fuerza a la cintura del menor comenzó a embestirlo.
 
Takano inicio un suave vaivén de caderas sobre Onodera, sacaba de a poco su miembro y luego con fuerza volvía a meterlo, logrando sacarle unos sonoros maullidos, entonces se tiró encima de él y aumentó la velocidad de sus penetraciones.

- Vamos Onodera… haa…  deja de jugar, haa… – le dijo jadeando al castaño con la boca pegada a su oído.

- No eres un gato, ¿me escuchas? – pero el chico estaba tan perdido en el placer que no le prestaba atención, entonces Takano detuvo el movimiento de sus caderas, tomó a Onodera entre sus brazos y sentó al chico a horcajadas sobre su regazo, obligándolo a que lo observara fijamente.

- Mírame bien – y le retiró el par de orejas.

-  Y siénteme… – dijo, acercando la cadera de Onodera hacia él, mientras él empujaba con la suya, haciendo que su miembro fuera más adentro.

- Te Amo – 

Entonces suavemente depositó un beso en los temblorosos labios del castaño, que sorpresivamente correspondieron a la acción hecha por el mayor, pero cuando éste trató de separarse un poco fue detenido por unos brazos que lo sujetaron fuertemente.

- Senpai… – dijo Onodera en un susurro apenas audible, mientras un par de lágrimas salían de sus ojos.

- Ritsu… – Takano soltó un suspiro de alivio al ver aparecer de nuevo el hermoso brillo en los verdes ojos del castaño y entonces fue en busca de sus labios.

Apenas los tocó suavemente y entonces siguió con una serie de pequeños besos descendiendo por toda su garganta y luego con la punta de su lengua trazaba líneas ascendentes que terminaban nuevamente en la boca del castaño, donde se abría paso y jugueteaba un poco con la lengua ajena.

- ¡Aaah! – un suave gemido salió de boca del castaño.

- Haa… Ritsu – le dijo Takano moviendo sus caderas para continuar embistiéndolo, mientras que sus manos se deslizaban por toda su espalda hasta llegar a sus nalgas, provocándole un espasmo que lo hizo saltar sobre su regazo.

- ¡Ahh! ¡Haa…! – el chico sentía que su interior se contraía cada vez que el duro miembro del editor se rozaba contra sus paredes, luego de que éste apretaba su trasero para empujarlo contra su pene.

- Mmn… haa… ¿Puedo…? – preguntó Takano, aguantando con todas sus fuerzas la necesidad que tenía de poseer por completo al castaño, que parecía derretirse con cada toque de sus manos.

Y en respuesta, Onodera lo rodeo con brazos y piernas uniendo así más sus cuerpos.

- ¡Aaah!, Si… – le susurró al oído, impregnando sus palabras con el enorme deseo que lo envolvía.

Takano se fue encima del ojiverde y continuó con su frenético movimiento de caderas, empujando cada vez más fuerte sobre su entrada.

- ¡¡Ahh… haa… ahh…!! – el chico dejaba escapar un sinfín de gemidos, haciendo que el editor se calentara todavía más.

- ¡¡Ngh, aah… vamos Ritsu… haa… un poco más…!! – sujeto al castaño por los muslos, tratando de dar más profundidad a sus penetraciones.

- ¡Ahh… haa… senpai! – Onodera se sujetaba con fuerza a la cama, mientras este continuaba embistiéndolo con fuerza.

- ¡¡Sen… senpai… ahh… haa… te amo…!! – Onodera se abrazó al cuello de Takano, buscó sus labios y luego de besarlos, se corrió derramando su semen sobre su abdomen y después de escuchar las palabras del ojiverde, Takano dio un par más de embestidas y se corrió por completo dentro de él.

- Ritsu – lo besó nuevamente, y lo abrazo con fuerza hasta que ambos lograron acompasar sus respiraciones, para después quedarse dormidos.

A la mañana siguiente, un adolorido pero nervioso Onodera, trataba sigilosamente de escapar del asfixiante abrazo que lo mantenía prisionero.

- Cuidado… con cuidado… – trataba de zafarse de las manos del editor, que al notar lo que el castaño hacía, simplemente lo apretaba más y más.

- ¿Qué haces? – habló con voz adormilada.

- ¿Eh?, solo busco mi ropa – dijo Onodera avergonzado, ya que estaba completamente desnudo – ¿sabes dónde está? –

- Si tuviera suerte, estarían en mi cajón… – murmuró el editor, luego de levantarse de la cama.

 - ¡¿Qué?! – respondió molesto el castaño.

- Que afuera en el sillón – y se puso un pantalón que estaba en la silla junto a su cama.

- Bueno… yo me retiro… con permiso – Onodera trataba de emprender la huida, pero Takano lo sujetó por el brazo.

- ¿Porque la prisa? – y acercó al ojiverde a su cuerpo, que evitaba mirar al editor a la cara – ¿O me vas a decir que tampoco recuerdas lo de anoche? –

- Ah… ha, ha, ha, no… no sé de qué hablas Takano-san – el chico tenía la cara de un rojo intenso y no podía evitar que su voz temblara.

- Eres horrible ¿sabías eso? – una vena furiosa apareció en la frente del editor.

- ¿Y lo dice el hombre que se aprovecha de su subordinado cuando esta ebrio? – contraatacó Onodera y se soltó de agarre del mayor.

- ¡¿Haaa?! – resopló a todo pulmón el editor, siguiendo al castaño que había dejado la habitación a toda prisa.

- Como sea me voy, tengo cosas que hacer – Onodera tomó sus boxers y se los puso rápidamente, para luego tomar el resto de las prendas que yacían en el piso de la sala y se dirigió a la salida.

- ¿Onodera? – lo llamó el editor justo cuando iba a cerrar la puerta detrás de él.

- ¡¿Qué?! – contestó sin voltear.

- ¿Me amas? – y una pícara sonrisa se dibujó en su rostro

- ¡¡No, no, no. no y mil veces no!! – el castaño volvió a ponerse rojo y cerró la puerta con fuerza.

Días para que Onodera acepte su amor: quien sabe, tal vez en mí
próximo One-shot.


                                              n_n



*Nanahikari: es el apodo que Isaka-san le da a Onodera, porque ambos nacieron con “privilegios”.

*Absenta: licor hecho a base de ajenjo, reconocido por su alto nivel de alcohol (90%). Se dice que aquellos que lo toman sufren de severas alucinaciones, por eso su consumo esta prohibido en muchos lugares.


      



Comentarios

  1. NI HAAAAOOOO!!!

    Me gustó mucho, te confieso que me moría por saber como integrarías el elemento "Halloween"; y mira... jajaja una bruji. Un Onodera Neko, nada despreciable mmhmm... mmhhmmmn. Con tanto maullido, ronroneos y gruñidos; no pude evitar pensar en mis muchachos. XDDDDDDD

    Muchas gracias por compartirnos este relato de Halloween y espero leerte en Navidad.

    Saludos.

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    1. Hello (^-^)/

      Un poquito de hechicería nunca le ha hecho mal a nadie y más cuando acaba en la cama...
      Ojalá y Onodera fuera un neko igual de "animado" como lo son los suyos, Takano-san estaría muy feliz de complacerlo cada vez que entrara en celo.

      Como le dije mi idea navideña quedó en el tintero peeero siempre hay una próxima vez.

      Gracias por leerlo

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  2. Hola nena!!! Me alegro que hayas podido publicarlo.
    Me sorprende lo bien que escribes. Me sorprende por el hecho de que no te dedicas de lleno a la escritura. Pero tienes tus razones. Espero leerte pronto en otra cosa. Me encantó!! Me reí mucho con la situación de la oficina. Y me emocione con la declaración.
    Fue hermosoooooo. Sigue así bonita. Te quiero

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    1. Hola!!

      Eres muy amable, y ya sabes una que hace tantito esfuerzo para dar regresar algo de lo mucho que me dan, tú incluida.

      Además esa oficina siempre es un desmadre, así que simplemente fue dar forma a una anécdota entre muchas de las que ahí pasan XD

      Gracias por leerlo!!

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  3. Me encanto tu one shot muy bueno
    Que hermoso ritsu de gatito muy bello
    Entonces que con la bruja??? Solo era oara darle magia al asunto??

    Ame tu one shot por favor sigue publicando

    Atte : bere

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    1. Muchas Gracias Bere!!

      Onodera es hermoso de todas formas!! Ups... Eso fue Takano-san hablando XD
      Tu también creés en la magia del Halloween o acaso solo fue una alucinación causada por la absenta en el chocolate de Onodera??
      Tal vez nunca lo sabremos XD

      Nuevamente gracias por tu comentario y prometo seguir escribiendo.

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  4. Hola!!!

    Que te puedo decir qu no haya dicho ya?

    Me reí y me diverti con la historia, me gusto ver a un Onodera neko, y que rechazaba a Takano hasta que este se mostro lindo y tierno. Además la reacción de Yokozawa ante los mimos de Kirishima a Onodera también me gustaron.

    Tus pequeñas historias son tan frescas y desprecupadas que me relajan y me dejan un buen sabor de boca.

    Gracias por seguir escribiendo.

    Nos leemos en navidad, espero.

    Cuídate mucho, see you later.

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    1. Gracias Keyla Chan!!

      Si te hizo reír entonces no fue un mal trabajo.
      Takano siempre es muy bruzco con Onodera, así que le tocó portarse bien con el chico para variar y Yokozawa... Bueno creo que siempre habrá maneras de sienta celos por culpa de Onodera.

      Te salí debiendo navidad, peeero prometo algo para tu cumpleaños... Espero.

      Gracias por leerme y por publicarme.

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