¿Dónde estabas? Capítulo 5.

Mi pequeño rival.

Tenía frío y sed, abrí los ojos y vi a Feilong sosteniendo mi mano entre las suyas.  Su cara estaba escondida por su cabello, tal parece que ha pasado a mi lado toda la noche, pobre debe de estar cansado.

Me moví un poco para buscar el botón para llamar a la enfermera.

— ¿Necesitas algo? —Feilong me pregunto y se notaba preocupado.

—Solo quería un poco de agua —le dije y él me sonrió.

—Estoy molesto contigo —Feilong lo dijo con una falsa voz de enojado —. El doctor dice que estas bajo de peso, no has estado comiendo adecuadamente y eso me pone furioso, así que he decidido que de ahora en adelante haremos las tres comidas, juntos, y no acepto objeciones —su rostro enojado no me daba la opción de negarme.

—Pero tú trabajo no te permite salirte a la hora de la comida —comente.

—No me importa tener que modificar toda mi agenda, con tal de vigilar que comas adecuadamente —me toma de la mano y besa el dorso de ésta — ¿Qué voy hacer si mi novio vuelve a colapsar? No entiendes lo mucho que me preocupa tu salud y lo aterrado que estaba cuando llegaste aquí —esconde su mirada de la mía y la sumerge en las sabanas que me cubren —estaba muy asustado, no quiero volver a tenerte así —y sus ojos pasan por mi brazo canalizado, y luego mira el otro brazo que muestra una gasa con un punto rojo, justo en medio, es el lugar donde antes estaba canalizado.

—Lo siento nunca quise preocuparte de esa manera —le di un ligero apretón a la mano que aun sostenía la mía. 

—Te amo —lo dice como si esa fuera la aceptación de mi disculpa.

—Gracias —contesto y una lágrima se me escapa.

— ¿Te duele algo? —me mira preocupado, mientras su mano limpia mi mejilla.

—No, es solo que no puedo creer que tenga un hombre como tú, a mi lado.

—Entonces debes de valorarme y para que me lo demuestres, de ahora en adelante me acompañaras a desayunar, comer y cenar —parece feliz por su idea.

—Está bien —contesto derrotado— no hay nada que le pueda negar a esa mirada.

—Llamare a la enfermera para que te traiga agua —me da un besito en la frente y se pone de pie.

Lo veo alejarse y salir del cuarto.

Mientras lo espero, la voz de Asami aparece en mi mente: “yo solo necesito hablar con él”.

¿Para qué quiere hablar conmigo? Cuándo debió hacerlo me ignoro, y ahora desea hablar. A la chingada, que hable pero con mi abogado.

Estaba enojado y lo única razón por la que deseaba encontrarlo era para divorciarme y así poder romper todos los lazos existentes entre nosotros.

—Uff por fin termine —recargo mi cabeza sobre el escritorio.

— ¿Estás bien? —Últimamente, todos me pregunta lo mismo.

—mm… mm —contesto y no me muevo de mi posición.

—Pues no lo pareces

Levanto mi rostro y lo miro con una ceja levantada — ¿Tú crees? —le pregunto y el afirma con una expresión seria.

—Deberías de irte a descansar —Kou me sugiere —la semana ha sido muy complicada —al decirlo me pasa algunas hojas que trae consigo —. La revista ya está en la imprenta y ya que eres el jefe, supongo que podrías irte temprano —su sugerencia parece más una orden.

—Tal vez… —miro las hojas y son algunos artículos que quedaron fuera, pero considero que algunas podrían ser recuperados —. Le diré a Taiga que revise este artículo sobre peinados — y sigo pasando hojas.

—A mi esos peinados no me gustan, ¿qué mujer se haría eso en la cabeza? —miro su rostro que se asoma entre mis hojas y yo.

—No lo sé, pero seguro habrá alguna que se peinara así —contesto y veo cuando Kou, mira mi archivero que está a punto de vomitar papeles.

—Por cierto la señora Maki, me ha dicho que la oficina ya está lista para ser usada.

— ¿Te gusta mi oficina? —le pregunto al ver como observa el resto de la mini habitación.

—No precisamente, odio el blanco, tal vez un color verde agua, sería más de mi agrado —y sigue mirando la habitación, con ojo analítico.

—Pues tendrás que adaptarte a él, no podemos pedir un cambio de color —y su mirada viajera se detiene y lentamente regresa a mí.

Su desconcierto aparece en su rostro y me da risa.

—Será tu oficina —y aclaro sus dudas — a menos que desees seguir en tu escritorio.

—No, claro que no —contesta súper rápido.

—Ahora serás asistente del editor en jefe —me recargo en el respaldo del asiento —hable con el señor Leblanc y dio su consentimiento —le sonrío, antes de echar mi cabeza hacia atrás y tomar una gran bocanada de aire —obviamente tu sueldo será mayor pero también la carga de trabajo.  ¿Aceptas? —su mirada perpleja se fija de nuevo en la mía.

—Claro que sí —y parece estar a punto de brincar de la felicidad.

—Muy bien. Pasare mis cosas a la oficina principal y en cuanto desaloje, podrás usar la mini oficina —estiro mis pies y muevo mi cuello para desentumirme.

—Perfecto jefe —su comentario me hace reír.

—Iré a comer y regreso — me pongo de pie y rebusco en las bolsas de mi mochila.

— ¿No te irás? —me pregunta.

— No. Acabo de recordar que no me he cambiado de oficina. Y si lo sigo retrasando, se me juntara el trabajo con la revisión de los artículos para el siguiente mes —me siento muy cansado, de hecho desde que salí del hospital me siento exhausto.

—Como quieras, aunque sigo pensando que deberías de irte a descansar. No quiero que vuelvas a colapsar —Yoh le conto todo lo ocurrido y toda la semana se ha estado preocupando por mi bienestar.

—Ve a comer —le digo y él me mira enojado.

Estoy harto del tema, Yoh también se la pasa cuidándome y bueno está de más decir que no son los únicos, Feilong me ha obligado acompañarlo a desayunar, comer y cenar. De seguir así voy a terminar hecho una pelota, y seguramente así ya no me va a querer.

—Tengo que capturar algunos datos —camina hacia la puerta.

—Si —contesto a la sombra que se pierde por la puerta.

Saco mi cartera, suéter y celular de mi mochila.

Voy caminado y viendo mi celular, me detengo justo frente a la puerta del elevador.

Lo primero que llama mi atención es el mensaje no leído que aparece.

—Shit! —Maldigo al ver el remitente —No oí cuando llego.

 “¿Nos vemos para comer?”

 Al ver la hora, noto que ya han pasado como 35 minutos desde que llego.

Mejor le marco, seguro debe de estar muy enojado, odia que no le conteste rápido.

— ¿Leíste mi mensaje? —me pregunta y esto sustituye el saludo normal.

—Lo acabo de ver —contesto preocupado —discúlpame por no responder antes.

Escucho voces cerca y él no me responde.

—mm…

—No hay problema —me interrumpe antes de que logre decirle algo más.

Su voz es seria, al parecer si está molesto conmigo.

Sr. Feilong ¿Si gusta?  Ya nos podemos ir…

Escucho la inconfundible voz de Tao, al otro lado.

—Creo que si estas ocupado, así que mejor luego hablamos —. Escuchar a ese mocoso ¡Me enferma! — ¡Ahh! Y no te preocupes por mí, en este momento salgo a comer. Adiós —. No le doy tiempo a que me conteste, cuelgo y me dan ganas de aventar mi teléfono contra la pared.

—Ese niño, lo voy a matar —me quejo, y creo que lo hago en voz alta pues alguien parece haberme escuchado.

— ¿Sabes cuántos años de cárcel dan por asesinato? —La voz de Yoh me pregunta con voz seria.

—No lo sé —contesto, aun, enojado.

—Yo tampoco, pero yo creo que muchos… ¿Crees que sean más años si el asesinado sea un niño? ¿Será un agravante? —me pregunta y parece realmente interesado en saber la respuesta a sus preguntas.

—Tao no es un niño, es un maldito zorro trepador —sigo despotricando en contra de ese mocoso, y creo que al hacerlo me tranquilizo.

Sin embargo mi molestia se vuelve a incrementar cuando mi celular empieza a sonar escandalosamente.

—No tengo idea de si un zorro tiene la capacidad de trepar —. Al mirarlo su rostro parece estar analizando las posibilidades —yo creo que si se trata de un zorro, no irías a la cárcel pero tal vez serías blanco de los ecologistas —me devuelve la mirada y luego a mi celular que no deja de sonar —. ¿No contestaras?

— ¡No! —gritó enojado al ver el nombre de Feilong parpadeando en la pantalla táctil — ¡Que se joda!

—Entonces ¡Que se joda! —me da un ligero golpecito en el hombro —. ¿Vas a comer? —miramos el ascensor abrirse.

—Si —le digo mientras apago mi escandaloso celular — ¿Y tú? —le pregunto.

Entramos al ascensor y pulsamos el piso del estacionamiento.

— ¡Aja! ¿Me invitas? —No deseo seguir enfurruñado, así que asiento —Gracias. ¿A dónde iremos?

— ¿Tienes prisa?

—No. Acabo de concertar mi cita con Clary.

— Cuando la entrevistes, ¿podrías pedirle unas muestras de su nuevo perfume? Por favor —le suplico.

—Claro que no, si tanto lo deseas, cómprate el tuyo, su lanzamiento será en un mes.  Por eso es la entrevista —.

— ¡Que malo eres! —Me quejo —Sus productos son carísimos, si compro uno, seguro que tendría que quedarme sin comer toda la quincena… y tal vez parte de la siguiente —el ascensor se detiene y los dos salimos.

—Pues dile a tu noviecito que te lo regale, para él solo sería un pequeño gasto —me sugiere.

—No me hables de esa facilóte —mi olvidado encono regresa.

Yoh me hace enojar aun más al carcajearse de mi berrinche.

—Vayamos a comer comida italiana —le propongo.

—ok

—Traes tu auto ¿cierto? —saca unas llaves y al apretarlo escucho la alarme de su auto contestar mi pregunta —.Perfecto.

Nos hemos tardado más de lo normal en la comida, pero la hemos disfrutado de sobremanera.

— ¿Oye me ayudas a mudarme? —. Le pregunto.

—No seas estúpido, Takaba. Que ese niño se le ofrezca a Feilong, no quiere decir que él lo acepte. Así que deja de hacer berrinche y habla con él.  No es justo que lo dejes por una tontería como esa —me regaña.

Entramos a nuestro piso.

—No hablo de mudarme de casa. Tonto, hablo de mudarme de oficina. Karla saco sus cosas esta semana y el jefe me dijo que debo pasarme lo antes posible.

Yoh deja escapar un suspiro y parece relajarse.

—Al tratarse de eso, claro que te ayudo —Me acerco a él, y le golpeo el brazo.

—Jamás dejaría a Feilong por ese niño.

Caminamos, juntos por el piso, muchos de mis compañeros están muy metidos en su trabajo, leyendo o escribiendo en la computadora, algunos otros están platicando y al verme se apresuran a retomar lo que sea que se supone que estaban haciendo. Al llegar a mi nueva oficina, saco las llaves y abro lentamente. Al entrar, siento mi corazón latir rápido, estoy emocionado. Veo la amplia habitación de paredes color nude y muebles en madera. Un enorme ventanal abarca casi toda la pared frente a mí, el esplendoroso atardecer ilumina con una suave luz anaranjada la sala de piel negra.

— ¿Lo dejarías por Asami?

El silencio y mi felicidad son interrumpidos por la inquietante pregunta de Yoh.

Escucho a Yoh cerrar la puerta y acercarse a mí. Siento que mis piernas tiemblan, no parecen poder sostenerme en pie por mucho tiempo, me siento como si hubiera ido a correr un maratón.    

Mi encono aparece de nuevo pero no es nada comparado con mi pequeño berrinche con Feilong, esto no es coraje, es ira y resentimiento por todo lo sucedido.

El simple hecho de oír su nombre me altera, despierta todos esos recuerdos que me lastiman.

Las manos de Yoh me toman de los antebrazos y me jalan hasta el sillón, me sienta y él hace lo mismo.

— ¿Por qué lo mencionas? —le pregunto molesto.

—Takaba, entiendo que sea un tema difícil para ti, sin embargo no puedes continuar así, debes poner fin a esto.

—Después de su visita en el hospital, él no ha intentado contactarme de nuevo.

—Eso es porque Feilong no se ha despegado de tu lado, en ningún momento.

Tiene razón, casi puedo asegurar que Feilong tiene a sus hombre vigilándome, él es muy sobreprotector.

—Ya has pensado en que harás, no puedes hacer como que esto no sucedió.

—Lo sé. Feilong ha llamado a uno de sus abogados para que inicie la demanda de divorcio —. Le contesto y siento como mi corazón tiembla con solo pensar en esta posibilidad.

— ¿Y estás listo para separarte?

—Cla… Claro — tartamudeo.

Mis manos están temblando.

— ¿Aún lo amas?—Toma mis manos entre las suyas.

¿Por qué me está acosando así?

—No. Por supuesto que ya no lo amo. ¿Cómo podría amarlo, después de todo lo ocurrido? —Agacho la cabeza —ya casi… es… su aniversario —unas gotitas saladas caen sobre nuestras manos.

—Cálmate, Akihito —me abraza —se por todo lo que has pasado y entiendo lo difícil que ha sido para ti —su mano me acaricia la espalda —. Aún recuerdo lo mucho que amabas a Ryuichi y simplemente no puedo creer que hayas olvidado ese sentimiento.

— “Lo amaba” Tú lo has dicho, eso fue en el pasado —contesto y más lágrimas caen.

—Akihito, si no analizas bien tus sentimientos vas a lastimarte más y a todos los que están a tu alrededor —concluye. Se pone de pie —te traeré un té —al decirlo, camina hacia la salida.    

¿Lo amaba? Por supuesto que sí. Lo amaba incluso cuando todo inicio como un juego de verano…

----------------------

Les gusto?

Tal vez desean más, estoy casi segura de que les ha parecido insipido jajaja pero bueno, solo es la introducción para el siguiente capítulo en el cual les contaré como fue que se conocieron Takaba y su marido.

Dudas, quejas, comentarios, chocolates y demás ya saben dónde dejarlos.

Anterior                                         Siguiente