En el Infierno. Capítulo 22.

El rubí de la serpiente.

— ¡Mmm!  —apretó sus finos labios para impedir que un grito se escapara.

Las caricias seguían aumentando y podía sentir como esas fuertes manos buscaban su piel.

La noche era acompañada de una suave brisa que poco a poco enfriaba el ambiente, las estrellas titilaban expectantes de lo que sucedía con la pareja, que estaba en pleno juego de seducción.

—Aquí no —Susurro en el oído de su amante.

—Aquí es tan bueno como en cualquier otro lado —le contesto con voz fuerte y decidida.

No habría manera de que él cambiara de opinión, además una parte de su cuerpo se negaba a esperar más tiempo. Sus manos seguían moviéndose por el pequeño cuerpo de su perra y al pasar por aquel delicioso lugar supo de inmediato que su cuerpo no era el único deseoso de continuar.

—Por favor, aquí no —le suplico y con la poca fuerza que tenía, trato de bajar la playera que lo cubría y que en ese momento ya no cumplía con sus objetivo.

— ¿Por qué no? —pregunto algo molesto.

—Kaled, cualquiera puede vernos —le contesto y dio un rápido vistazo a todo su alrededor, trataba de confirmar que seguían estando solos.

—Nadie nos verá y aunque así fuera —al decirlo termino por arrancar su playera de su pecho, sacándola por arriba de su cabeza —. No me importa ser visto, eso solo demostrara que eres mío y de nadie más, Julien —su voz logró sonrojar al pequeño.

Juli trato de cubrir su torso desnudo, su timidez seguía presente, incluso cuando Kaled ya lo había visto miles de veces —Pero no me agrada la idea de ser visto por los demás —contraataco.

Juli pensó que siendo su amo tan celoso no sería de su agrado que los demás lo vieran.

—Creo que en eso tienes razón —Juli pareció ver una pequeña luz de esperanza en los ojos de Kaled, quien ya se había detenido, el pequeño se iba agachar para recoger su playera tirada a un lado de ellos.

—Pero no hay de qué preocuparse, nadie viene aquí.

Antes de siquiera poder tocar la tela de su prenda Juli fue detenido, las manos de su amo lo sostuvieron de las caderas y sin más preámbulos, soltó el botón de su pantalón para poder acceder al, tan deseado, resquicio de su cuerpo.

Julien sintió las frías manos de Kaled en la piel de su cintura y un escalofrío lo recorrió —Mmm… —otro sonido lascivo se le escapo de nuevo.

Juli trato de despegar esas firmes manos de su cuerpo, si lo dejaba continuar su fuerza de voluntad no sería suficiente para detenerlo.

—Kaled, no por favor —le volvió a suplicar pero su amo ya no lo escuchaba o no lo quería escuchar.

El alfa siguió en su tarea, bajo los pantalones de su perra y empujo su cuerpo, pegándolo a la malla que estaba cerca de ellos.

— ¡Ahh¡ —la hembra grito al sentir el frío contacto del metal contra su piel desnuda.

El alfa beso los rosados labios de su hembra, la lengua de ésta se unió al juego de la de su amo. Los frenéticos movimientos de sus labios permitieron que el néctar que contenían se derramara por la comisura de ambos. Juli toco el pecho de su amo y busco los botones de su camisa, deseaba tocar su piel. «De todos modos no voy a lograr detenerlo» pensó la hembra, quien ya estaba disfrutando del momento en lugar de seguir resistiéndose.

Conforme iba desabotonando la camisa, Kaled besaba el cuello de su perra. Al terminar su tarea, Juli, paso sus manos por encima de la camiseta que traía puesta. Kaled pudo percibir el débil calor de las manos de su hembra, éste beso a Juli y mientras lo hacía, sus manos retiraron por completo la camisa y después en un veloz movimiento retiro su camiseta quedando al descubierto su firme pecho.

Julien vio la pálida piel, frente a él, que iluminada por la Luna parecía más blanca de lo normal. Sus ojos quedaron cautivados por su hermoso cuerpo y sin más objeciones permitió que Kaled continuara y él también participo en el juego.

La hembra comenzó acariciar el pecho de su amo con el deseo de poder tocar más allá de su piel, Julien deseaba llegar a lo más profundo de su alma.

Las caricias de Kaled se desplazaron desde su cuello pasando por su espalda hasta llegar a esas redondeadas montañas que escondían una gruta que fue el mayor tesoro que había descubierto. Al entremeter sus dedos por aquella zanja, noto la humedad que se filtraba desde aquella pequeña entrada y esto sirvió como aliciente para que su miembro comenzara a rezumar su contenido.

Kaled succionó el cuello de su hembra y ésta en respuesta grito rompiendo el silencio de la noche que los rodeaba.

— ¡Ahh! —Julien recargo su cabeza en la malla — ¡ya Kaled! ¡Hazlo! —le grito y este rio en respuesta.

El alfa no deseaba hacer esperar a su hembra que tan amablemente pedía de su ayuda.

Kaled desabrocho su cinturón y después su pantalón, Julien aprovecho para bajar sus bóxers y liberar sus pies de las prendas, quedando vestido solo por sus calcetines de colores y sus tenis negros de bota. Kaled dejo caer su pantalón acompañado de sus bóxers.

Miro la delicada piel de su hembra bañada por la luz de la Luna, su largo cabello ondeando débilmente por la brisa nocturna y sus hermosos ojos azules que lo miraban con un brillo mágico otorgado por el astro que coronaba el cielo.

Se acerco a su hembra que parecía ansiosa por seguir el juego detenido.

— ¿Qué tal si seguimos en el departamento? —Kaled lo dijo mientras sus manos acariciaban sus muslos.

— ¡Kaled! —Juli gritó desesperado por el comentario de su amo.

La risa de Kaled molesto a su acompañante.

—Solo bromeaba —contesto y su mano bajo por su abdomen hasta tocar la suavidad de su vello, continuó así hasta tocar el miembro turgente de Julien.

— ¡Agh! —fue el único sonido que salió de la boca de Juli.

Kaled acaricio esta parte hasta sentir un poco de líquido escapando, paso sus dedos por la uretra y Juli apretó la espalda de su amo. Juli estaba cada vez más encandilado por esas caricias.

La agitada respiración de la perra llegaba a los oídos alertas de su amo y este se veía contagiado por ellas.

—Abrázame fuerte—Kaled le ordeno a su perra.

La obediencia por parte de su hembra era cada vez más notoria; en cuanto Kaled sintió los delgados brazos rodeándole el cuello, puso sus manos por debajo de los muslos de Juli y lo levanto.

— ¡Esto será genial! —Kaled lo dijo emocionado.

En realidad para el alfa, levantar a su perra no era difícil, pues este no pesaba mucho, aunque al parecer había ganado algo de peso. Juli instado por la posición de las manos de Kaled rodeo con sus piernas el torso de éste, soltó una de sus manos y se detuvo de la malla y se acomodo de tal manera que le permitiera un libre acceso a su cuerpo.

De esta manera Kaled pudo acomodar una mano en el trasero de su pequeño y con la otra ayudarse a escavar en esa escondida gruta, antes paso sus dedos por la boca de su hembra quien los lamio amablemente y los dejo empapados de saliva. No fue necesario pelear mucho con la entrada para extenderla ya que cedía fácilmente a los dedos que se restregaban a su marco.

Julien jadeaba y se abrazaba más fuerte al cuerpo de su amo.

Los movimientos de los dedos se detuvieron y Julien se preparaba para la subsecuente invasión. El hinchado miembro del alfa fue introducido lentamente por esa estrecha entrada.

—Ahh —Juli grito al sentir el caliente pene que palpitaba dentro de él.

Kaled no reparo en sutilezas y comenzó a moverse dentro de su perra, la cual jadeaba placenteramente con cada arremetida.

— ¡Más… adentro! —Juli le exigió a su amo.

El aludido respondió con una profunda estocada, que hizo que Juli pudiera alcanzar esas brillantes estrellas que los miraban morbosamente. Julien miro al cielo y sus manos se aferraron, más fuerte, mientras su cuerpo se convulsionaba de placer, su semen salió expulsado con fuerza de su cuerpo y derramado sobre su pecho.

Kaled tenía una de sus manos en las nalgas de su perra y la otra en su espalda, sintió como su miembro era apretado por el esfínter de Juli y con esa última sensación se permitió derramar su semen dentro de su hembra. Miro el semblante sonrojado y agitado de su perra, era tan hermoso ver su rostro excitado.

Los dos hombres mostraban gotas de sudor bañándolos y los movimientos de sus respiraciones eran evidentes. Con cada inhalación deseaban llenar sus pulmones vacios y sosegar la calentura de sus cuerpos, incluso la fría brisa era imperceptible para ellos.

La noche seguía acompañándolos. Kaled ya no podía más, su cuerpo pedía un poco de descanso, así que salió del cuerpo de Juli en cuanto sintió que había vertido todo lo que poseía. Abrazo fuerte a su perra y éste se soltó de la malla y se enrosco con fuerza a su amo. Lentamente Kaled se fue arrodillando hasta quedar sentado sobre sus piernas, en el pasto, y con Juli sobre de ellas.

La hembra se extasió con el fuerte aroma de su amo, tanto así que restregó su nariz por todo su cuello, haciendo que el sensible hombre se sobresaltara con estas dulces caricias.

—Dame solo unos minutos, recobró el aire y continuamos—Kaled le suplico a su ansiosa perra.

Julien al darse cuenta de a qué se refería, se sonrojo y se escondió de su vista, pues él solo se había dejado llevar por su embriagadora esencia.

Kaled acaricio la espalda de Juli que estaba cubierta por su cabello. Conforme el calor, del que habían sido presas, se disipaba, ellos se percataban del frío que envolvía a la noche. El alfa tomo su camisa y se la puso a su hembra para evitar que se enfriara.

Habían pasado varios minutos y la joven pareja terminaba de vestirse. Julien miraba por la malla las casas y edificios que los rodeaban, lo que alcanzaba a ver lucía con vida, tal vez no eran las lujosas casas de antaño o los ostentosos departamentos pero aun con las fachadas decoloradas y destartaladas la presencia de cortinas y adornos en las ventanas y puertas, además de las plantas y árboles, todo en conjunto le conferían una cierta calidez a las construcciones… al Oasis.

— ¿Te gusta? —Kaled le pregunto al tiempo que acorralaba a su perra contra la malla.

—Sí, es una linda vista —contesto — ¿algún día podré recorrer un poco de ese paisaje? —Juli pregunto con un poco de esperanzas de poder salir de su departamento.

—No lo creó —Kaled contesto sincero y recargo su cabeza en el hombro de Juli —Andar afuera es peligroso y más para ti por ser mi perra… —se dio cuenta de la tristeza que súbitamente embargo al chico —tal vez si yo te acompaño…

—Gracias —Juli contesto feliz y se giro sobre sus pies para poder ver a su amo y abrazarlo.

—No he dicho nada —aclaro.

—Pero lo tomaras en cuenta y eso me hace feliz —Juli le dijo e ignoro lo que sea que fuera a decirle, cubriéndole la boca con la suya.

—Eres un ser manipulador —Kaled le dijo y lo beso de nuevo.

—Gracias por dejarme conocer tu hermoso escondite —Juli miro de nuevo todo a su alrededor y se dejo conquista una vez más por ese fragmento de paraíso en medio del infierno.

Kaled había llegado temprano, y al ver a su perra aburrida decidió mostrarle su lugar favorito en todo el Pandemónium.

Y es que el alfa de la manada de las serpientes, Kaled, tenía un pequeño lugar al cual recurrir cuando se cansaba de estar con sus perros, o cuando los problemas lo agobiaban hasta el punto de no dejarlo dormir, incluso cuando simplemente se sentía triste y la melancolía lo atrapaba, acudía a este lugar, la azotea del edificio dónde vivía había sido arreglado y adaptado para resguardar y mantener un hermoso jardín.

La mayor parte del piso estaba cubierta con pasto y rosales se enredaban en un extremo de la malla, con hermosas flores rojas y blancas, aromatizando con su dulce fragancia todo el lugar. En medio había una mesita de madera con algunas sillas a su alrededor, pequeños arbustos marcaban el pasillo de entrada hasta la mesa. Unas grandes y redondas macetas en las esquinas del lugar albergaban a unas frondosas hortensias rosas y azules; muchas flores inundaban el lugar de diferentes colores, formas, tamaños, formando una exótica imagen. El alfa había construido y cuidado un fragmento del Edén perdido, justo en medio del Infierno.

—Pocas personas tienen permitido entrar aquí, obviamente tú serás una de ellas —Kaled miro como su perra seguía embelesado con el jardín —creó que este es el lugar perfecto —lo dijo y saco de su pantalón una pequeña cajita de terciopelo rojo.

Miro la cara sorprendida de Julien. Abrió lentamente la cajita y permitió que su contenido quedara expuesto a la luz de la Luna.

La pequeña joya brillo con la luz y fue bañada por unas gotitas de agua salada que eran vertidas por ese mar que tanto cautivaba a Kaled.

Kaled saco de la cajita el anillo que por fin demostraría que Julien era su perra, había tardado en ponérselo porque lo había mandado a hacer. La alianza era diferente a las de sus cancerberos, pues esas eran lisas, sin embargo la suya tenía una serpiente que parecía estar envolviéndose alrededor de la argolla y en la cabeza de este frío animal brillaba un pequeñísimo rubí que representaba su ojo. Todo el anillo era una obra de arte, el tallado había sido tan detallado que el cuerpo del animal se podía ver perfectamente.

El alfa tomo la mano izquierda de su perra y suavemente deslizo el anillo en su dedo anular, de esta manera ya era oficial, Julien era la hembra del alfa más importante del Pandemónium, Kaled.

—Eres mío y no dejaré que te alejes de mi nunca —Kaled hizo de esta manera, nada convencional, su declaración de amor.  

La joven hembra estaba feliz sabía que con esta frase le estaba declarando su amor, él se había acostumbrado a la vida poco convencional de la manada y la forma fría de ser de su amo.   

—Yo tampoco me quiero alejar de ti —Juli declaro su amor por su pareja.

Kaled abrazo a Julien y como si fueran una pareja de recién casados, lo tomo en sus brazos y lo llevo hasta su departamento, y lo dejo libre de su abrazo solo para depositarlo sobre la cama, donde reinicio su cortejo.     

Las noches eran cada vez más cortas o eso pensaban los dos hombres que durante el día solo esperaban con ansiedad a que el sol descendiera de su nicho para darle paso a la oscuridad.

Julien y Kaled habían pasado el último mes en una especie de Luna de miel, noche a noche disfrutaban el uno del otro. No había manera de que alguno de los dos se hartara de sus juegos de pareja, cada encuentro era diferente y tan placentero que siempre quedaban con ganas de más.

—Buenos días, mi amo —lo miro con una enorme sonrisa y su amo poso sus ojos la brillante serpiente que envolvía su dedo.

—Buenos días —Kaled le contesto feliz —prefiero que me digas esposo o marido —intento jalarlo a la cama pero este se negó.

—Me vas hacer tirar todo —le dijo y Kaled por fin noto la charola que llevaba en las manos.

—Gracias —le dijo y permitió que este le pusiera la charola con su desayuno sobre sus piernas.

Julien corrió hacia el otro lado de la cama y se sentó a lado de su amo. De esta manera los dos desayunaron juntos.

—Hoy es probable que no llegue a dormir, aunque no es seguro —Kaled hablo serio y algo triste.

— ¿Por qué?— Julien le pregunto algo molesto.

—Lo siento, hoy tengo que arreglar algunos asuntos con otras manadas, además se acerca el día rosa y para nosotros es una fecha importante…

— ¿En serio? —Julien lo interrumpió sorprendido ya que no pensó que en ese lugar le dieran tal importancia.

—Así es —contesto y paso la charola a la mesa —cada manada lo recuerda de diferente manera. Nosotros hacemos una ceremonia solemne y se presentan algunos respetos por medio de diferentes ofrendas, y al día siguiente se lleva a cabo una celebración más alegre pues también simboliza el nacimiento del Pandemónium.

— ¿Podré asistir? —Julien pregunto algo emocionado pues aunque el día rosa siempre había sido triste, le parecía interesante ver ¿cómo era una celebración en la manada?

—Claro que sí, toda la manada asistirá, además se hace la presentación de los cachorros nuevos, si es que hay, de las nuevas parejas y de peticiones de unión. Habrá un banquete, te divertirás, sin embargo no te alejaras de mi ni un solo segundo —le dijo de manera amenazadora.

Juli no dijo nada a lo último pues ese lado celoso era parte de la personalidad de su amo y no había manera de hacer nada al respecto.

— ¿Y de qué hablaras con la otra manada? —Juli le pregunto a su amo.

—Ya lo hemos hablado Julien, no te inmiscuirás en los asuntos de los machos —Kaled no había cambiado de opinión sobre no decirle nada sobre los asuntos de la manada con las demás.

Julien seguía queriendo saber más pero Kaled no cedía.

—Ashh —contesto algo molesto y se puso de pie —está bien no me digas nada —recogió la charola y se fue.

Julien sabía que Kaled no deseaba preocuparlo y por eso se negaba a hacerlo participe de los problemas de la manada, pero a la hembra esto lo frustraba. Se puso de pie, estaba molesto, tomo la charola y salió de la habitación ignorando el llamado de su amo.

Julien se fue a la cocina. Inicio sus labores diarias, al guardar algunas cosas en el refrigerador, se vio atraído por una enorme rebanada de pastel de chocolate, que un día antes Ariel le había llevado a Kaled.

La hembra no tenía la fuerza de voluntad necesaria para resistirse a esas tentaciones y tal vez por eso había subido de peso en el último mes. Julien saco el plato con el postre y se sentó en la mesa de la cocina, preparado con cuchara en mano inicio su ataque a ese trozo de pastel.  Al parecer su enojo estaba disminuyendo, tal vez la dulzura del chocolate estaba haciendo efecto.

— ¿Sabe bien? —La mirada de Kaled parecía devorar el pastel y su lengua paso por sus labios, incluso se acerco para probar aquel suculento postre.

—Sí, está delicioso —Juli tomo un poco con la cuchara y se lo acerco a su amo, éste lo vio pero decidió declinar su ofrecimiento. 

—No, mejor no —contesto triste y se alejo de la mesa.

—Deberías de llamar a Rogelio —le sugirió pues sabia porque no comía postres desde hace casi un mes.

—No es necesario, en unos cuantos días el vendrá.

— ¿Le dijiste de la inyección? —Juli le pregunto pues no habían hablado del tema desde aquel día.

—Sí, la traerá cuando venga —Contesto y mejor salió de la cocina pues la tentación era mucha.

Julien se sintió mal por Kaled, pues seguía sin poder comer cosas dulces ya que en cuanto probaba algo lo vomitaba; la medicina que Rogelio le había recetado, funciono bien mientras la estuvo tomando pero en cuanto esta se termino su vomito regreso, sin embargo ahora toleraba bastante bien la comida, lo único que parecía disparar su malestar era la comida dulce. Tal parecía que él, que amaba las cosas dulces, de repente ya no las toleraba y Julien quién nunca fue un gran amante de los postres, de repente le atraían de una manera descomunal.

Aun cuando le preocupaba la situación de su amo, Juli no pudo desperdiciar esa rebanada de pastel y al igual que todos los postres que le habían sido llevados antes, se lo comió completito.   

Al terminar sus quehaceres del hogar Julien fue con Kaled que estaba en la sala leyendo unas hojas.

— ¿Qué es? —Julien le pregunto.

—Nada —Contesto y puso las hojas sobre la mesita, con las letras hacía abajo.

Julien no deseaba pelear de nuevo, así que decidió ignorarlo.

—Oye deberías de pensar en algo que te gustaría regalarle a Ariel —Kaled tomo su delgada mano y lo atrajo sobre sus piernas.

— ¿Por qué? —pregunto Juli, pasando su mano por el cuello de su amo.

—Fue su cumpleaños hace un poco más de un mes. Fue en los días que te dejamos solo y como todos estuvimos muy ocupados no lo pudimos celebrar, y Raúl me ha preguntado si podemos festejarlo en el día del Pandemónium, y obviamente acepte —el amo beso el cuello de su hembra, justo donde lo había marcado durante la noche.

— ¡Auch! —Juli se quejo.

— ¿Duele? —Kaled le pregunto pero Juli lo ignoro —tal vez deba curarlo —al decirlo, el alfa comenzó a lamerle el cuello, específicamente esa área enrojecida.

—Oye no eres un animal como para tratar de curar mis heridas con tu lengua —Juli se quejo, sin embargo la lengua de su amo estaba alterándolo por completo, su rostro se veía enrojecido, su cuerpo parecía despertar de su letargo, al igual que su respiración que parecía estar acelerando su ritmo.

—Si lo soy —contesto feliz de ver como el cuerpo de su hembra respondía a todas sus caricias, incluso cuando su dueño no deseaba hacerlo —soy un perro del infierno y tú eres mi presa —sus manos empezaron a buscar algo entre los pliegues del pantalón de Juli.

—Con su permiso —la voz de un hombre interrumpió a la joven pareja.

—Giovanni no podrías ser más oportuno —Kaled contesto molesto y Juli se sonrojo más al ver como los ojos del aludido se concentraban en él y en la posición en la que estaban.

—Lo siento Kaled, ¿debí tocar?—parecía divertirse con la escena ante él.

—No, lo que debiste hacer es no haber venir —Juli se levanto y se paso a un lado de su amo, de hecho deseaba irse a esconder a su cuarto pero la mano de Kaled no se lo permitió.

—Lo siento Julien —Giovanni ofreció su disculpa al único que creía haber molestado.

—No te preocupes —Juli contesto avergonzado.

—Bueno y ¿a qué viniste? —Kaled pasó su mano por la cara y trataba de controlar su molestia —se suponía que te vería dentro de unas horas.

—Lo sé —Giovanni cambio su semblante relajado a uno serio —. Ha ocurrido algo en la frontera de la soledad, al parecer hay disturbios, Jonás ha pedido que vayas, al parecer es urgente.

—Está bien —Kaled entendió que realmente estaba pasando algo importante de lo contrarió no sería llamado —tengo que salir, Juli, en cuanto regrese retomaremos el asunto en que estábamos. Ah y no se te olvide pensar sobre el regalo —Kaled se acerco a Juli, le dio un beso rápido, tomo las hojas que había estado leyendo.

Julien miro como Giovanni, se despidió con un movimiento de mano, y Kaled salían del departamento.

La hembra se quedo varios minutos viendo la puerta por donde había salido su amo, mientras su mente pensaba en lo que Giovanni había dicho, « ¿Cuál será la frontera de la soledad?» Se pregunto. Mientras su mente seguía inventando tontas teorías la puerta se abrió dando paso a dos jóvenes.

—Hola Juli —Los dos saludaron.

—Hola Dave —contesto sorprendido, pues casi no lo iba a visitar, Ariel decía que por miedo a Kaled —Ariel, hola —termino por saludar a los recién llegados.

—Venimos a secuestrarte —Ariel contestó y Dave parecía no muy convencido por la idea.

— ¿Qué quieres decir? —Juli pregunto curioso y con una media sonrisa.

—Dijiste que deseabas aprender a cocinar postres o ¿no? —Ariel le pregunto y Juli asintió —. Bueno pues hoy es tu gran oportunidad de aprender a hacer pie de manzana, claro ¿solo si tú gustas? — y Juli recordó que era uno de los postres favoritos de Mark.

—Si, por favor, enséñame —le contesto emocionado.

—De hecho yo también voy a prender —le contesto.

— ¿No lo harás tu? —pregunto extrañado.

—No. Leonardo por fin es libre de salir de casa y me ha dicho que Gerard le pidió que le hiciera pie —Ariel parecía contento —y él a su vez se ofreció a enseñarme, yo le dije que tu deseabas aprender y el acepto que vinieras. Es una gran oportunidad para que conozcas a Leo y a su bebé, que esta hermoso —Ariel estaba contagiando su entusiasmo a Juli.

—Pero y ¿Kaled? —La hembra pregunto algo preocupada, pues su amo seguía sin darle permiso de salir de su departamento.

—No te preocupes, los machos tuvieron una emergencia y por eso han salido la mayoría y el resto no entra al departamento comunal, sin que haya uno de los machos del condominio presente —Ariel le explico y Juli miró a Dave que parecía no muy convencido de la historia de su acompañante —Además Raúl me dijo que hoy tendrían mucho trabajo y que llegarían muy tarde por lo que hicimos cálculos y creemos que habremos terminado antes de que ellos regresen, y no es como si te fueras a fugar de nuevo ¿cierto? —Ariel termino con esta sencilla pregunta pues no deseaba arriesgarse a ser castigado, pues eso pasaría si Julien intentaba escapar.

—Cierto, no intentaré escapar —contesto avergonzado de que Ariel pensara en esa posibilidad.

—Entonces ¿vienes? —Ariel pregunto.

—Si somos sorprendidos nos va ir muy mal —Dave interrumpió la respuesta de Julien —el amo se va enfurecer, y sospecho que ni Giovanni, ni Raúl podrían salvarnos de un merecido castigo.

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