En el infierno. Capítulo 23.

   Otra perra.

Julien entendía a la perfección la preocupación de Dave, sin embargo tenía la oportunidad de salir de su jaula y de poder respirar aire nuevo, en realidad no sería salir por completo, pues seguiría estando dentro del edificio.

—Acepto, solo denme un segundo —contesto emocionado y salió corriendo hacía su habitación.

Tomo una sudadera delgada y se calzo sus zapatillas deportivas, ya que casi no salía, solía usar solo unas pantuflas.

—Listo —volvió corriendo y con su respiración agitada.

Vio a los chicos que lo esperaban pacientemente de pie en la sala.

—Pues vámonos, hay que aprovechar el tiempo lo mejor posible —. Ariel lo apremio apresurarse.

—Que conste que se los advertí, después no digan que nadie les… nos advirtió —Dave estaba actuando como la conciencia del grupo, mientras que Ariel era el diablillo.

—No escuche nada —Ariel le dijo a Juli, quien solo sonrío.

Dave no pudo evitar sonreír. Los tres chicos salieron del departamento. Juli miro la puerta cerrada de su jaula, desde el elevador, y sintió algo extraño en su estomago.

—Cálmate, no va a pasar nada —Ariel tomo la mano de Juli.

Dave miro como las manos de Juli temblaban.

— ¿Eh? —ni el chico se había dado cuenta de que sus nervios fueran tan evidentes—. ¿Regresaremos antes de que él llegue?  

—Sí, lo haremos. Además nuestro guardaespaldas nos estará apurando, ya que le teme tanto al amo que no desea ser castigado.

Los dos chicos miraron a Dave y este asintió.

— ¡Julien! No lo había notado —Dave hizo su comentario con la vista fija en aquel animal que reptaba alrededor del delgado dedo de su acompañante — ¿Cuándo te lo dio? Es muy… peculiar —Dave hablaba muy emocionado sobre la alianza que lucía la perra del alfa.

— ¡Oh, esto! —Julien levanto la mano que era adornada por el anillo de emparejamiento —Ayer por la noche —el chico miro la joya atraído por aquellos ojos rojos.

—Ahora oficialmente eres la perra del alfa, y mira que hasta el anillo te distingue de nosotros —Ariel lo dice y parece feliz de que esa relación progres de manera positiva.

—Creo que sí, ahora soy la pareja de Kaled —Juli lo dijo tímidamente y un sonrojo coloreo sus mejillas.

Los dos chicos por alguna razón miraron sus propias alianzas, cada uno recordando el día en que se las dieron sus respectivas parejas.

La hembra del alfa se relajo un poco y acompañado de sus compañeros, pudo seguir adelante con su travesura.

Al llegar al departamento común, Ariel abrió y los invito a pasar. Los guio por el lugar hasta llegar a la cocina, la cual era igual de amplia que la de su departamento. Dentro un joven alto los esperaba, cargando en brazos a un bebé.

— ¡Ariel! —El joven le grito —apresúrate que Quique te extraña —lo miro con cierta envidia —. ¿Qué hiciste para ganarte a mi hijo así de rápido? Su padre le da miedo y llora cada vez que lo carga o le habla y tú en un santiamén te has vuelto su amigo —al decir lo último apretó a su retoño y lo miro como si comprendiera la razón de su reacción.

Julien miro a quien supuso era Leonardo, él cual era un joven de no más de 35 años, de tez clara y alto, tal vez 1.85, delgado y de cabello castaño corto, ojos cafés y con una cicatriz en la frente y algunas más en la cabeza, éstas eran evidentes pues el pelo no crecía en esa área. 

—Yo no he hecho nada, Quique es un amor y ha robado mi corazón—. Ariel corrió a ver al bebé —. No lo culpo de que Gerard le de miedo, a mí también me lo provoca y no soy un bebé —Ariel hizo como si un escalofrío recorriera su cuerpo.

Dave estaba cerca de Julien y le sonrió al escuchar lo que Ariel decía —A mí también me da miedo —le susurro.

—Tú no cuentas Dave, todos te dan miedo —Ariel le ofreció los brazos al bebé y su madre permitió que lo cargara —Leo, él es Juli, ¿recuerdas que te hable de él? —hizo la presentación mientras le sonreí y le hacía gestos graciosos al bebé, y éste reía plácidamente.

Dave hizo un puchero al escuchar la réplica de Ariel, Juli mostraba una gran sonrisa.

—Ah sí. Soy Leonardo, mm… hembra de Gerard —contesto y su rostro reflejo cierta antipatía — tú debes de ser la hembra del alfa, estoy a tus órdenes… —Leo no continuo pues Ariel lo interrumpió.

— “Gerard el monstruo” —Ariel hablo fuerte y con un falso gesto de horror, que aunado a su movimiento de mano, frente al rostro del bebé, lo hizo que riera.

—Ariel, por favor no digas eso —Leo lo reprendió.

— ¡Ay!, no me salgas con que lo vas a defender —Ariel subió su tono de voz —ese hombre te golpea noche a noche y tu lo defiendes.

Al escucharlo, Julien, miro mejor a Leonardo y noto un área amarillenta y verdosa en una de sus mejillas, un moretón asomaba por su cuello y otros más sobresalía de sus muñecas (parecían haber sido dejados por fuertes ataduras), el cual fue visible gracias a que Leo manoteo, haciendo que se le subieran las mangas de su suéter. Julien se imagino que el resto de su cuerpo estaría igual.

Un horrible recuerdo apareció en la mente de la hembra, tal como un cuervo llega a posarse en los árboles cercanos a una cosecha, esperando el menor descuido para atacarla, de tal manera el recuerdo tomo la forma de aquella oscura ave y acecho a Juli.

—Es mi… soy su hembra, y él puede hacerme lo que desee. Es mi culpa que me golpee, yo… no hago lo que él me pide —contesto, Leo, sumisamente.

—Tu actitud me molesta, te la pasas todo el día complaciendo cada una de sus órdenes y ese… mira como te lo agradece, dejándote marcas y moretones por todo el cuerpo. Y ni que decir de la actitud de Vincent, es un maldito traidor, no creas que no sé que esa zorra, no mueve ni un dedo por ayudarte, al contrario el muy maldito instiga en tu contra y el imbécil de Gerard le cree sus estupideces —Ariel siguió despotricado en su contra.

Las perras presentes estaban sorprendidas de la actitud de Ariel, y Julien en especial jamás lo había escuchado hablar así.

—Ariel, no todos en la manada son como Raúl, Giovanni o el amo, deberías de saberlo —Leo contesto con voz áspera y se dio media vuelta.

Todos se quedaron callados y solo observaron como Leo empezaba a sacar ingredientes y demás utensilios para cocinar.

Julien sentía al cuervo mirándolo intensamente, pero no deseaba permitir que se acercara, no quería ver lo que tenía por mostrarle.

—Julien, ¿cierto? —Leo le pregunto. Juli se sobresalto al escucharlo y le costó unos cuantos segundos saber que le había preguntado.

—Juli, está bien —. Hablo inseguro al pensar que tal vez había contestado algo incorrecto.

—Bien Juli. ¿Qué tal si comenzamos a preparar todo?, de lo contrario, no terminaremos a tiempo.

—Claro —Juli se había quedado paralizado al escuchar a mamá Ariel regañar a Leo, ya que gracias a eso, aquel cuervo de lustrosas plumas negras lo acechaba.

— ¿En que los ayudo? —Dave les pregunto. Ariel se hizo a un lado y se puso a jugar con el bebé.

Durante el resto de la tarde nadie menciono el conflicto y poco a poco comenzaron a bromear y hablar de otras cosas, aligerando la atmosfera.

—Julien ¿asistirás al día rosa? —Dave le pregunto mientras se limpiaba las manos.

—Sí, Kaled me ha dicho que asistiremos. Por fin podré salir a tomar un poco de aire fresco, además es un día importante —. Julien recordó que ese día él y sus abuelos visitaban la tumba de su madre.

—Tienes razón, esa fecha es muy importante para el amo. El presidirá todos los eventos durante los días de celebración, siempre está muy ajetreado. Pero este año será especial pues estarás tú —Ariel miro a Juli que sonrío al escuchar el comentario —. Supongo que eso aligerara la carga de trabajo.

—No creo que me deje hacer nada, por lo tanto no podre ayudarlo en nada, solo seré una mascota para presumir —aun cuando Juli dijo esto, dentro de su corazón estaba ansioso y feliz por lo que ocurriría ese día.

—Aun si así fuera, tu simple presencia lo animara —Ariel hablo mientras agitaba una sonaja de peluche, frente el bebé.

Después de eso cambiaron el tema, permitiendo que Juli siguiera pensando en las múltiples cosas que podrían ocurrir ese día. Aun que todo eran meras suposiciones pues no tenía ni idea del tipo de evento que sería.

En la ciudad se considera un día de luto mundial. La fecha asignada por la ONU había sido el 26 de octubre y se le llamaba rosa, por las flores, con las cuales los sobrevivientes decoraban las tumbas de sus seres queridos, los que tuvieran la oportunidad de que su familiar tuviera una, pues en varios países y ciudades se ocuparon tumbas comunitarias. Ese día fue cuando OMS declaro pandemia mundial por el virus asesino. Cada año se hacían ceremonias solemnes, dirigidas por el gobierno y lideres religiosos, para recordar a las miles de personas muertas directa e indirectamente por el virus. La ciudad de los Ángeles, se vestía de rosa y blanco, pues muchas personas solían acudir a los panteones a dejar flores y llenar sus casas con estas flores.

Juli recordaba claramente como su casa se impregnaba de un dulce aroma de rosas y era iluminada por veladoras que su abuelo Mark encendía. El decía: “encendámosle una luz a las almas que aun siguen a oscuras”.    

Cuando por fin terminaron de preparar el tan deseado pie, lo metieron al horno y solo les quedo esperar a que se horneara.        

Juli miro a Leo que volvía a tener a su bebe en los brazos y jugaba con su manita, su rostro reflejaba amor y ternura. Ariel preparaba el biberón del bebé.

— ¿Querías ser madre? —Le pregunto, Juli seguía peleándose con la idea de que se les obligara a tener hijos. Aun cuando Kaled le había permitido no embarazarse no podía evitar pensar en todas esas hembras que habían sido obligadas a tener un hijo que no deseaban.

Leo miro a Julien sin decir palabra alguna y su rostro se torno serio.

—No —contesto lacónicamente.

Leo miro de nuevo a su bebé y este pareció sonreírle.

—En verdad amo a mi bebé. Es solo que no pensaba tenerlo, por lo menos no hace un año —sus ojos no se separaron del pequeño al cual miraba embelesado.

Dave se sentó junto con los demás, alrededor de la mesa, Ariel le dio a Leo el biberón, para que Quique comiera.

— ¿Eres de aquí? —Juli pregunto con curiosidad por saber más de aquella joven madre —si no deseas contestarme, lo entenderé.

—No hay problema, no creo que contarlo, me lastime más, de cuando sucedió —. Su mirada se fijo en la de Juli —yo nací en la ciudad, mis padres no eran precisamente una pareja amorosa, al contrario mi padre golpeaba y violaba a mi madre cada que el alcohol inundaba sus venas, lo cual era muy seguido, el resto del tiempo era un padre y esposo amoroso.

Lo que Leo le estaba contando le parecía tan familiar. Y allí estaba de nuevo el cuervo, vigilando a Juli, sus ojos negros, le recordaron aquella noche oscura, cuando su padre lo ataco. Ese horrible animal solo esperaba los descuidos de la perra para atacarlo y así atormentarlo.

»En una de esas noches de violencia, golpeo a mi madre de tal manera que la dejo inconsciente y cuando intente ayudarla me golpeo. Perdí el conocimiento y cuando desperté estaba en un hospital, al parecer unos vecinos habían llamado a la policía y nos habían rescatado. A mi padre lo detuvieron, cuando mi madre pudo declarar, dijo que mi padre era inocente; en cambio yo, si lo acuse y por ello fue condenado a cuatro años de cárcel. Mi madre me odio por lo que hice y desde que salimos del hospital me trato como si fuera un extraño.

»Con el paso del tiempo conocí a un chico muy guapo, Adrian, que se intereso en mi, comenzamos a salir y sin darme cuenta me vi involucrado en una relación igual a la de mi madre. Solo habían pasado año y medio de nuestra relación y ya tenía cinco visitas al hospital por diferentes golpes. Una noche en que Adrian llego drogado, me golpeo y violo hasta que se canso, ese día me entere que mi madre había sido hospitalizada por una golpiza que mi padre le había dado, tan solo llevaba un mes fuera de la cárcel y ya estaba haciendo de las suyas… de nuevo. Tal vez eso fue lo que me hizo reaccionar, que decidí escapar.

»Adrian despertó mientras yo salía de la habitación con mi maleta. Me intercepto y aventó hacía el piso. Me patío una y otra vez, cuando se detuvo salió del cuarto. Me puse de pie como pude y cuando entro con un vaso de vino en la mano, comenzó a acercarse y eso me asusto, así que, le avente todo lo que estaba cerca de mí, la puntería no fue muy buena hasta el tercer intento, cogí un perfume —por cierto mi preferido— le di directo en la frente, Adrian se balanceo. Lo empuje y éste cayó, al verlo en el piso y con la sangre brotando de su cabeza, mi coraje salió. Me le fui a golpes, puñetazos directos en el rostro. La sangre siguió brotando, hasta que su cara se volvió un amasijo sanguinolento, todo lo que veía era solo una mancha roja.

»Perdí la conciencia de lo que ocurrió a mi alrededor, o de todo lo que hice. Cuando la recobré estaba sentado en la cama mirando el cuerpo inerte y sangrante de Adrian. ¿Qué había hecho? No estaba seguro, pero el cuerpo de Adrian mostraba no solo el rostro desfigurado, también había rastros de puñaladas y mi mano temblorosa sujetaba unas tijeras que goteaban sangre.

»Estaba aterrorizado, tanto así que salí corriendo del lugar. Me escondí en las calles. Vi en un periódico que salía la foto de Adrian y un enorme encabezado que decía: “Muere apuñalado por su amante”. La policía me buscaba, pensé en entregarme pero el miedo y la cobardía me lo impidieron. Mientras conseguía algo de comida escuche que un hombre de unos cuarenta y tantos le decía a otro:

“— ¿Has escuchado hablar del alfa de las serpientes?

—Sí, dicen que está intentando civilizar a los perros ¿cómo si eso fuera posible?

—Sé de buena fuente que ya no roba, que ahora compra.

— ¿En serio?

—Sí, algunos perros de otras manadas quieren unirse a él, además alfas de varias manadas están pensando en aliarse para conseguir los mismos beneficios que las serpientes.

—Quien lo iba a decir, que los perros podrían domesticarse. De perros rabiosos se volverán perros falderos.

Los dos hombres rieron a carcajada suelta.

—Si siguen progresando, tal vez me una —y volvieron a reír”

»Al escucharlo pensé que esa era mi oportunidad de alejarme de todos y de líbrame de la cárcel, ¿Qué podría perder? Fui directo al infierno y por la noche me salte la barda, al hacerlo pensé que había sido fácil y cuando fui capturado, descubrí que lo difícil no es entrar si no salir.

»Fui atrapado por Gerard y Noah, me trajeron frente al amo y después de que él dijera que no me quería, le pregunto a los otros dos y bueno supongo que sabes quien quiso quedarse conmigo. El amo me hizo confesarle porque había entrado al infierno, él no podía entender la razón, le explique todo lo que te he contado, y él pareció comprenderme. Me dijo: no podrás salir del Oasis, jamás, son las reglas. Te recomiendo que te portes bien con Gerard, de lo contrario serás tratado igual que antes y yo no podré ayudarte. Aun cuando soy el alfa, no me inmiscuyo en líos de hembras y menos con Gerard, él aun no termina por aceptar mis reglas y tenemos una relación áspera, así que entre menos conflictos causes mejor. Creo entender la razón por la que huyes de la ciudad pero aquí las reglas son diferentes y si llegas a agredir a tu marido, serás castrado y si sobrevives serás marcado de por vida, de tal manera que cualquiera que te vea sepa lo que hiciste; esas son las leyes del Pandemónium, así que por favor compórtate no me gustaría tener que lastimarte. Y no le cuentes nada de lo que me has dicho a Gerard, es mejor que él no sepa porque estás aquí, si te pregunta dile que te perdiste.

Dave, miro con compasión a Leo y por fin comprendía la razón de aguantarle tanto a Gerard, Ariel parecía conocer la historia pues mantenía la mirada puesta en la puerta del horno y no parecía inmutarse por nada de lo escuchado, Julien estaba sorprendido y asustado y pensó «Leo era un asesino, aunque fue en defensa propia, eso no cambiaba el hecho de que había asesinado y Kaled lo había protegido, además le advirtió de su comportamiento con Gerard. ¿Qué tipo de persona era Kaled?»

»Mientras estuve con Adrian, me cuide y use pastillas anticonceptivas, cuando llegue aquí Rogelio me consiguió una inyección sin embrago hace poco más de un año Gerard aquejo a éste para que hiciera algo para que concibiera y no hubo más remedio que dejar de usar anticonceptivos. Hace un año más quede embarazado, y éste se puso muy contento, y si Vincent me rechazaba previo a esto, pues imagínate como se puso al enterarse.

— ¿Por qué él no se embaraza? —Juli intervino, curioso por saber más sobre las perras de la manada.

—No puede. Él es una perra nacida en el infierno y la mayoría de ellas, no pueden embarazarse. Recuerda que los pilares somos tratados desde el nacimiento, pero como las perras de aquí no son tratadas no pueden concebir. De hecho es una de las razones por las cuales es raro que haya bebés en el Pandemónium. Las hembras que pueden gestar son pocas, y las que podían raras veces llegaba a buen término su embarazo por la falta de atención médica. Pero gracias al amo y a que permitió que Rogelio nos atendiera todo ha mejorado.

—Raúl dice que por eso se acostumbraba que los perros cuando estaban listos para tener una pareja, eran llevados a la ciudad y si veían una hembra a su gusto la raptaban, de lo contario el infierno hubiera desaparecido, de hecho muchos cachorros, fueron secuestrados desde muy jóvenes para poder adiestrarlos, de esta manera fue que el infierno creció y se mantuvo vivo por tanto tiempo. La mayoría de las manadas aun practican estos métodos —Ariel comento sin separar la vista del horno.

—Entiendo —Julien, no supo que más decir, todo le parecía tan aterrador e irreal.

La joven perra de Kaled, se sobresalto al escuchar el ruido de la puerta abriéndose, seguido de pasos en la sala.

Las perras se vieron entre si y Ariel fue la primera en salir a ver ¿qué ocurría?

Julien también quiso salir a ver pero Dave no se lo permitió —tú no estás aquí ¿lo recuerdas? —el joven lo miro y asintió.

Escucharon como Ariel intercambiaba comentarios con un hombre y después de unos minutos entro.

—Noah está buscando al amo, dice que iba a ir a ver a su departamento —las perras pusieron cara de preocupación —cálmense le dije que estaba en la frontera de la soledad y salió para allá.

Todas liberaron el aire que contenían por la sorpresa.

—Gracias —dijo Julien.

—Creo que es hora de revisar el pie —. Leo les dijo y miro a Dave, quien tomo un tenedor y se acerco al horno.

Dave clavo el tenedor y al sacarlo, se lo mostro a Leo.

—Aun le falta —contesto al ver que el tenedor estaba algo manchado.

Leo dejo el biberón sobre la mesa y tras darle unos golpecitos en la espalda a su bebé, lo recostó sobre su brazo y lo arropo, empezó a moverlo suavemente de un lado a otro y susurrándole una canción de cuna.

— ¿Aprendiste la receta? —Ariel le pregunto a Juli, quien miraba tiernamente a Leo.

—Sí, creo… tendré que hacerla para saber si entendí o no, si tengo dudas tendré que ir a ver a Leo —Juli se arrepintió de decirlo, pues obviamente Kaled no lo dejaría salir del departamento.

—No por favor —Leo le contesto interrumpiendo su arrullo —la hembra del alfa no tiene porque deambular por allí, solo pide que te vaya a ver e iré, Gerard no se podrá negar —le dedico una sonrisa al jovencito y luego continuo su canto.

—Gracias, te tomaré la palabra pues Kaled no me dejará salir —le molestaba ésa actitud sobreprotectora de su amo pero no podía hacer nada para cambiarla.

Pasados unos minutos Dave volvió a revisar el pie y ahora si el tenedor salió completamente limpio. Así que apago el horno y se puso los guantes, saco los recipientes, uno por uno y los dejo sobre la mesa para que se enfriara. Habían hecho cuatro uno para cada una de las hembras.

—Que rico huele —Dave aseguro y todos olfatearon el aire y confirmaron lo que el chico había dicho.

 

—Se me ha hecho agua a la boca —Juli lo dijo y su reciente gusto por lo dulce salió a relucir.

—Debimos preparar un café o un té, y así probaríamos nuestra obra maestra —Ariel lo dijo muy emocionado.

La efímera felicidad que embargaba a las perras fue sorprendida por la lluvia que empezó caer sobre el Oasis, poco a poco fue azotando con más severidad, viento y truenos acompañaron a la lluvia, creando una inolvidable tormenta. Las perras no tomaron esto como un mal augurio, lo cual fue un error pues debieron correr y protegerse antes de que la tormenta entrara por la puerta.

Un rayo ilumino el departamento para después ensordecer a las perras con su grito devastador, las perras se asustaron y gritaron de miedo cuando la luz del departamento se fue, dejándolos bajo la intermitente luz de los constantes relámpagos. Y como ave de mal agüero un rayo cayó, de nuevo, justo antes de que la puerta de la entrada se abriera y permitiera la intrusión de tres personas.

Las voces de las personas que entre ellas conversaban, tomaron por sorpresa a las incautas perras. Julien se puso pálido al pensar en ¿cómo saldría de allí? Dave temblaba de miedo por la oscuridad que lo aterraba y claro por el hecho de que serían descubiertos. Leo empezó a arrulla al bebé que se removía inquieto por el ruido de los relámpagos o ¿será que el pequeño percibía que su madre y aquella personita que tanto le agradaba estaban en peligro?

Ariel una vez más demostrando que era mucho más valiente que los demás presentes, se puso de pie y fue directo a la sala, Julien aprovechando la falta de luz se asomo por el marco de la puerta.

— ¿Qué está pasando? —Ariel pregunto a los hombres, que estaban mojando todo a su paso y que entraron precipitadamente a la sala —Los perros callejeros no entran aquí sin el amo o alguno de los líderes —el niño parecía saber tratar con el resto de la manada pues su voz nunca titubeo.

—Lo sé Ariel, no tienes que recordármelo —Uno de los hombres le contesto, Juli no pudo ver cómo era, aunque a la distancia parecía alguien salido de un gimnasio después de años de entrenamiento en la sala de pesas —. El amo viene detrás de nosotros, solo que nos adelantamos con él —el chico señalo un bulto sobre el sofá.

Julien comenzó a sudar frío al escuchar mencionar a su amo, y aquel olvidado cuervo que permanecía parado al acecho, grazno de felicidad, mientras extendía sus entumidas alas, aleteo efusivamente pues era su turno de actuar, removió aquellos recuerdos tan bien sepultados, aquellos que involucraban a un Kaled iracundo e incapaz de mostrar piedad.

— ¿Quién es ese? —Ariel pregunto, y por su voz Juli dedujo que no lo reconocía.

—Es la perra del amo —la certeza del hombre no permitía dudas —por eso necesito que prepares unos vendajes y agua caliente, hay que curarla —el chico pareció buscar con la mirada ayuda de alguien más.

—Joel, debes de estar equivocado, está no es la hembra del amo —Ariel lo contradijo con vehemencia.

—El mismo amo, nos lo dijo: “Joel, tú y Artemio lleven a mi perra al departamento común, pídele a quien este que la atiendan, Benji y Vincent no están, así que no importa quién te ayude. Yo iré lo antes posible.” Esas fueron sus órdenes, así que ayúdame a limpiarla, está muy mal, supongo que habrá otra hembra para que te ayude a cambiarla, yo preferiría no intervenir, ¿no sé cómo se pondría el amo si toco a su perra? —Joel se escucho asustado al pensar en eso.

El cuervo se quedo quieto al ver el repentino movimiento de Julien, quien a pasos lentos y temerosos se acerco a la sala. Y entonces al tener tan cerca aquel delgado cuerpo inmóvil sobre el sofá frente a él, el cuervo hizo un hábil despliegue de sus alas para iniciar el vuelo.

La majestuosidad del ave en pleno vuelo dejo cautivado a Julien, quien pudo ver los recuerdos de un día en que Kaled le dijo: Soy perro de una sola perra, y aquella sonrisa suya acompaño a tan bella declaración de fidelidad que Julien tontamente creyó cierta. Las hermosas plumas negras inundaron la mente de Julien con recuerdos de Kaled diciéndole que lo quería. Todas esas memorias ahora lo lastimaban pues frente a él su perra se removía lentamente, como cuando te despiertas por la mañana y estiras cada uno de tus músculos antes de ponerte de pie. Julien se sintió mareado, sus manos se tomaron del borde sofá para evitar caerse y bajo la luz de un relámpago Juli pudo ver el brillo de los ojos rojos de la serpiente en su mano que parecía burlarse.

Ariel noto la presencia de la perra y se acerco para sacarla de allí, él no debería de haber presenciado esa escena, simplemente no tendría que haber escuchado, quien era aquel advenedizo que descansaba en la sala.

La puerta se abrió una vez más y por ella entraron cuatro hombres que se vieron súbitamente iluminados por la luz blanca de un rayo. Ariel se paralizo al ver los rostros de los perros que invadían el lugar. Julien también miro aquellos seres, el sonido atronador del rayo inundo la sala, los ojos de éste se vieron atrapados por los de aquel cruel hombre, la mirada asesina de Kaled lo dejo sin habla.

Aquel maldito cuervo volvió a graznar tan fuerte que le impidió, a Julien, escuchar lo que su amo le grito y lo último que vio por esa noche fueron las hermosas alas negras de los recuerdos felices que en unos cuantos minutos se habían tornado tristes y oscuros, cómo aquel cuervo negro que acecho a Julien hasta que su mente no pudo soportarlo más.

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Una disculpa por tantos meses que los he tenido en espera de esta historia pero a veces hay que tomar un descansito para retomar fuerza e inspiración y más cuando nos encaminamos al final. Además fue la historia que ganó en la encuesta, ven si hago caso a lo que me piden XD

Les gusto? 

Quién es ese que aparecido?

Ustedes que creen, será o no su perra?

No olviden comentar, por favor eso me anima a seguir escribiendo. 

El plumifero amigo que acoso a Julien durante todo el capítulo fue inspirado por el genial poema de Edgar Allan poe, "El cuervo", uno de mis preferidos y que hace unos días releí. Sino lo han leído se los recomiendo.

Cuídense mucho, see you  :)