Hojas de otoño. EXTRA: Capítulo 10.1

Hola chicas un tiempo sin, leernos, cierto? 

 

Bueno pues ando bajona de inspiración, sin embargo tuve un momento de lucidez y pude escribir este pequeño extra. Lo que deseaba era escribir un capítulo pero conforme fui escribiendo me di cuenta de que era un extra ya que no avanzo en la historia. Por lo tanto no es obligatorio que lo lean. Lo dejo para aquellos que deseen arriesgarse a leerlo.

Si después de mi advertencia desean leerlo, solo les pido que me regalen un comentario tal vez eso incentive a mi mente y pueda actualizar pronto la historia.

Delirio.

Tengo frío. Una niebla blanca me rodea, impidiéndome ver más allá de mis manos.

—Asami ¿Dónde estás? —pregunto a la nada.

—Puedo jurar que estabas conmigo. ¿A dónde has ido? No ves que ahora podemos estar juntos. Ya nada se interpone entre nosotros. Entonces ¿por qué me has dejado?

Yo solo deseo estar a tu lado.

Camino pero nada cambia, todo sigue lleno de esta niebla.

— ¡Asami! —grito pero mi esfuerzo es en balde, mi voz parece ser absorbida por la niebla.

Sigo moviéndome por este tétrico y solitario lugar. Todos mis sentidos están atentos a cualquier posible ruido que sugiera la presencia de alguien o de algo.

El frío es cada vez mayor, tal vez es mejor dejar de caminar y esperar a que Asami venga por mí.

Miro a mí alrededor pero la densa niebla no se disipa, siento como si ésta me presionara, impidiéndome respirar normalmente. La niebla me atosiga y asfixia. Tengo miedo —. ¿Qué está pasando?

¿Dónde estás Asami?

Me dejo caer sobre el frío suelo, abrazo mis rodillas y escondo mi rostro. Sé que este comportamiento cobarde es deplorable, pero ¿qué más puedo hacer?

¿A dónde voy? Si ni siquiera sé donde estoy, de lo único que estoy seguro, es de mi deseo de estar con Asami.

Pensé que cuando llevara a cabo mi decisión de acabar con mi vida, todo sería más fácil. Que Asami estaría esperándome para pasar el resto de la eternidad juntos. O que simplemente desaparecería, que mi existencia se desvanecería. En el primer caso sería completamente feliz, sin importar que nos ocurriera o adónde fuéramos enviados, yo sería dichoso por el simple hecho de poder estar con Asami. Y en el segundo caso la paz y tranquilidad por fin habrían aliviado mi pesar por la separación de mi yakuza. Y al final estoy aquí, y me siento como si estuviera en espera de algo, tal vez una resolución, esta situación de “stand by” me pone ansioso.

La incertidumbre me abruma.

¿Acaso no merezco un poco de paz? ¿Mi espíritu no ha sufrido suficiente? ¿O es mi castigo por tomar una salida rápida? ¿Estoy siendo castigado por mis pecados? ¿O será que mi amor por el yakuza está maldito?

Es por eso que durante nuestra relación no pudimos gozar de una vida tranquila. Estoy siendo castigado por enamorarme de un “hombre”, por amar a un “yakuza”, que no le importaba pisotear o asesinar con tal de obtener lo que deseaba.

Tal vez las diferentes ocasiones en que fuimos atacados, fueron llamadas de atención de parte de algún ser supremo diciéndonos que nuestra relación era un mala idea y lo mejor era separarnos; y nosotros simplemente decidimos ignorarlas. Ahora ya no hay más luces amarillas, solo me queda enfrentarme a las consecuencias de mis decisiones. Creo que mi castigo, después de llevar una relación obsesiva con mi yakuza, es ser separado de él, y estar en completo aislamiento.  

Estar solo hasta que me vuelva loco, hasta que los constantes recuerdos de una vida saboreando la pasión, acariciando la lujuria, y entregándome al placer, terminen por destruir mi espíritu, dejando solo la locura a cargo; ¿esa será mi sentencia?

¿Qué haces cuando la nada te rodea? ¿Cuándo la soledad te acompaña? ¿Cuándo la locura te acecha?

Tengo miedo de no salir de aquí, de no verlo jamás.

— ¡Asami! ¡Asami! ¡Asami!

Grito una, dos, tres veces pero parece que las ondas sonoras se quedan estancadas aquí, conmigo. La niebla no permite que vea nada o escuche algo.

Asami ¿dónde estás?

¿Por qué necesito Asami? ¿Realmente lo amaba? 

Él es un hombre malo a los ojos de muchos, de otros era un gran jefe, un gran amigo, un gran hombre. Y para mí ¿quién era Asami Ryuichi?  

Fue un hombre que odie por su forma de entrar en mi vida y perturbarla. Conforme fui conociéndolo note que era alguien celoso, posesivo, controlador y aun con todos esos defectos no me pude alejar de él, al contrario me atraparon y me hicieron querer estar más cerca.

Al darme cuenta mi cuerpo empezó a anhelar su contacto, su presencia; mi mente buscaba pretextos para estar a su lado. Con el paso del tiempo no solo buscaba satisfacer mi cuerpo, también deseaba otro tipo de contacto, uno más intimo que el físico, quería conocer lo que pensaba, hablar con él y me vi consumido por su forma de ser y de hablar, incluso las peleas eran algo gratificante a su lado.

Me salvo más de una vez, no solo de sus enemigos, sino también de los míos. Estuvo siempre al pendiente de mí, aun cuando era alguien sumamente ocupado, siempre tuvo un espacio para atenderme.

Para mí Asami se volvió más que un amante, se volvió en mi complemento, yo era el despreocupado, atrevido y travieso, él era el responsable, precavido, prudente y el que cuidaba de mí.

Hasta hace muy poco pensaba que era solo un juguete para distraerlo, pero el día de nuestra separación él se confesó y por unos minutos fui el hombre más feliz del mundo.

Por un momento mi sueño se hizo realidad, había logrado atrapar el corazón del serio y frío yakuza.

Asami significa mi vida, sin él está no sirve de nada, supongo que eso es amar a alguien. Amo Asami y él se volvió mi todo.

— ¡Asami! ¡Asami! Por favor ven por mí, no me dejes solo —mi garganta se desgarra con cada grito que doy.

Cierro los ojos y me cubro con las manos, mientras mis lágrimas mojan mis mejillas.

— ¡Asami te amo!

Para que hago una declaración, cuando no hay quien la reciba.

—Akihito… Akihito —Un débil murmullo logra atravesar la neblina.

¡Esa voz! Conozco esa voz fuerte y regularmente seria y que ahora se escucha… ¿cansada y preocupada?

Es él estoy seguro de que es él. — ¡Asami! —grito y al abrir los ojos veo como la neblina se disipa. Miro a mí alrededor y espero a que todo se despeje.

Todo parece estarse coloreando de un débil naranja y café. ¡Claro! Es el color del otoño.

Examino minuciosamente todo a mí alrededor, en busca de aquel que me ha llamado. Me pongo de pie y veo como la niebla se ha ido por completo. Al dar algunos pasos escucho el sonido de las hojas secas romperse bajo mis pies y ese sonido destruye el silencio que predominaba.

Este lugar parece un bosque, en vísperas del invierno. Su cálido color naranja demuestra los preparativos que se están llevando a cabo para recibirlo. Hojas secas caen por todo el lugar. En cuanto el invierno pase nuevos retoños nacerán, vida y muerte unidas están.

Muere y da paso a la vida, esa es la ley de la naturaleza. Yo he muerto ¿qué renacerá en mi lugar?

¿O lo entendí mal?

La declaración de Asami fue el cenit de nuestra relación y su muerte, la resquebrajo, es como estos árboles que poco a poco se quedan sin hojas. ¿Lo correcto era dejar que éste amor muriera con él y que dejará que otro naciera?  

¡No! No podría, mi otoño termino y he decidido no llegar al invierno. Mis hojas se han caído por completo, ahora estoy completamente seco, ya no tengo nada que ofrecer. Mi única esperanza es poder reunirme con aquel que me amó, y que puede hacerme revivir incluso aquí donde ya no hay vida, donde lo que yace está muerto o en el proceso.

Las hojas siguen cayendo.

Los pies me duelen de tanto caminar por este interminable bosque y por más que he llamado a mi yakuza éste no me responde.

— ¿A qué estás jugando? Asami deja de esconderte de mí, ¿esta es tu forma de castigarme por haberte dejado? De ser así ya aprendí mi lección y no volveré alejarme de ti, pero por favor ven por mí.

No puedo más. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero estoy harto. Huí de la cárcel de Henry, de la terrible soledad en la que me refundió y ¿cómo he terminado?... solo de nuevo.

— ¡Asami! Por favor deja de jugar conmigo —mis lágrimas salen junto con mi grito desesperado.

—Akihito… Akihito… —Allí está de nuevo su voz, su inconfundible voz, llamándome.

Ya no caeré de nuevo, esto es solo una ilusión, es un juego de mi mente que quiere volverme loco… o ¿estaré en el bosque Aokigahara?

Quizás Aokigahara es el infierno perfecto para los suicidas y por eso he sido enviado a él. Y este infierno desea volverme loco haciéndome creer que él está cerca, todo para que mis esperanzas renazcan y cuando lo busque desenfrenadamente me percate de que sigo solo y seguiré solo. El lugar debe de estar habitado por un demonio que le gusta jugar con las almas condenadas.

— Ya no más Asami, si no vendrás deja de llamarme. Déjame ser tragado por Aokigahara, deja que me quede en el olvido. El bosque reproduce mi suplica de manera constante.

Me tiro y me hago ovillo, tapo mis oídos, no quiero escucharlo más. Dejo que el tiempo pase, que la soledad me abrace y el olvido se instale.

Las hojas siguen cayendo, una por aquí otra por allá, como una interminable lluvia, nada perturba su destino. Éstas van cubriendo mi cuerpo, son como una frazada para mi espíritu muerto.

—Akihito…

Aun cuando mis oídos están tapados, lo sigo escuchando.

 — ¡Dije que te fueras! ¡Lárgate y déjame solo! — abrazo mis rodillas, cierro los ojos. Ya no quiero oírlo, no quiero que Aokigahara siga jugando conmigo —. ¡Ya no más!

— ¡No puedes dejarme! ¡No ahora que por fin te he recuperado!

Su voz sigue insistiendo, ahora me da falsas explicaciones, ese demonio es inteligente, y juega sucio al hablarme con esa voz a la que tanto me cuesta resistirme.

—Akihito regresa a mí te juro que no volverás sufrir, no dejaré que nadie te lastime de nuevo. Akihito no me dejes, te amo y no sé qué haré sin ti —su llanto lo ha interrumpido o eso parece.

Pero él no lloraría… aunque ya lo he visto hacerlo. Me niego a aceptar que es él.

—Akihito vuelve, estoy aquí, siente mi mano — ¿su mano? Acaso ese demonio se atrevió a tomar la forma de Asami?  ¿Si abro los ojos lo veré? —Por favor Akihito no me dejes, aprieta mi mano —siento su mano acariciando mi mejilla y la otra sosteniendo la mía.

Noto un ligero temblor en su mano que acaricia mi rostro.

—Por favor muéstrame el brillo de tus ojos —escucho su lastimera voz y mi corazón se estruja, aquel órgano muerto ha revivido solo por escucharlo.

Sus lágrimas mojan mis mejillas.

¿Debo creer en ese demonio?

Sus sollozos, sus lágrimas, su voz y hasta el tacto de sus manos, todo ha sido perfectamente copiado.

Si abro los ojos, ¿lo podré ver?

No puedo soportar escuchar su sufrimiento, no me importa si solo es un demonio que juega conmigo. No volveré alejarme de él, nunca más.

¿Y si solo es una fantasía, creada por mi locura?

No importa, la viviré, me entregaré a la locura, con tal de estar con él, con tal de alejar a la soledad.

Abro los ojos y la claridad los invade, en medio de esa cegadora luz una sombra negra me observa.

—Nunca más me dejes…

Les gusto?

Es una especie de relato de la dimensión desconocida de Takaba. La verdad disfrute mucho escribirlo y con esto ahora si, despido la parte de Akihito para darle la bienvenida a la segunda parte de Hojas de otoño.

Espero leerlos pronto, tanto en este extra, como en próximos capítulos.

Los quiero mucho, mis pacientes lectores.

See you :)