Hojas de otoño. Capítulo 6.

 Lluvia de recuerdos.

    

 Lucky se remueve a mi lado y mi conciencia recuerda su presencia, dejando a un lado mis memorias. Siento mi cuerpo aun descubierto y lo cubro, bajo mi playera y subo mi pantalón. Lucky se percata de mis movimientos, se remueve en su lugar, aun cuando aleje sus brazos y piernas de mi cuerpo, el vuelve a abrazarme.

El sol de la tarde que invade la habitación, no es lo suficientemente fuerte para calentar el pequeño cuerpo del chico a mi lado. Busco las mantas para cubrirlo, pero el abrazo de Lucky limita mis movimientos.

—No me iré, solo deseo cobijarte —le susurro al oído y parece entenderme. Sus manos me liberan, pero su pierna sigue sobre las mías.

Encuentro con la mirada la orilla de las mantas, la tomo y la jalo para poder cubrir al niño. Al sentir el contacto de las mantas, Lucky me vuelve a rodear el pecho con sus brazos, obligándome a recostarme de nuevo.

El pequeño cuerpo de Lucky me rodea y me recuerda a los gatos. Alguna vez tuve un pequeño minino negro, de ojos verdes; siempre que estaba en mi cuarto se echaba a mi lado, buscaba algo calientito para poder dormirse. Me gustaba acariciarlo mientras estaba cerca de mí y él siempre me regalaba un suave ronroneo en agradecimiento.

Me gire para poder abrazar al chico, acerque su pequeño cuerpo al mío, le acaricie la cabeza pero él no ronroneo, él solo sonrío a mi caricia y apretó más su abrazo.

Al mirar su carita, note su palidez, su rostro estaba relajado, y su respiración era tranquila, por más que lo miraba seguía pareciéndome triste que sus ojos estuvieran cubiertos por ese antifaz. Sin embargo su media sonrisa me hace pensar que se siente feliz por sentirme cerca, aunque supongo que no es por mí, debe de ser esa sensación de seguridad que te da el ser abrazado por alguien.

Cierro los ojos y dejo que los recuerdos inunden mi mente una vez más.

Y llegan imágenes de unos brazos que me mantienen preso en su calidez, el suave tacto de la piel de mi yakuza me hace añorar esos momentos, amaba recargar mi mejilla contra su pecho y respirar su aroma, llenar mis pulmones con su perfume era como recargarme de energía todas las noches para poder sobrevivir el día siguiente sin su presencia. Casi puedo sentir su pausada respiración sobre mi cabeza removiendo mis cabellos y el cómo era arrullado por el sonido de sus latidos, esa era la mejor canción de cuna para mí.

Tal vez esa es la razón por la que no puedo conciliar el sueño, ese hombre me condiciono para solo poder dormir a su lado, él muy maldito entreno mi cuerpo de todas las maneras posibles para solo poder estar con él y por eso ahora la separación me está matando lentamente, cada parte de mi cuerpo lo extraña y exige su presencia para seguir viviendo.

Este recuerdo solo me hace sufrir, solo profundiza mis heridas, impide que cicatricen, aunque no sé si eso sea posible.

Abrí los ojos para detener la tortura de mi mente, miro el rostro de Lucky descansando en mi pecho.

— ¿Por qué me haces recordarlo? —Le reclamo al pequeño que duerme plácidamente — ¿Disfrutas con el dolor ajeno? —Por más preguntas que haga, Lucky no se mueve ni emite sonido alguno.

Sigo observando al pequeño gatito enroscado a mi lado, sé que mis reclamos están mal dirigidos, Lucky no tiene la culpa de esta situación. Henry es el verdadero culpable de que yo esté sufriendo, este chico al igual que yo debe de ser una víctima de este hombre, seguramente Henry le hizo lo mismo que a mí, arrebatarlo de su vida, alejarlo de su familia y lo convirtió en esta triste mascota.

Henry es un maldito que solo toma lo que quiere sin importarle el daño que cause.

Ojala pudiera escaparme y llevarme a Lucky conmigo, alejarlo de esta horrible situación, ayudarlo a recuperar su vida. Sin embargo el gatito parece diferir de mis deseos de libertad, eso quedo claro hace solo unos días. Debí saberlo desde el principio, los gatos son animales independientes, nunca hacen lo que uno desea, solo lo que les conviene. Y eso fue lo que Lucky hizo…

…Henry había llegado feliz. Una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro y al entrar a la habitación y verme esta se pronunció más.

Yo lo miraba con recelo, desde la ventana, había estado lloviendo desde muy temprano, y me había distraído viendo cómo caía la lluvia.

—Ven Takaba, quiero divertirme —extendió su mano para que la tomara.

Mi cuerpo estaba renuente a obedecerlo, mi cerebro lo contradecía pues estaba convencido de que la obediencia daba mejores resultados. Así que con solo dar unos pasos ya estaba a su alcance, no tuve la necesidad de tomar su mano pues me jalo del brazo y me acerco a su cuerpo.

—Buen chico, ya estas aprendiendo —lo dijo mientras su mano se pasaba por mis cabellos para alborotarlos.

El calor que desprendía era insoportable, incluso traspasaba su traje, me quemaba tenerlo cerca.

— ¿Te gusta ver llover? —su mano se poso en mi barbilla y levanto mi rostro para que lo viera a los ojos —. Te vi muy concentrado viendo hacia afuera —la curiosidad aparecía reflejada en su rostro —. Supongo que debes extrañar salir, sentir el aire libre, el poder caminar fuera de esta habitación debe de ser un sueño para ti —me lo dijo tan calmado.

En realidad he pensado mucho en eso, deseo ser libre, poder ir a buscar a Asami, o lo que quede de él. El proporcionarle un lugar donde descansar en paz es mi mayor anhelo pero solo por eso. Claro hay personas que me importan, mis padres por ejemplo, y aunque pienso mucho en ellos no me creo capaz de recuperar mi vida anterior al yakuza. ¿Cómo recobrar una vida que giraba alrededor de ese hombre?

Henry me miraba esperando a que respondiera, ¿me gusta la lluvia? Lo que había hecho que me concentrara en el clima fueron los recuerdos de un pasado feliz.

Aun cuando habían pasado años desde esa noche, yo la recordaba como si hubiera sido ayer. Una noche de tormenta en la que un empapado hombre de traje había tocado mi puerta para pedir posada.

Esos lejanos días en los que el orgullo y la vergüenza no me dejaban aceptar mis sentimientos por él.

Ese día lo había visto por casualidad, me salvo de un tipo que me seguía muy molesto por tomarle algunas fotos, me invito a subir a su lujoso auto y me llevo por la ciudad, aunque estuvimos muy cerca, él estaba muy ocupado, por lo que no me había hecho mucho caso, además yo no aceptaba ese sentimiento que crecía lentamente en mí, así que me aleje de él lo más rápido posible. El haberlo tenido tan cerca despertó mi deseo de tocarlo, y ahora pienso que a Asami le paso lo mismo y por eso irrumpió en mi departamento a media noche para poder estar juntos.

Cuando abrí la puerta y lo vi de pie con su cabello goteando y sus ojos enérgicos mirándome. Mi cuerpo se estremeció solo de verlo y mi deseo recientemente apaciguado había despertado de nuevo. Tratándose de Asami, obviamente se dio cuenta de mi reacción, de alguna manera el siempre entendía lo que quería incluso sin que yo le dijera nada.

Esa noche Asami cumplió mis deseos y bajo un cielo iluminado por los relámpagos y la constante lluvia cayendo, tomo mi cuerpo. Mis gritos fueron escondidos por los fuertes truenos y mi calor sofocado por el agua salada de su cuerpo. Esa noche la tormenta no fue solo afuera.

—Estoy esperando una respuesta —Henry me saco de mis pensamientos —me gusta que me respondan, empiezo a creer que necesitas ser más obediente —sus manos acariciaron mi abdomen por debajo de la playera. Sentí la frialdad de su piel y me hizo temblar.

—No me gusta la lluvia —conteste tristemente —las nubes oscuras cubren el brillo del sol, ensombreciendo todo y la lluvia es fría como los recuerdos —mientras hablo trato de olvidar las imágenes que antes ocupaban mi mente.

—Que mal —contesta en voz baja, no sé si desea que lo escuche —Es mi clima favorito. El agua del cielo es cristalina y pura, incluso puede apagar el fuego que consume los cuerpos y las almas condenadas, el agua lava el espíritu cuando es vertida por las ventanas del alma, llevándose el dolor y todo aquello que lastima cuando corre por las mejillas —su voz sonaba melancólica —la lluvia es reconfortante. Es el mejor clima que pueda haber —concluyo y su voz sonaba esperanzadora.

Por varios minutos permaneció en silencio con la vista fija en la ventana pero a la vez perdida en sus recuerdos. Su cuerpo estaba pegado al mío, no sabía si debería decir algo o solo esperar.

—Dejémonos de charlas y mejor distráeme —su voz antes melancólica ahora regresaba a ser esa voz sería y sin emociones.

Sus manos me desnudaron. Yo seguía de espaldas a él. Sentí sus labios pegados a mi cuello, pensé que solo era un simple beso hasta que el contacto comenzó a generarme dolor. Sus manos no se quedaban quietas y masajeaban mis pezones, extendiendo su contacto a todo mi cuerpo.

¿Por qué el cuerpo traiciona al alma? Me lo he preguntado tantas veces y sigo sin comprender la razón. Odio a Henry pero aún así mi cuerpo responde a todas sus caricias. El calor aumenta, mi cuerpo esta excitado, incluso mis caderas se mueven, esto incita a Henry a seguir.

—Veo que cada vez peleas menos —lo dice mostrándose claramente feliz —me agrada darme cuenta que te estás acoplando a tu vida aquí, tal vez pueda darte un poco más de libertad — ¿cómo puede decir eso?   

Libertad, bendita palabra, antes siempre la añore y peleaba por ella. Ahora no se si la deseo, ¿de qué sirve estar libre cuando la persona con la que compartía mi libertad ya no está?

Las manos de Henry siguen tocando mi cuerpo, una de ellas se concentra en mi miembro, lo frota hasta que se extiende en toda su longitud.

Lo único que aún puedo controlar es mi voz, me cuesta no gritar, pero me mantengo lo más callado posible, no me he permitido llamarlo en medio del acto y seguiré así hasta que ya no pueda más.

—Deja de tratar de mantener el control de algo que no está en tus manos y mejor disfrútalo — su mano se movió a mi trasero y sus dedos expertos se sumergieron en mi interior —se que te gusta, qué más da que lo grites, él ya no lo tomará a mal. Asami está muerto, ya no puede molestarse porque tú sigas con tu vida —.

Asami está muerto, lo sé, no tiene porque recordármelo a cada minuto, no es necesario pues mi mente lo hace. El hecho de que mi amante este muerto no es la única razón para no querer tener relaciones con Henry, creo que Henry se ha olvidado de que estoy aquí en contra de mi voluntad.

Los movimientos de sus dedos son bruscos al restregarse a mis paredes ese dolor dura unos segundos antes de que sienta su pene introduciéndose en mí.

Quiero gritar por el dolor que me genera pero me resisto, solo muerdo mi labio ya destruido por este hábito. 

Henry entra y sale de mí sin repara en el dolor que me causa, cada movimiento suyo es un suplicio. Escucho su respiración agitada en mi oído, su mano me levanta una de las piernas para poder facilitarle su entrada, me inclino un poco, recargo mis manos en la orilla de la cama y deseo con todas mis fuerzas que esto termine.

Asami me entreno para que disfrutara del dolor, que todo lo que dolía fuera convertido en placer, con cada una de sus arremetidas. Mi yakuza siempre busco satisfacerme, al tiempo que él también lo hacía. Sus juegos sádicos me volvieron un masoquista y de esta manera los dos nos divertíamos.

Con Henry es diferente y cuanto más tiempo paso con él, más diferencias encuentro. Henry jamás se podrá compara con mi amante.

Siento como Henry ha empezado a liberar su semen en mi, su calor me invade y quema por dentro. Mi entrepierna es manchada por una mezcla anaranjada, ya no me sorprende, desde hace varios días he estado sangrando, algo que a mi verdugo no parece molestarle.

—Es como si estuvieras menstruando —dijo sarcásticamente.

— ¡Estúpido! —contesto muy molesto por su burla, yo no estaría en este estado si él me dejara en paz.

Sus dientes son tan filosos como los de un depredador y se clavan en mi hombro, seguro me dejara una marca. Una más a la colección de cicatrices de mi cuerpo.

—Aún te faltan buenos modales —dijo bastante molesto —no estás hablando con el idiota de Ryuichi — ¿Ryuichi? Él no tiene derecho a llamarlo así.

—Son of a bitch!! —Grite fuerte. Y en una explosión de adrenalina me lo quite de encima.

Me aleje de él lo más posible, mientras mi entrepierna seguía escurriendo. Al verlo, estaba completamente sorprendido por mi reacción.

— ¡Takaba! —Me grito —tienes tres segundos para regresar aquí. Si lo haces haré como si no hubiera pasado nada y seguiremos en lo que estábamos —Su propuesta era demasiado tentadora.

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Hola, tarde lo sé, pero estoy ocupada, si de algo les sirve puedo decir que ya tengo escrito hasta el capítulo 10 de esta historia, pero en mi libreta, solo falta transcribirlo. Espero poder subir el siguiente capítulo lo más pronto posible. Aunque supongo que muchos andaran de vacaciones lo cuál me hace pensar que no habrá muchos lectores por aquí, así que subo capítulo o me espero hasta que regresen de vacaciones? una pregunta Takaba más debe o no rendirse ante Henry?

Los quiero mis queridos lectores see you :)