Game over. Capítulo 3.

¡Olvídalo todo!

La imagen de un joven de ojos azules como el mar y cabello del mismo color, lo miraban intensamente, su mano de piel blanca como la leche se extendía hacía Kuroko y éste vio como pronunciaba una palabra que no alcanzo a escuchar. En ese momento los ojos de Kuroko se abrieron inmediatamente, ¿qué había sido ese sueño? El hombre se pregunto y vio frente a él la ventana cerrada que dejaba entrar por los resquicios de las cortinas, la débil luz de la mañana.

Kuroko se movió un poco y sintió el pecho de un hombre pegado a él, y no de cualquier hombre, era el de aquel moreno que lo había subido hasta las nubes durante la noche. El brazo de Aomine descansaba plácidamente sobre la cintura de su acompañante.

Con la mayor delicadeza posible Kuroko se libero del brazo de Aomine y se paró de la cama. Camino muy despacio y en silencio por la habitación levantando sus pertenencias, entro al baño y se dio una ducha rápida mientras se reprendía por lo acontecido.

— ¡¿Cómo pude ser tan idiota?! —La ira sonrojaba las mejillas de Kuroko, mientras el flujo del agua se llevaba los rastros de lo sucedido durante la noche.

Al verse frente al espejo noto que por más que lavara su cuerpo las huellas de los labios de Aomine no se podrían borrar hasta pasado varios días. Su cuello y pecho mostraba un incontable número de marcas rojas, ¿cómo explicaría eso? Sus manos rascaron la marca que estaba cerca de su clavícula logrando que se enrojeciera más.

— Shit! —maldijo en voz baja.

Se vistió deseaba salir de ese lugar lo antes posible y si podía evitar despertar a Aomine sería mejor.

Gracias a que llevaba su bufanda las marcas más evidentes podrían ocultarse aunque Kuroko pensó que él podría verlas en cualquier descuido de su parte.

Tras dar una última checada a su aspecto y ver que parecía bastante normal, salió del baño y se dirigió a la puerta.

— ¡Oye! ¿A dónde vas? —Aomine le dijo desde la cama.

Justo lo que Kuroko había querido evitar estaba ocurriendo. Se volvió y miro directo al moreno que estaba sentado en la orilla de la cama poniéndose sus pantalones. El hombre lucía adormilado y bastante desaliñado, con su cabello despeinado, Kuroko parecía ver algunos rasgos del hombre del que se había enamorado en el pasado.

—Me voy —contesto tajante y con ganas de salir corriendo.

—No hemos hablado aún —Aomine le dijo pasando su mano lentamente por su cabello y dejando escapar un bostezo.

—Ayer lo dije, no hay nada de qué hablar —Kuroko paso saliva y continuó —todo quedo muy claro hace 15 años. Decidiste que no me amabas lo suficiente para estar a mi lado y te fuiste —el pequeño resumió lo acontecido en su adolescencia y noto que ya no le costaba, tanto decirlo, antes esta declaración iba con unas cuantas lágrimas, aunque eso no significaba que no le doliera.

—E… eso no es verdad —Aomine tartamudeo.

— ¡¿No fue cierto?! —Kuroko hablo con un dejo de sarcasmo —No es cierto que preferiste a Momoi-chan que a mí —la amargura en su voz fue acentuándose —Kuroko, respiro profundo e intento calmarse —. Sabes, eso ya no importa.

Aomine pareció acongojarse al escuchar el reclamo de Kuroko.

—Tetsu, eso fue hace…

—Aomine esto fue un error —Kuroko señalo la cama y se llevo la mano a la cabeza —todo fue un error, nunca debimos habernos visto de nuevo —.

—Tetsu, no comprendes que…

—Olvida que nos vimos, olvida que nos acostamos —el pequeño siguió hablando —olvida todo, incluso olvídame a mí —.

— ¡No! —Aomine grito desesperado — ¿Cómo podría olvidar está noche? Si he sido tan feliz por verte de nuevo —Aomine se puso de pie y dio un paso, acercándose lentamente al pequeño —Te he buscado durante tanto tiempo.

—Daiki, regresa con tu esposa y olvida está noche —Kuroko estaba decidido a terminar con esto.

 La cara de Aomine se sorprendió al escuchar lo que Kuroko había dicho y su semblante se descompuso por completo mostrando que el pequeño había acertado.

— ¿Cómo lo supiste? —le pregunto aun con el rostro desencajado.

—No eres el primer hombre que va a un bar gay a ligar y que se quita el anillo de matrimonio antes de entrar —Kuroko miro la mano de Aomine y vio la línea de piel más clara, que deja el uso constante de un anillo que ha sido retirado —. He pasado la noche con hombres así, aunque claro ellos no me dicen extrañar. Con ellos el trato es por una noche y después adiós —el pequeño miro la cara de su acompañante que no podía creer lo que estaba escuchando.

—No es cierto, tu no pudiste acostarte con alguien… —Aomine no pudo terminar la frase, para él era inconcebible que su pequeño e inocente Tetsu, tuviera amoríos de ese tipo, eso no era propio de él.

— ¿Creíste que me quedaría esperando por ti? —el pequeño lo dijo con voz incrédula —. No seas ridículo Aomine, no tendría por qué esperar por alguien que no me ama —lo dijo con tono dolido — Soy un hombre igual que tú y tengo necesidades.

—Me estás mintiendo —Aomine seguía sin creer lo que escuchaba.

—Déjate de tonterías —le dijo al hombre necio frente a él —, no me busques, olvídate de que existo —. Y regresa con Momoi-chan.

De alguna manera Kuroko estaba casi seguro de que Aomine seguía con Momoi-chan.

—No entiendes, yo te a…

—Olvídame —Kuroko lo interrumpió.

Giro el pomo de la puerta y salió corriendo, sin darle tiempo a éste a detenerlo. Aomine no tiene derecho a decir eso en tales circunstancias, pensó Kuroko.

—No tienes derecho a romper mi tranquilidad y mucho menos a abrir las cicatrices de las heridas que hiciste hace tanto tiempo.

Kuroko lo dijo en un murmullo, ya en el elevador.

Al salir del hotel dio un último vistazo a las habitaciones de arriba, se acomodo su bufanda y camino directo a la estación del metro.

Kuroko llevaba la mente llena de imágenes de Aomine y él abrazados, besándose, sin embargo éstas se destruían al ser invadidas por recuerdos desdibujados de Satsuki Momoi. Cuando bajo del metro camino directo a casa, miro su reloj y vio que eran las 8:10 de la mañana, tendría tiempo de recomponerse antes de que él llegara, no deseaba que lo viera en un estado tan descompuesto, tenía que controlar sus emociones.

Al llegar a su nuevo piso, entro y al sentirse resguardado, dejo fluir su llanto que tanto le había costado retener, no deseaba hacerlo pero no podía contenerlo por más tiempo. Camino hacia la sala, repleta de cajas y se dejo caer sobre una de ellas, las lágrimas caían sin parar.

¿Cómo detener los recuerdos de una noche feliz?  ¿Cómo olvidar los días de ruptura? ¿Cómo ser feliz sin aquel al que amas?

Kuroko se preguntaba sin encontrar respuesta.

El hombre que lloraba desconsolado, no se percato del ruido de pasos que se acercaban a él.

— ¡¿Qué te sucedió?! —la voz de aquel chico que había soñado llego a sus oídos y lo perturbo tanto que su llanto solo se hizo más intenso.

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