One-shot. Christmas Gift.


BY SHADOWW.





El año está a punto de terminar... y de nuevo es Navidad, para nuestro
yakuza; realmente fue un buen año... los negocios van bien, aunque tuvo sus problemas en Kyoto... nada que no pudiera resolver.  Lo mejor, es que su relación con Akihito cada día se consolida más.


Pero... a pesar de que ahora disfruta de las festividades del año como
pretexto para involucrar más a Akihito a su estilo de vida; Asami espera volver a repetir la experiencia de la Navidad pasada, el solo imaginar a Akihito tomando el control de la situación y de su cuerpo, le hace sentir dolor en su entrepierna por la repentina erección... lo desea... y mucho.  Por supuesto, eso es algo que tiene que ser espontáneo en él, sí se lo pide... es como reconocer que el chico es el 'dominante' en la relación y no... no puede ser, el yakuza tiene su orgullo.

Gira su asiento hacia la gran ventana de su oficina, escuchando los clásicos sonidos citadinos del tráfico diurno... cerró sus ojos al momento de liberar un suspiro pesado, meditando en cómo realizar su fantasía. 
—Akihito aún no me dice sí ya le dieron vacaciones y Nochebuena es hoy... solo dispongo de horas para prepararlo todo...  Bueno, al parecer tendré que hacer algunas llamadas. —Sonríe ladinamente al momento de sacar su móvil para realizar esas llamadas.

Al terminar con su conversación, el yakuza llama a su asistente por el
conmutador y este acude a su llamado.
—Kirishima, cancela mis citas de hoy.  En cuanto terminen con el embarque que va a Nueva York, cancela toda operación hasta Año Nuevo; pasaré las fiestas en mi residencia en Shibuya.  Por sí ocurre algo, te daré el número de mi nuevo móvil... ¿Ok?
—Entendido, señor.
—Bien... Feliz Navidad y estaremos en contacto. —El yakuza le da un abrazo a su asistente para salir de la oficina y dirigirse al estacionamiento en donde Souh lo está esperando junto a su vehiculo.




*        *        *        *        *        *



Por las inmediaciones de la Agencia de Noticias Kyodo, Akihito camina en dirección al metro... se veía molesto, es porque el chico estaba muy
emocionado porque haría un viaje a México para hacer un reportaje sobre los avances en la investigación de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapan; por fin lo consideran para hacer algo de periodismo y no solo fotografiar a famosos o políticos en grandes y pomposos eventos... ahora ya no... algo hizo Asami, en donde le avisan que Motenai hará el reportaje.
—Juro que me cobraré esto Asami... tsk...

Antes de cruzar la calle para dirigirse a la entrada del metro, un vehículo negro, elegante se estaciona enfrente del chico.  En eso se abre la puerta del lado del conductor, Souh se acerca a Akihito...
—Joven Takaba... he venido por usted, mi jefe lo está esperando en su residencia en Shibuya.
—¿Shibuya? No puedo ir... tengo cosas que hacer, espera le llamaré.
—Akihito no pudo sacar su móvil, cuando Souh lo toma del brazo... abre la puerta de la parte trasera del auto y avienta al chico a su interior.  Sin perder más tiempo, emprenden el camino a su destino.



*        *        *        *        *        *


La residencia de Asami se encuentra en una zona residencial, alejada de la zona céntrica y ubicada en una zona boscosa, Akihito trataba de comunicarse con Asami... nada. ¡Carajo! Lo manda a buzón.  El auto se estaciona en la entrada principal,  el estilo de la vivienda... ahmmm... ¿Cómo describirlo? Occidental... muy moderna, si la residencia de Kyoto es moderna... esta le dice: 'Quítate... que ahí te voy'.  Al menos, no tiene grandes ventanas... con dos pisos y la decoración es elegante y contemporánea... con colores cálidos.

Souh conducía a Akihito por la casa, hasta salir de su interior, divisando un camino hacia un prado, alejándose de la residencia; caminaron unos cuantos metros y llegaron a lo que parece una cabaña, algo rústica... de  repente, Akihito sintió un escalofrío recorrerle por el cuerpo, tiene un mal presentimiento.
—Asami-sama, lo está esperando.  Me retiro. —El hombre se da la vuelta y emprender la retirada del lugar.

Ya había caído la noche, el viento se sentía frío... y él sin poder creer
lo que realmente este pasando por la mente de su yakuza, comienza a subir las escaleras para llegar al porche... es raro ver una cabaña de estilo rústico norteamericano en Japón; Asami tiene gustos demasiado excéntricos... seguro la construyó para torturas o algo por el estilo.

La puerta estaba cerrada, Akihito asió el picaporte y lo giró, se abrió sin un solo ruido... su dueño la mantenía bien engrasada.  En el interior, las cortinas medio descorridas dejaban entrar tenues rayos de luz, el silencio era roto por la pesada y acompasada respiración de un hombre desnudo tumbado bocabajo en la cama.  Dio un paso hacia él, temeroso de hacer cualquier ruido que pudiera despertarlo, era lo más hermoso que había visto en su vida; parecía un ángel oscuro descansando sobre sábanas blancas de seda.

Estaba dormido con la cabeza bajo la almohada, sus manos reposaban sobre ésta a ambos lados del bulto que formaba su testa, como sí la luz le molestará tanto que hubiera intentado tapar cualquier hueco por el que pudiera llegar hasta su rostro.  Su cuerpo extendido reposaba sereno, la espalda recta y relajada se elevaba con cada respiración mientras que su firme trasero se alzaba sobre la curvatura del final de la espalda.  Mantenía las piernas un poco abiertas permitiéndole vislumbrar una pequeña sombra entre ellas: su escroto.

Su pierna izquierda se estiraba hacia el borde inferior de la cama, a la
vez que la derecha estaba doblada con la rodilla apuntando a la pared
mientras el pie se cruzaba indolente sobre los gemelos de la otra pierna; Akihito se acercó a él con la mano extendida... quería tocarlo, pero a la vez le daba miedo despertarlo antes de poder grabar esa imagen en su cerebro.

Un gemido emergió de debajo de la almohada a la vez que el trasero del hombre se tensaba presionando su ingle contra el colchón, el rubio se quedó inmóvil observándolo.  Los musculosos antebrazos del hombre se tensaron y sus manos se cerraron en puños sobre la tela de la almohada, su espalda se arqueó y su trasero comenzó a mecerse lentamente, como si le estuviera haciendo el amor a la cama.

Akihito carraspeó incómodo, pero el yakuza no dio muestras de haberlo oído... se mordió los labios, no quería dejar de mirar, pero sabía que no era correcto observarle en silencio, se acercó hasta él y puso una mano en su espalda...  Él dio respingo y gimió más alto.

—Hola.
—Akihito... tardaste en venir. —se quejó Asami con voz amortiguada bajo la almohada y el rubio solo rodea los ojos.

Asami se giró, su rostro oculto bajo la almohada apoyó el antebrazo  sobre ésta, dejando el resto de su cuerpo expuesto en todo su esplendor.  Tragó saliva, Akihito siguió el movimiento de su manzana de Adán y después desvío su mirada hacia la clavícula y más allá.  Su piel adquiere una belleza sin igual bajo la luz tenue del lugar, fijó la vista en su pecho, más específico en sus pezones  y descendió la mirada hacia su ombligo; rodeándolo, para luego bajar como una flecha hacia su ingle.  Su pene se mostraba erecto e insolente, tentador y expectante.

—¿Me estás mirando? —preguntó el yakuza.
—Sí. —Akihito se sentó en el borde de la cama.
—¿Te gusta lo que ves?
—No sabes cuánto —respondió el rubio, deslizando un dedo por el tallo de su verga... esta saltó en respuesta.
—Cierra los ojos. —ordenó Asami.
—Quiero mirarte. —Se rebeló Akihito sin dejar de recorrer con su dedo la suave tersura del pene.

El yakuza extendió sus manos hasta encontrar la que jugaba con su pene y la asió por la muñeca, obligándola a desplazarse hasta su pecho.  El chico gimió al sentir el roce de su fuerte y marcado pecho contra las yemas de sus dedos y comenzó a jugar con sus tetillas, Asami recorrió con sus manos los brazos de Akihito, acarició lentamente su clavícula, se detuvo en el cuello, buscando con las yemas la vena que palpitaba en él, notando cada latido de su corazón.  Luego siguió ascendiendo por su rostro hasta encontrar la humedad de sus labios, siguiendo su curva; el índice se coló entre ellos y jugueteó con los perfiles afilados de sus dientes.  Akihito  gimió y lo absorbió dentro de su boca, lamiéndolo y aprendiendo cada aspereza de su yema sin dejar de mirar y acariciar su torso.

Asami liberó el dedo que tenía preso en la boca del fotógrafo y ascendió con las dos manos por su rostro, dibujando sus pómulos con el pulgar hasta encontrar los parpados que enmarcaban sus preciosos ojos.  Posó las palmas sobre sus mejillas y cubrió con los pulgares los ojos, obligándolo a cerrarlos.  Entonces, y solo entonces, se irguió liberándose de la almohada que cubría su rostro y observó a Akihito... tenía las mejillas arreboladas, los labios entreabiertos, la cabeza inclinada hacia atrás... Era hermoso.

Su cabello recien lavado y algunos mechones le enmarcaban la cara, llevaba una camisa de vestir blanca, abrigo corto en negro, pantalones de vestir ajustados igual en color negro, marcando perfectamente las líneas de su cuerpo.
—Te he echado de menos. —susurró el yakuza contra los labios tibios de su joven amante.

El rubio no pudo responder, Asami se apropió de su boca en ese momento, lo besó como si fueran años que no se hubieran visto.  Y aunque no era cierto, ambos se sentían así;  estuvieron besándose hasta que sus labios quedaron entumecidos.  Los pulgares de Asami presionando sus parpados, las manos de Akihito posadas sobre el pecho duro del yakuza... solo sus lenguas se movían, penetraban en las bocas, recorrían el cielo del paladar, tentaban la dureza de los dientes y recorrían el interior de las mejillas.  Ninguno de los dos se veía impedido a ir más allá, el simple roce de sus labios era suficiente para transmitir sus sentimientos, su desamparo durante esos días que no habían estado juntos, su pérdida al saberse lejos el uno del otro.

Asami presionó con su cuerpo hasta que Akihito quedó tumbado, con la espalda pegada al colchón y comenzó a recorrer su rostro con ligeros besos.  En la mandíbula, en los pómulos, la nariz, la frente y por último los parpados...  Los besó una y otra vez mientras el fotógrafo inhalaba el aroma que emanaba de su cuerpo; esa esencia mezcla de bosque, sudor y hombre que le era más necesaria para respirar que el mismo aire.

—¿Mantendrás los ojos cerrados? —Preguntó el yakuza.
—Sí. —Susurró Akihito.
El yakuza se levantó de la cama sin dejar de mirar al joven orgulloso y
audaz con el que soñaba cada noche.  Akihito escuchó sus pasos al recorrer la cabaña, luego sintió su peso inclinar la cama al posarse sobre ella, la suavidad del cuero sobre sus parpados cerrados, los dedos masculinos atando las tiras que le impedirían verle.
—No te muevas. —ordenó.  El chico asintió con la cabeza.

Escuchó intrigado el sonido de los muebles moviéndose de un lado a otro, el chirriar  de la mesa siendo arrastrada, el sonido parejo de las patas de la silla cayendo sobre el suelo cerca de él...  Luego el silencio, las manos de dedos ásperos deslizándose por sus pies, liberándolo de su calzado, acariciando sus piernas, subiendo por sus muslos, buscando el botón de sus pantalones; desabrochándolos.

—Te he echado tanto de menos. —repinó Asami, tironeando de los pantalones para bajarlos.  Akihito alzó el trasero para ayudarle, él deslizó la tela por sus sedosos muslos, besando cada trozo de piel que quedaba libre, recorriendo con labios y lengua cada centímetro de sus piernas—. Incluso llegué a pensar que te habías olvidado de mí —susurró dejando caer los pantalones y los bóxers al suelo.
—Sabes bien que he tenido mucho trabajo en la agencia...
—Lo sé... yo también he estado ocupado. —Declaró posando su mejilla en el suave estómago de Akihito—, en cada momento del día sufría añorándote —dijo, mientras acariciaba las caderas del chico-. Me dolían las manos de no poder tocarte. —Levantó con una de sus fuertes manos el trasero del rubio y continuo acariciándolo—. Soñaba contigo y al despertar y ver que no estabas, lo único en lo que podía pensar era en ir a la agencia, meterme en tu oficina y hacerte el amor hasta que gritaras.  No sé cómo he podido contenerme. —Afirmó, tumbándose sobre el fotógrafo y besándolo apasionadamente.

Akihito intentó reflexionar sobre las palabras que el yakuza acababa de pronunciar, sentirse  asustado por su última afirmación, por la familiaridad de la agencia, como si fuera su propia casa...  Pero era incapaz, sus besos no lo dejaban pensar; su endurecido pene presionando contra el suyo lo llevaba más allá de la razón.  Sus manos, cerniéndose sobre su pecho, acariciándolo, pellizcando sus pezones lo hacían vibrar hasta olvidarse incluso de que debía respirar.

Akihito abrió las piernas bajo él e intentó colocarlas alrededor de sus
caderas, obligarle a entrar en él, pero Asami se levantó, separándose.
—Ah, no.  Tienes que pagar el precio por todo el tiempo que me has hecho esperar.
El yakuza tomó en brazos al rubio y lo levantó de la acogedora cama a
depositarlo sobre una superficie dura, Akihito se removió sobre su nueva ubicación; el asiento era duro y liso, de madera... tenía reposabrazos a ambos lados y el respaldo era muy alto.  Se echó hacia atrás con cuidado y todo su mundo se balanceó.
—¡Joder! —Exclamó asustado, agarrándose con las manos a los apoyabrazos como si le fuera la vida en ello.

—Tranquilo. —Susurró el yakuza en su oído-—, voy a colocar la mecedora para que no se mueva. —explicó.
—¿La mecedora... es... esta cosa? —preguntó el chico, intentando no moverse para que ese aparato del diablo no siguiera meneándose.  Con los ojos abiertos tenía que ser un placer, pero en esos momentos era simplemente aterrador.
—Sí. —respondió Asami divertido.

Akihito intentó posar las plantas de sus pies en el asiento en un intento
de mantener el equilibrio mientras rezaba para que Asami se diera en
colocar la mecedora, empezaba a marearse.
—Apenas y me dio tiempo para meterla.
—¿Para qué? ¿Para torturarme? —preguntó irónico el chico.
—Sí. —dijo él, besándolo suavemente en la sien.
—¡Qué!
—Shhhh. —posó uno de sus dedos sobre sus labios silenciándolo-. Tranquilo...

Le dio pequeños besos en los pómulos, la nariz, la mandíbula y en cada beso depositaba un susurro... un gemido... un 'te adoro'... un 'te quiero' insinuado, pero no verbalizado.

Akihito apoyó la cabeza en el alto respaldo de la mecedora y alzó la barbilla, instándole a que recorriera con besos su cuello.  Asami sonrió y obedeció...  Lamió y mordisqueó, trazó caminos sinuosos de amor y deseo, hasta que lo oyó jadear.  Y en ese momento se olvidó de cualquier cosa que no fuera la tibia piel que temblaba bajo sus labios, mordió con cuidado y absorbió con fruición, hasta estar seguro de que su pasión dejaba una marca indeleble en su hermoso cuello.  Sabía que al día siguiente, cuando viera el chupetón, Akihito despotricaría y se enfadaría, pero en ese momento le daba lo mismo.  Era suyo y quería que todo aquel que lo viera lo supiera.

Cuando Asami dejó de besarlo y se alejó, Akihito se incorporó sin pararse a pensar.  No quería dejar de sentirle sobre su piel, extendió sus brazos buscándole, pero fueron las manos del yakuza las que lo encontraron.
—Tranquilo...  Vayamos poco a poco.  No hay prisa. —dijo asiéndole las muñecas y guiándolas hasta que quedaron posadas sobre el respaldo-. Llevo varios días atormentado por una fantasía... —Lo besó cuidadosamente en los labios a la vez que le acariciaba tímidamente sus pezones.

Poco a poco fue colocando el cuerpo del fotógrafo tal como y como tantas veces lo había soñado.  Los brazos alzados sobre el respaldo de la mecedora, la espalda arqueada, la parte de su pecho exhibiendo unos perfectos y rosados pezones erectos, las piernas muy abiertas, colocadas sobre los apoyabrazos y los pies colgando, el trasero casi rozando el borde del asiento... totalmente expuesto a él.

Akihito sintió como el rubor recorría su pecho y se alojaba en su rostro,
esa postura era...  indecente, excitante, desinhibida, tentadora...  No era posible que se sintiera cómodo tan expuesto, pero lo estaba.  Sentía tan sensual y sexy, que los pezones le dolían por la excitación y las piernas le temblaban anticipándose al juego.

Asami recorrió con la mirada el cuerpo perfecto de su joven amante; su pene se engrosó y alargó, del glande brotó una tímida gota de líquido preseminal.

Era tan hermoso... que dolía mirarlo y saber que pronto será suyo en cuerpo y alma...  Cerró los ojos e inhaló profundamente, con pasos decididos se dirigió hacia la mesa y la corrió hasta ubicarla tal y como la quería, colocó sobre ella el pequeño y potente que sacó de un cajón y se sentó en la silla.  Akihito se mordió los labios esperando el próximo movimiento de Asami.  De repente una fuerte luz cayó de lleno sobre su cara, tornando la oscuridad que veían ojos blanca claridad.

—Quítate la máscara —ordenó él.
—¿Qué...?
—Hazlo.

Akihito deslizó sus manos por las cintas de cuero hasta llegar al lazo que las unía, lo soltó tras titubear un segundo y cerró los ojos. La máscara de cuero quedó colgando entre sus dedos.

—Abre los ojos —susurró el yakuza y así lo hizo. Miró frente a él, la luz resplandeció contra su retina hiriéndolo y obligándolo a bajar los párpados.
—¡¿Qué es eso?!
—No mires al frente —avisó él demasiado tarde.
—¿Y me lo dices ahora? ¡Tócate los pies!
—Lo siento. —Se disculpó él entre risas al oír su exclamación—. Abre los ojos lentamente y mira hacia tu regazo —matizó.

El chico lo hizo, aunque con bastantes reservas. Se vio a sí mismo, su
cuerpo reposaba lánguido sobre la mecedora, sus piernas abiertas, su sexo totalmente visible, sus pezones erectos.
—Mírame —ordenó él.

El fotógrafo levantó la vista tímidamente, la fuente de luz estaba situada sobre la mesa, inclinada a la altura de la cara de él, cubriendo sus rasgos con un fuerte resplandor que le impedía observarlos, pero que solamente ocultaba su rostro mientras iluminaba el resto de su cuerpo... Y tenía un cuerpo magnifico.

La garganta de Akihito se secó ante la visión del hombre situado frente a él.  Estaba sentado sobre una silla de madera, totalmente desnudo, su cuerpo tan lánguido como el del rubio, tenía el trasero sobre el borde la silla, la espalda apoyada en el respaldo, haciendo que en su abdomen relajado se marcaran unos tenues abdominales. Las piernas abiertas mostraban sin prejuicios el escroto oscuro y suave que ocultaba sus testículos tensos y de su ingle sobre el que se alzaba orgulloso su pene erecto. El chico detuvo su mirada en él y éste aumentó, impaciente y lujurioso.

Akihito sintió como su pene palpitaba y sus testículos se tensaban en
respuesta al tamaño y grosor del pene que no podía dejar de observar.
Excitado, subió la mirada hacia la cara del yakuza, anhelando comprobar si su expresión revelaba el mismo deseo que, estaba seguro, mostraba su propio rostro... La luz lo deslumbró de nuevo.

—No lo hagas. No intentes mirarme a la cara, sólo conseguirás deslumbrarte.
—Akihito asintió con la boca seca, deseando tocarle pero sin atreverse. Jamás le había visto tan de cerca—, ¿Te gusta mirarme? —preguntó. El rubio asintió de nuevo con la cabeza, no le salían las palabras. Miró de nuevo su pene erecto, sus piernas separadas, sus pies descalzos... Al lado del izquierdo, olvidada sobre el suelo, yacía una fusta.

El hombre miró a su joven amante que tenía ante sí, excitado, impaciente; por él... sólo por él.  Recordó el momento exacto en que Akihito lo tenía sometido, su cuerpo siendo acariciado por la misma fusta que se encuentra en el suelo, y su polla se movió impaciente.

—Sólo hay dos reglas —explicó—. No puedes separar tu espalda del respaldo de la mecedora y debes obedecer cada orden que te dé.
—¿También rigen para ti? —preguntó Akihito armándose de valor.
—Sí—susurró él complacido—. Acaríciate los pezones.  Akihito se sobresaltó, pero al cabo de un segundo obedeció... y ordenó. —Tócate el abdomen... Recórrelo... Baja lentamente hasta el ombligo... —El yakuza lo hizo, quizá un poco demasiado rápido, ya que sus dedos enseguida llegaron hasta el ombligo y siguieron bajando—. No. No te he dicho que puedas pasar de ahí. —Le recriminó el rubio—. Sube de nuevo y dime lo que sientes.

Los dedos de Asami se detuvieron y temblaron para, acto seguido, ascender por sus abdominales.

—Es... suave... Me gusta. Si cierro los ojos, siento que eres tú quien me toca. ¿Tus pezones se han puesto duros?
—Como piedras. Están calientes y duros, me palpitan cada vez que paso los dedos sobre ellos. Necesito más —afirmó Akihito, observando cómo los dedos de Asami trazaban cada línea de su abdomen y  que bajaba directo a la ingle.
—Llévate los dedos a la boca y chúpalos. Ahora coge tus pezones y
pellízcalos suavemente. ¿Qué sientes?

—Me queman. Los siento tan tensos que casi duelen. Cada vez que los aprieto entre mis dedos, me palpita el pene. Acaríciate los tuyos —ordenó Akihito con una sonrisa ladina. Asami emitió un suave quejido.
—No es ahí donde quiero ir —respondió, bajando sus manos hacia la ingle e ignorando la orden del rubio.
—¿Rompes las reglas? Bien. El juego acaba aquí y ahora —sentenció Akihito, apartando sus propias manos de su cuerpo.

—¡No! —exclamó el yakuza, alejando los dedos de su glande y subiendo hasta sus tetillas—.Son aburridos, no son suaves como los tuyos, ni me hacen morir de deseo por tocarlos —gruñó acariciándose.
—Pasa las uñas sobre ellos, ráspalos.
—Que tont... —no pudo continuar, un gemido acalló sus palabras, la piel de sus brazos se erizó—. He sentido un escalofrío —confesó un segundo después—. Es... distinto.

—Pellízcalos. —Asami obedeció y sintió, alucinado, cómo ramalazos de placer recorrían su cuerpo—. Más fuerte —ordenó Akihito, imprimiendo a sus propios dedos la misma fuerza que exigía.
—¡Dios! —jadeó él estupefacto—. Jamás hubiera imaginado... —No pudo continuar, sus piernas se abrieron más, su pene se elevó enfadado por el abandono al que era sometido—. Me excita... —Miró a Akihito y vio su reflejo en el joven.  Los ojos iluminados por la pasión, su sexo húmedo y brillante, sus dedos temblorosos. Chasqueó la lengua irritado, el chico estaba dominando el juego. No se lo iba a permitir—. Deja tu mano izquierda jugando con tus pezones y baja la derecha hasta tu pubis. ¿Qué sientes?

—Está suave —comentó Akihito, guiñando un ojo y acariciándose donde el yakuza había ordenado—. Lo siento suave bajo mis dedos... Ohhh —Akihito gimió cuando sus dedos tocaron el glande de su hinchado pene.
—¿Te he dado permiso para tocarte ahí? —preguntó Asami irónico. Akihito bufó y subió los dedos de nuevo a su pubis.

—Estira tus pezones hasta que sientas dolor —ordenó Akihito vengativo.  El yakuza obedeció—. Ahora cálmalos, acarícialos lentamente, con suavidad.
—Haz tú lo mismo —jadeó Asami, inmerso en las nuevas sensaciones.
—¡Copión! —se burló el rubio.  Asami lo miró fijamente. Akihito sonreía, feliz... y excitado. En contra de lo que había supuesto, no se mostraba tímido en absoluto. Estaban jugando en primera división y él iba perdiendo.

—Chúpate los dedos. Mételos en tu boca y luego acaríciate el culo con
ellos, sin meterlos en el ano, ni tocarte el pene —ordenó con severidad. Si iba a jugar en primera, Asami iba a ser el ganador. Sin ninguna duda.

Akihito abrió los ojos como platos ante su tono inflexible y excesivamente preciso, pero hizo lo que le ordenaba. Si Asami pensaba torturarlo, el chico le iba a dar una buena lección.

—Pasa tus dedos por el glande y extiende su humedad por toda polla —Le ordenó. El yakuza obedeció, intranquilo... ¿Qué planeaba ahora?
—Abre con los dedos tu ano. Déjame ver tu abertura.
—Agárrate la polla y mastúrbate lentamente —Asami así lo hizo. El sudor recorría su frente, su torso agitado subía y bajaba con fuerza, sus pulmones no conseguían el aire suficiente como para seguir respirando—. Acaríciate con la mano libre los testículos, dime si están duros.

—¡Joder! —exclamó el yakuza.  La espalda se le arqueaba sin poder evitarlo, la sangre le ardía mandando destellos de placer por todo el cuerpo, el pene rugía impaciente por liberarse, sus testículos...—. Están duros...
Queman... Me duele —jadeó—. Métete un dedo —ordenó entre gemidos—. ¿Estás mojado?
—Claro que sí. Estoy muy mojado, mi dedo resbala por mi ano como lo hace tu polla cuando me follas... —Asami jadeó al escucharlo e imaginarse dentro de Akihito—. Siento cómo mi ano lo aprieta, pero es tan pequeño... Me estoy imaginando tu enorme polla dentro, resbalando, penetrándome hasta golpearme la próstata una y otra vez... Entrando y saliendo sin pausa, tus huevos empujando en cada embestida contra mi culo, haciendo que me corra... Pero... no puedo, es sólo un dedo —comentó entre gemidos mirándole con picardía.

—Dos... Métete dos —jadeó el yakuza cuando el chico dejó de hablar.
Necesitaba seguir oyéndolo.
—Hum... Mucho mejor... —afirmó Akihito entre gemidos, introduciendo dos dedos en su abertura—. Aferra con fuerza tu polla y mastúrbate más rápido, desde el glande a la base. Vamos, puedes hacerlo mejor... —le instó—. No veo tus dedos acariciando los huevos, álzalos para mí, quiero verte bien —Asami obedeció sin dudarlo un segundo—. Eres tan hermoso... Cógelos en la palma de tu mano, juega con ellos, pero no te olvides de la polla. Sigue... así, arriba y abajo; párate en el glande, extiende su humedad, presiona sobre su abertura, bien... Ahora mastúrbate con fuerza...

Asami tenía los ojos entornados. Apenas conseguía hilar un pensamiento con otro. Sabía que estaba perdiendo el juego. Sin dejar de mover las manos sobre su pene y escroto, intentó cambiar las cosas.

—Acaríciate... el... pene... —suplicó más que ordenó.
—Imagino tu lengua sobre mí —gimió Akihito—. Danza contra mi verga, absorbe cada uno de sus latidos. Mírame, está hinchado por ti. Late por ti. Tu lengua lo recorre —dijo acariciándose el falo lentamente con el pulgar, mientras se penetraba con los dedos de en medio y el anular.  Haciendo movimientos como de tijeras, permitiendo a Asami ver exactamente qué estaba haciendo en cada momento—. Ahora son tus labios los que lo aprisionan —dijo presionando con el pulgar—, lo torturan sin pausa. Eres muy malo. —Fingió regañarle—. ¿A qué sabe mi verga?

—Es dulce... y a la vez salado... —jadeó el yakuza, acariciando el paladar con la lengua, recordando el sabor de su joven amante entre sus labios, la esencia de su cuerpo al llegar al orgasmo, el perfume de su intimidad cuando su rostro estaba entre sus piernas—. Éxtasis y ambrosía mezclados con la dulzura de tu cuerpo —afirmó.
—Más rápido. Mastúrbate más rápido, más fuerte —Asami obedeció incapaz de pensar—. ¿Me sientes en tu lengua? —le preguntó Akihito sin dejar de acariciarse el pene—. ¿Sientes como me penetras? —preguntó el rubio introduciendo con fuerza los dedos en su ano.
—Sí —jadeó el yakuza en respuesta a ambas preguntas.
—Córrete ahora —ordenó Akihito sin dejar de mirarle.

Asami gritó cuando el placer estalló en sus testículos y recorrió ardiente el camino hasta su glande. Siguió gritando cuando el semen abandonó su cuerpo en cálidos e impacientes chorros que se derramaron sobre sus muslos. Bufó indignado cuando los estertores del orgasmo llegaron a su fin y su cabeza se despejó lo suficiente como para comprobar que había sido derrotado sin miramientos.

Su mirada se centró en Akihito, su rostro estaba sudoroso, sus ojos entornados, sus labios entreabiertos. Su pecho subía y bajaba rápidamente, sus manos acariciaban su sexo todavía.

—Estás a punto de correrte —No era una pregunta.
—Sí —contestó el rubio.
—Deja de tocarte —exigió tranquilamente. Akihito enarcó una ceja—. Pon las manos sobre las rodillas —ordenó, juntando las piernas y cruzándolas a la altura de los tobillos. Su pene descansaba flácido sobre su muslo. En esos momentos una sola idea vagaba por su mente, Akihito iba a pagar cara su victoria.

—Como desees —aceptó el chico—. Y ahora ¿qué? ¿Terminó el juego? —preguntó sonriendo. Se sentía poderoso, invencible. Le había ganado en su propio juego.
—En absoluto. Has ganado una batalla, pero no la guerra.
—Si tú lo dices... —se burló Akihito—, pero a mí me parece que estás K.O. —comentó señalando con la mirada su pene flácido.
—Por ahora —aceptó el yakuza con los dientes apretados—. Tómatelo como una tregua.
—Necesitarás un mástil que se mantenga rígido para ondear mi bandera blanca —dijo Akihito divertido.

—No te preocupes por eso —gruñó él—. Tengo uno justo aquí —aseveró, inclinándose y recogiendo del suelo la fusta.
—Uisssss... ¡Qué mal perdedor...! ¿Me vas a fustigar por haber ganado?
—Sí —afirmó.
Akihito alzó una ceja e hizo un mohín juguetón con los labios. ¿A qué pretendía jugar ahora?

—¿Cómo te sientes? —preguntó Asami
—Bien, gracias.
—Mantén las manos sobre las rodillas.
—Sí, amo.

Asami gruñó al oír su tono sumiso y burlón a la vez. Akihito no sabía con quién estaba jugando. Con un movimiento certero de su mano, la fusta rozó con suavidad los pezones erectos del joven, éste inhaló con fuerza pero no se movió. Asami sonrió. Siguió jugando lentamente con la fusta sobre sus pezones, apenas rozándolos hasta que la espalda de Akihito se arqueó para acercárselos, entonces comenzó a bailar con el erótico instrumento sobre las líneas de su  pecho, recorriéndolo pero sin acercarse a los duros y rosados pezones que esperaban anhelantes su contacto. Akihito bufó disgustado, sentía el pecho duro, los pezones le ardían esperando una caricia que no llegaba...

La fusta se deslizó de repente por su abdomen, bordeó la cavidad de su ombligo y trazó líneas sinuosas sobre su ingle casi rozando su verga pero sin llegar a hacerlo, tentándolo unos milímetros por encima del pene palpitante e hinchado.

Akihito levantó un poco el trasero del asiento, intentado obtener la caricia que ansiaba, pero Asami desvió el recorrido, ascendió de nuevo a las curvas inferiores de su pecho, y continuó su camino hasta la clavícula y el chupetón rosado que lucía en el cuello.  Akihito dejó caer el trasero de nuevo sobre el asiento y relajó sus músculos. ¿A qué estaba jugando?

Asami sonrió al ver el gesto frustrado del joven, siguió acariciándole la
garganta con pasadas lánguidas y suaves de la fusta, dejando que se
relajara...
—Levanta tu pecho para mí —ordenó el yakuza.

Akihito obedeció casi impaciente. Elevó su pecho y esperó, pero él no hizo nada. Siguió paseándose por su cuello.
—Me gustan tus pezones. Tan rosados y sensibles. Me gusta cuando se endurecen contra mi lengua. Me gusta succionarlos y sentir como tiemblas —afirmó él. Akihito cerró los ojos y vio cada palabra descrita formando imágenes en su mente.

La fusta voló desde el esternón y restalló sobre su pecho con un golpe
suave y seco a la vez. Akihito se estremeció... un segundo después volvió a caer en el mismo lugar, quizá un poco menos suave, pero sin causar más que un leve dolor que rápidamente se mezcló con el placer.

Asami jugó con la fusta, alternando roces suaves con toques más fuertes; caricias lentas y cuidadosas con pasadas rápidas y casi dolorosas, hasta que los pezones estuvieron tan rojos como cerezas maduras, tan prietos como guijarros. Observó al dueño de su alma y sintió que el corazón se le hinchaba orgulloso; Akihito aún mantenía las piernas abiertas, pero todos los músculos de su cuerpo temblaban ante cada roce. Su ano rosado y brillante se contraía rítmicamente, buscando una culminación que no era capaz de encontrar. El pene destacaba terso y erguido...  Su respiración era errática; sus ojos se mantenían entornados, como si no quisiera cerrarlos pero fuera incapaz de mantenerlos abiertos. Sus labios se apretaban con fuerza, formando una línea pálida en su rostro.

—¿Te gusta? —preguntó ell yakuza. Akihito asintió con la cabeza— Háblame. Dime cuánto te gusta.
—Ohhh... No… Está... maaaal —jadeó sin poder evitarlo Intentó hablar de nuevo, pero no lo consiguió y optó por apretar los labios. Asami sonrió.
—¿Estás a punto de correrte?—preguntó, dejando resbalar la fusta por la ingle, presionando con ella su pene.

—¡Joder! Sí —gritó el rubio tensando todo su cuerpo, separando el trasero del asiento y abriendo las piernas tanto como podía. Las manos apretaban sus pectorales formando garras sobre ellos—. No pares ahora... Ahora, no...
—suplicó.
—Relájate —ordenó el yakuza golpeando con la fusta el interior de los
muslos.  Akihito gimió y dejó caer las nalgas de nuevo sobre el asiento—. Ábrete el culo con los dedos, pero no te toques—exigió—. Quiero ver como brilla, como llora por mí —jadeó Asami, tan excitado como el chico.

Akihito obedeció... Abrió se movió un poco de su asiento para levantar un poco el culo, mostrándolo húmedo y rosado, brillante por la excitación.  Asami recorrió el interior de sus muslos con la varilla en suaves caricias, recogió con la punta la humedad que se derramaba desde la punta del pene y bajó lentamente hasta su ano.  Lo ignoró y recorriendo lánguidamente su abertura, arriba y abajo, parando al llegar a la entrada de éste, hundiendo sutilmente la punta en el chico y saliendo con rapidez.  Akihito temblaba incontrolable, jadeaba en busca de aire, abría y cerraba los labios intentando contener sus gemidos.

—Levanta el trasero —exigió el yakuza.

La punta de la fusta se coló por la grieta entre las nalgas cuando Akihito obedeció, lento el ano sin compasión. Recomo el camino desde el perineo hasta el pene otra vez, presionando apenas, como la caricia insuficiente y frustrante de una pluma.

Akihito gruñó entre enfadado y frustrado.  Estaba al borde del orgasmo. Llevaba siglos a punto de correrse y el muy cabrón no se lo permitía. ¿Quería jugar? Jugarían. Respiró profundamente intentando controlarse y fijó la mirada en el regazo de Asami.  Estaba erecto otra vez. Sonrió.
—¿Te gusta lo que ves? —Le preguntó el rubio, tal y como Asami lo había hecho al principio.

—No puedes ni siquiera imaginar cuánto. Eres precioso... tienes los pezones tan rojos que sólo deseo lamerlos y succionarlos. Tu piel brilla como si fuera oro puro y mi polla se muere por entrar en ti y perderse; me duelen los huevos de las ganas que tengo de follarte. Tu ano está mojado con jugos que fluyen de tu verga y por los dedos que te introdujiste...  Pero, por encima de todo, deseo hundir mi cara en tu pene, absorber con mi lengua cada gota de éxtasis que mana de él, impregnar en mi rostro cada latido de tu esencia, llenarme la nariz con el perfume de tu placer —respiró profundamente y asintió con la cabeza—. Sí. Me gusta lo que veo.
Akihito abrió los ojos como platos, nunca le habían dicho algo tan hermoso… ni tan sexy.

—Acaríciate —exigió Akihito, susurrante.
—¿Qué?—Se sorprendió Asami al oír la orden del chico.  La fusta paró su vaivén sobre el ano.
—Acaríciate. Mastúrbate. Ya has vuelto a entrar en el juego, ¿no? —inquirió el rubio, señalando con la mirada su pene alzado.  Asami lo miró con orgullo. Su chico no se dejaba vencer fácilmente.

Bajó la mano libre hasta su pene y comenzó a acariciarlo lentamente, desde el glande hasta la base. Los dedos que sostenían la fusta temblaron ligeramente cuando el placer recorrió con fuerza su cuerpo.

Se miraron uno al otro.  Akihito observó la mano de él moverse arriba y abajo sobre su pene; su abdomen temblar, los pies arquearse hasta quedar de puntillas en el suelo, las venas marcarse y palpitar sobre los músculos tensos de sus brazos. Sonrió cuando los dedos que sujetaban la fusta se estremecieron... pero no la dejaron caer.

Asami observó al joven que amaba, su cuerpo sudoroso, su rostro sonrosado, sus labios entreabiertos y sonrientes. Sus dedos sujetando la abertura de su ano, temblando ante cada toque de la fusta.

Ambos hombres... frente a frente.  Dos voluntades, un solo destino.
—Cierra los ojos —pidió él.

Akihito obedeció... oyó el sonido de la fusta al golpear contra el suelo.
El chirrido de la silla al ser arrastrada, el chasquido de algo metálico
cambiando de posición sobre la mesa. Dejó de sentir el resplandor de la luz en su cara. La mecedora se movió ligeramente y luego comenzó a balancearse, había quitado los topes que lo mantenían inmóvil.

Sintió el familiar roce del cuero sobre sus ojos cuando él le colocó la
máscara, sintió sus dedos masculinos acariciando las manos que mantenían abierto su ano. Relajó los dedos y l anillo carnoso se cerró al sentirse liberado de su agarre...

—Doy por finalizado el juego —declaró el yakuza, poniendo sus manos a ambos lados del rostro de Akihito; acariciándolo, para luego aferrar con sus dedos fuertes y grandes el respaldo de la mecedora. Apoyó su rodilla contra el asiento, pegándolo a su entrepierna húmeda y tersa que tanto deseaba acariciar.

—Toma lo que quieras de mí —suplicó.  Akihito se inclinó hacia adelante, quitó las piernas de los apoyabrazos y resbaló de la mecedora, apretándose contra él, hasta quedar arrodillado en el suelo, con una de las piernas de Asami entre sus muslos. Pegó sus genitales a la piel cálida y masculina que cubría la tibia. Acopló su pene contra la dureza  y se meció contra ella.

Asami gimió ante la imagen que le proporcionaba su posición erguida.
Akihito arrodillado ante él, dándose placer a sí mismo contra su espinilla, mojándole con sus fluidos, marcándole a fuego con su pasión. Observó su precioso pelo platino ondear a pocos centímetros de su ingle, y deseó que el rubio acercara sus labios hasta su pene y lo besara.

Akihito aferró con sus manos los muslos de su amante. Ascendió por ellos hasta su trasero y hundió los dedos en la grieta entre sus nalgas. Tiró de ellas hasta que sintió el pene terso y cálido pegado a sus mejillas. Sonrió. Meció su cara contra la verga imponente que lloraba lágrimas de semen por él, frotó sus pómulos contra ella y cuando oyó jadear a su amante, abrió la boca y lo introdujo lentamente.

Asami apretó con fuerza los puños a ambos lados de sus caderas, deseaba asirlo del cabello y enterrarse por completo en su boca. Estaba a un paso de morir de placer. La lengua de Akihito le acariciaba el glande, se introducía en la abertura de la uretra, se impulsaba contra él. Sus labios presionaban el tallo de su pene, succionándolo con fuerza mientras su pene y testículos se resbalaban sin pausa sobre su espinilla, pintando con ellos húmedos senderos de deseo. Akihito hundió con más fuerza los dedos en el trasero del hombre. Su paladar se extasiaba con el sabor del pene que profundizaba en su boca. Sin importarle ningún límite, lo introdujo dentro; tanto que casi le tocó la campanilla. Sintió una arcada pero se obligó a relajar la garganta. Lo quería tener completo en su interior, tan profundo como fuera posible; quería sentirlo cuando se engrosara y alargara al bordear el orgasmo, quería que estallara contra su garganta e inundara sus sentidos con el sabor de su pasión. Se apretó más contra el hombre, los músculos fuertes y suaves de su pierna le raspaba el pene lanzando relámpagos de placer a su cerebro, volviéndole loco.

Asami rugió al sentir la garganta de Akihito presionando contra su pene, tragando sobre él. Perdiendo totalmente el control lo aferró del pelo mientras sus caderas oscilaban con fuerza contra el chico,  introduciéndolo más profundamente entre sus labios, una y otra vez... y otra más. Akihito montó con fuerza la espinilla de su amante. El pene palpitó contra su paladar, el hombre gritó. Explotó. Su sabor salado le recorrió la garganta haciendo que su verga estallara y todos los músculos de su cuerpo se tensaran.

Cuando los espasmos cesaron, se dejó caer agotado contra el yakuza.  Su pecho apoyado en sus muslos, su cabeza acunada contra la ingle del hombre.  El pene, ahora flácido, escapó de entre sus labios y una gota semen se deslizó por la comisura de su boca, Asami se tambaleó sin fuerzas, se separó del joven que se sustentaba en él y cayó de rodillas sobre el suelo.

Sin más, se abrazaron...  Akihito descansó su cabeza sobre el hombro de él.  Asami apoyó su mentón sobre la coronilla del rubio... Sus cuerpos permanecieron unidos en un abrazo que, extrañamente, no era erótico ni apasionado, pero del que emanaba algo así como... «amor verdadero». Ese irreal sentimiento del que hablan los cuentos para niños.

Cuando fue capaz de volver a respirar con normalidad, Asami se levantó, cogiendo a Akihito entre sus fuertes brazos, y lo dejó con ternura sobre la cama. Depositó un beso en su sien y miró a su alrededor.

Adoraba su cabaña, era un lugar ideal para meditar... al menos le encontró otro uso y compartirlo con alguien más... No porque la hubiera construido con sus manos ni por el sitio de ensueño en que estaba ubicada, sino porque allí sus sueños se hacían realidad.
—No te muevas —susurró.

Recorrió la estancia y fue cerrando una a una todas las contraventanas y cortinas, impidiendo que cualquier rayo de luz de luna se colase en la cabaña.  Apagó la lámpara de pilas que hasta ese momento había iluminado la estancia. Akihito oyó el clic de un interruptor y los pasos descalzos que llevaron a su amante hasta la cama.

El colchón cedió ante su peso cuando se tumbó frente a Akihito.  Un
escalofrío lo recorrió cuando sintió sus manos acariciar su cuerpo, recorrerlo, como si estuviera tan ciego como él y quisiera aprender sus formas con los dedos. Gimió cuando sus yemas, ásperas y cariñosas, trazaron los contornos de su cara hasta que se enredaron en las cintas de cuero y tiraron de ellas desatándolas.
—-Feliz Navidad, Akihito... —afirmó el yakuza al besar sus labios... y dormir un poco.



*        *        *        *        *        *



A la mañana siguiente, Akihito despertó y notó la ausencia de su amante en el lecho... se levanta de la cama, a la vez que se tallaba su ojo izquierdo; da una mirada rápida a la cabaña y descubrió una nota sobre la mesa.  Desdobla el papel para leer el siguiente mensaje:

***¡¡Feliz Navidad, cariño!!

Espero te haya gustado mi 'regalo', fui a la residencia a ejercitarme y a buscar  el desayuno... Prepárate, Akihito.  Falta el festejo de Año Nuevo y de eso, también me voy a encargar.

Así que, debes comer y dormir bien... eh. Te veo en 30 minutos sí es queaún sigues durmiendo.

Con amor...
'Tu amo y Señor'  ***

Akihito se encabronó por las últimas líneas, hizó bolita el papel y de inmediato buscó su ropa.  Ya vestido se dirige a la puerta y... ¡Joder! 
¿Está cerrada? —¡Me encerró! Pedazo de...—, y comenzó a golpear la puerta con los muebles.

Asami tendrá unas fiestas bien 'divertidas'... Akihito le sorprendió con
esa mamada... creo que en Año Nuevo subirá un poco el 'nivel', llevarlo al límite y ver ese brillo de desafío en sus hermosos ojos esmeralda.

FIN.


Comentarios

  1. Ahhhhhhhhhhhhhhhh
    Dios!!
    Solo me queda agradecerte que nos compartas esta deliciosa escena de amor. Me encanta el yakuza que es honesto con lo que siente y que le demuestra su amor a Akihito, ya no es solo sexo por placer, es amor.
    Es fascinante que haya amor en el acto sexual, eso lo hace lindo y claro también este constante juego en el que se involucran y que pelean por el poder, y que al final el orgasmo es el premio.
    Amo esta pareja y bajo tu pluma son geniales las experiencias.
    Muchas gracias por el one-shot y bueno creo que está claro que podemos esperar otra entrega... Año Nuevo, la venganza de Aki.
    Ojala los Reyes te hayan traído lo que pediste y sino pues ya será para el próximo año.
    Besos y abrazos.
    Cuídate mucho, see you :)

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    1. NIIII HAOOO!!!

      Que barbaridad!!! Yo esperando avisos en la fan page de Facebook, jajanajajaja xD Muchas gracias, que bueno que te gustó el one-shot... ¿Y.... la coca-cola? xDDDDDDDDDD Bueno al menos espero que te hayas tomado chocolate para la escena sooooooo hooot... Mi regalo para todas las lectoras del blog, deséandoles lo mejor en este 2016, que ya iniciamos.

      Jajajajajajajajajajajajajajajaja Todavía no tengo el nombre del siguiente one-shot, pero si te gusta ahi va la primicia: "Año Nuevo... Dulce venganza: RELOADED". XDDDDD. Gracias, Keyla... aprecio mucho tu comentario, ya que fuiste tú... quien me alentó a intentar escribir y aquí seguimos. Presente en cada evento, mugres Reyes Majes... algún día tendré a Asami, Takano, Iason y a Usagi-san en una orgía en mi mente y sin censura. xDDDDDDDD.

      Un abrazo y espero que hayas un lindo día de Reyes Magos... ¿te salió el muñeco? Espero leer tu one-shot, gracias y cuidate mucho.

      SAYOOOOOOOOOOOBYEE 3;)

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  2. Lo único que puedo decir es...HUAUUUUUUU ME RE ENCANTOOOO!!!!! Mi querida Shadow estas en ligas mayores eres exquisita y sublime al momento de describir cada una de las escenas sensualotas mmmmm hasta me transportarte "literalmente" hasta la mismisima escena jejeje mira lo k me haces decir.....pero la verdad estuvo shuculento el acto competitivo de estos dos insaciables y hermosos amantes gracias por darnos este regalito navideño k en verdad lo "disfrute" inmezurablemente y las palabras de amor y deseo en el acto sexual culminaron a la perfección este encuentro furtivo....Felices Fiestas y te deseo k todos tus anhelos y metas se te cumplan TQM y te envio todo mi cariño eres shuculenta mi chava ahí nos leemos en tu ffc k por cierto lo espero con ansias locas....♥♥♥

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    1. NI HAOOOO!!!

      Muchas gracias por tomarte el tiempo para leer este pequeño one-shot... que ya se los debía, me cae. jajajajajajaja te sentiste voyerista... gracias por las felicitaciones, yo te deseo lo mismo con un mega abrazo bien apretadito... y que este año nuevo que ya empezó... venga con cosas buenas... más yaoi... más hard y sin censura... jajajajajaja ya ni le sigo.

      Bueno en cuanto a mi fic MARDUK PROJECT, se verá con un ligero retraso debido al evento por que ando enferma y Keyla va de salida... espero terminar el manuscrito para pasarselo a Lawliett y ya de ahí a transcriir... Hermosa, te mando muchos besitos y abracituuus y nos leeremos pronto, cuidate mucho.

      SAYOOOOOBYEEE 3:)

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  3. Ow q gran regalo le preparo asami a mi aki
    Espero q haya un regalo para año nuevo
    Exelente one shot lo ame

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    1. NI HAOOOO!!!

      Gracias por comentar, que bueno que te gustó el one-shot... estoy en eso... cuando le pasé el archivo a Keyla, le comentaba que lo estaba leyendo otra vez y empecé a hacer notas... que no entraron a final de cuentas... pero sirvieron de base para el siguiente one-shot. así que sí... tendrán su regalito de Año Nuevo. Espero leerte para la actualización.

      Te mando un abrazo y nos leeremos pronto. Cuidate.

      SAYOBYEEEEEE 3:)

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  4. OMG!! OMG!! OMG!! Dioooss!! Miss Shadoww... Ud le hace a mis emociones lo que Aki le acaba de hacer a Asami. Me tomó totalmente desprevenida...me encantó obviamente pero es increíble lo que estos dos hombres son capaces de hacerse con tal de demostrar cuanto se aman el uno al otro!! Y Aki nos demostró que ha aprendido bastante bien el arte de la tortura y ahora me muero por saber como carajos Asami le hará pagar semejante atrevimiento!! Estuvo DELICIOSA la "entrada" peeero me muero por saber como estará el "plato fuerte".
    Gracias por el regalo de Reyes!!

    GISE n_n

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    1. NI HAOOOOOO!!!

      Gracias, hermosa por comentar... y sí. Habrá plato fuerte... te mando saludos y espero leerte en la siguiente actualización

      SALUDOS

      SAYOBYEEE 3:)

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  5. Que calor que Calor
    Tu haces que mi cara se sonroje en un 2 por 3
    Es increible como describes cada detalle
    Me encanto que en el capitulo tambien Asami le haya demostrado amor y ternura y no solo pasion y lujuria
    Bueno besos...

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    1. NII HAAAAOOOOO!!!!

      Muchas gracias por tomarte el tiempo para leer mi historia, que bueno que te gustó y bueno hay continuación... Disculpa la tardanza de mi respuesta, como ando enferma mis tiempos de conexión se han reducido considerablemente.

      Espero que hayas pasado unas felices fiestas, te mando un abrazo y espero leerte en la próxima actualización.

      SAYOOOOOBYYYEEE 3:)

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