Fuego en la oscuridad. Capítulo 2.

¿Qué sucede?




Logramos salir de ese mar de personas. Y ya libres de oídos indiscretos, dentro del elevador, mire a mi amigo, quien parecía igual de cansado que yo.

— ¿Me llevaras a casa? —le pregunte a Jean.

—No, es tarde y no traje el auto —me contesto.


—Sabía que no era buena idea dejar que la abuela nos trajera —le comente, pero la abuela había ordenado que viniéramos con ella, así que no podíamos negarnos.

—Lo sé —contesto.

— ¿Entonces qué haremos? —le dije mientras trataba de estirar mis pies cansados dentro de las zapatillas.

—La señora reservo casi todo el hotel. La suite presidencial está lista para acogerte a ti y a tus abuelos —hablo en un murmullo."La señora" es como Jean y algunos más llaman a la abuela, un mmero formalismo.

¿Acaso cree que por hablar en un susurro podría ignorar lo que me decía?

—No quiero, llévame a casa —le ordene y al darme cuenta de mi grosería, lo mire avergonzada —. Por favor Jean llévame a casa, no quiero compartir la habitación de la abuela —. Me quede callada un momento y él parecía debatirse mentalmente entre las ordenes de la abuela y mi petición.

—No, ya es tarde y no tenemos auto, además usar un taxi enfadará a tu abuela —lo dijo y su voz transmitía pesar por no poder complacerme.

— ¡Ah! Tengo una idea — le dije y trate de controlar mi emoción —dame mi celular por favor —le dije. Dado que soy una despistada, le di mi celular a él para que lo guardar durante la fiesta.

— ¿Para qué lo quieres? —me pregunto mientras sacaba de su saco mi celular.

—Llamare a Harry y le pediré que nos preste su auto —le conté mi plan.

—No es necesario que gastes tu tiempo —antes de que lograra tocar mi celular él lo volvió a guardar.

—Pero… —el ruido de la puerta del elevador se abrió interrumpiéndome.

—Tu hermano vino con tus padres por lo que al igual que tú se quedara hospedado aquí —me dijo seriamente.

Salimos del elevador y caminamos a la recepción.

— ¿Qué hacemos aquí? —le pregunte ya enojada por tener que quedarme a dormir aquí.

—Recoger la llave, tú abuela me dijo que pasara por ella antes pero no quise separarme de ti —me explico.

Jean siempre era muy sobre protector conmigo, en todos los aspectos posibles.

—Bien — lo seguí lentamente.

Mis pies parecían arder, en definitiva necesitaba descansar y quitarme estas benditas zapatillas.

Jean hablo con la señorita recepcionista. Ignoro lo que le decía pues mis punzantes pies atraían toda mi atención. Ya no aguantaría más con los zapatos por lo que me los quite, sentir la frialdad del piso fue una bendición, que mis pies agradecieron. Al agacharme para recoger las zapatillas mire mis pies rojos. Con razón me duele pensé y dedica una mirada más analizadora a una pequeña ampolla en mi dedo chiquito.

—Pobrecito —murmure solo para mí.

Al levantarme mire a mi alrededor y algunas personas me miraban con cierta molestia, tal vez mi falta de zapatos los molestaba, pero haber calmado la tortura de mi cuerpo era suficiente para ignorar a todas las miradas criticonas.

Jean se volvió hacía mí y me miro algo molesto.   

—Listo tengo la llave —me informo.

Su vista bajo por mi cuerpo hasta detenerse en mis pies.

— ¡Estás loca! —me regaño —. ¿Cómo se te ocurre quitarte los zapatos? — me pregunto molesto.

La verdad no pensé que se molestará por una simpleza como esa.

—Estoy cansada —le dije.

—Lo entiendo pero el piso está frío, sabes lo susceptible que eres a los cambios de temperatura — me regaño, ahora ya en un tono más bajo, pero seguía siendo de molestia.

Jean se quito su saco y me lo puso en los hombros.

—Póntelo —me ordeno.

Me da miedo verlo molesto, en esos momentos realmente parece un guardaespaldas. Obedezco sin repelar. Sin embargo mi estado de fingida paz se rompe cuando me levanta en sus brazos.

— ¿Qué haces? Bájame — y no intente ocultar mi coraje, ni disimular que le estaba dando una orden.

—No —contesto tajantemente.

—Jean, puedo caminar. Bájame me pondré las zapatillas —le dije un poco más calmada.

—No —volvió a repetir mientras caminaba hacia el elevador.

—Jean, por favor esto no es necesario —le dije en tono de suplica.

—Claro que lo es, dijiste que estas cansada y mira como tienes los pies, obviamente no están en condiciones de usar esos zapatos de nuevo y por cierto no los volverás a usar —me contesto aún molesto pero ahora su ira iba dirigida a las zapatillas como si estas lo hubieran ofendido gravemente — y por supuesto que no permitiré que vagues por el hotel con los pies descalzos, exponiéndote al frio del piso o a que te lastimes —me dijo más calmado pero aun dirigiendo su mirada asesina a los zapatos.

Deje escapar un gran suspiro y me rendí, tratar de discutir con Jean era imposible, cuando tomaba una decisión no había manera de hacerlo cambiar y menos si esta involucraba mi seguridad.

—Jean, me tienes muy consentida ¿qué haré cuando me dejes? —Hable sin pensarlo —seguramente no sobreviviré por mucho tiempo sola —hable algo distraída mi mente estaba pensando en mis días antes de conocer a Jean. Deje caer mis zapatillas sobre mi abdomen y pase mis brazos por su cuello para detenerme, me recargue en su pecho, estaba clientito.

—No digas estupideces —me contesto molesto.

No dije nada, pocas veces me hablaba así, lo cual quiere decir que realmente lo había molestado. No me atreví a levantar la vista para ver su rostro iracundo.

—El cansancio debe de estar afectando tu cerebro. Primero yo jamás te voy a dejar, por lo cual lo segundo es una tontería que no voy a repetir —me regaño.

—Tienes razón, lo más probable es que muera antes de que haya una posibilidad de que me dejes —conteste algo triste.

No era secreto que mi estado de salud era bastante inestable, a veces estaba muy bien y otras estaba hospitalizada por semanas. Tomaba una pastilla diaria para mi corazón y vitaminas. Era horrible saber que mi vida era tan frágil como una copa de cristal, a veces tan llena de vida y otras vacía hasta llevarme al borde de resquebrajarse.

Todos me trataban como si fuera una tonta que no entiende su estado y siempre tratan de hablar conmigo de un futuro, como si yo fuera a vivir siglos, yo odiaba hablar de un futuro, mis planes a futuro no sobrepasaban un año como máximo.

—Deja de hablar así, Annelie Rivered, no permito que menosprecies tu vida de esa manera —me dijo mientras entrabamos al elevador y marcaba el último piso —mientras yo esté a tú lado no dejare que te deprimas pensando en un futuro que desconoces —sentí su intensa mirada buscando la mía, no podía resistir por más tiempo así que cedí a ella — ¿Quedo claro? —me pregunto y sus oscuros ojos no dejaban espacio a que me negara, así que asentí —bien.

—Cuando eso pase quiero que me olvides —murmure, sabía que se molestaría de nuevo —no quiero que mi recuerdo te moleste, déjame ir con el fluir del agua, no me detengas, solo deja que me desvanezca en la inmensidad de tus recuerdos —lo dije seriamente.

—Te dejaré marchar pero no te olvidare —contesto y su voz estaba triste.

Por un momento pensé que me regañaría pero no fue así, solo acepto mi petición, bueno a medias pero ya era algo.

—Llegamos —me saco de mi mente y camino por el pasillo —saca la tarjeta de mi saco — me pidió. Yo lo hice y la pase por la puerta para poder pasar.

Al entrar encontramos una gran habitación como salita. Cerró la puerta con una leve patada. Me llevo por la sala hasta llegar a dos puertas, una era más grande que la otra.

—Habré — señalo la puerta más pequeña.

Entramos y una amplia cama nos dio la bienvenida, esa visión me hizo tan feliz, yo añoraba acostarme y dormir.

Jean me dejo en la cama.

—Te preparare el baño — se alejo y vi que había una puerta cerca, por la cual se escabullo.

Escuche la caída del agua. Antes de tirarme en la cama me puse de pie y me quite el saco de Jean y comencé a tratar de quitarme el vestido, pero no alcanzaba el zíper, por lo que opte por deshacer mi peinado, ya con el cabello suelto vi salir a Jean.

— ¿Me ayudas? —le pedí y al verme me voltee para que pudiera bajar el zíper.

Él lo hizo, yo saque el tirante por mi cabeza y deje caer el vestido.

—El agua esta lista —Jean estaba cerca de mí.

—Gracias —conteste y me encamine al baño.

—Iré por tus cosas para que te cambies —me dijo, me miro un momento —necesitas algo más, puede que me tarde —me miro como si fuera incapaz de bañarme sola.

—Estaré bien, no necesito que me bañes, te lo aseguro —hable con tono de indignación y sonreí para que viera que estaba bien.

—Ok, iré rápido —me aseguro —por favor no hagas nada tonto —me pidió.

— ¿Cuándo he hecho algo así? —le pregunte molesta —no me contestes —termine mi comentario.

Él sonrió y salió de la habitación.

Tenía razón en estar inquieto, alguna vez intente meter al gato de mi madre en la tina para bañarlo conmigo y todo resulto un desastre. Al parecer a Pelusa no le gustaba bañarse, yo insistí en meterla a la tina y en recompensa a mi determinación conseguí varios rasguños leves en las manos y dos profundos en las piernas. Cuando Jean escucho los gritos desesperados de Pelusa fue al baño y me encontró de pie en la orilla de la tina con las piernas sangrando y agarrando a Pelusa quien trataba de escapar del agua. Era joven y solo trataba de bañar al gato. De esta manera logré que Jean no se despegara de mí, incluso cuando me bañaba.

Tome un largo y relajante baño de tina, empezaba dormitar cuando la puerta del baño se abrió.

— ¿Piensas quedarte hasta que el agua se enfríe? —me serio como siempre, Jean me miraba recargado en el marco de la puerta — Vamos sal —me dijo y extendió una gran toalla blanca frente a su cuerpo.

Me puse de pie y deje que me envolviera con la toalla. Me saco cargando de la tina y me dejo de pie en el tapete.

Después de cambiarme y ponerme un largo camisón de seda me acosté, Jean me arropo.

—No te vayas —le dije al verlo que se acercaba a la puerta —Quédate, ¿no me digas que dormirás en el sofá? —le dije.

—Parece cómodo —me contesto.

—Ven acuéstate aquí conmigo —le pedí.

—Tu abuela se molestará —me contesto serio.

—No importa, ya me ha obligado a compartir habitación con ella, ahora no va a mandar al sofá a mi amigo —le conteste muy decidida.

—Está bien —contesto dándose por vencido —pero antes tomare una ducha —me contesto.

No conteste solo moví la cabeza afirmativamente. Lo seguí con la vista meterse al baño. Yo me cobije bien y deje que el sueño invadiera mi cabeza.


—Ahhhhhhhh —un grito fuerte me despertó

¿Cuánto había dormido? No lo sé pero sentí que habían pasado horas. Trate de despabilarme, mire a los lados pero todo estaba oscuro. Tal vez Jean apago todas las luces.

—Ahhhhhhh—el grito de alguien volvió a romper el silencio de la habitación.

—Jean, ¿qué fue eso? —le pregunte.

Sin embargo no hubo respuesta. Me levante lentamente, sentía como mi corazón latía rápidamente. Camine lentamente por la habitación, tropecé un par de veces hasta que di con la puerta, la cual estaba abierta. Salí y la oscuridad parecía invadirlo todo, mientras caminaba por el pasillo buscaba un apagador pero no había nada.

—Jean, ¿Qué sucede? —pregunte sin obtener respuesta.

¿Dónde estaba Jean? Él jamás me dejaría sola.

— ¿Abuela? —pregunte pero nadie contesto — ¿Abuelo? —volví a cuestionar pero el silencio seguir imperturbable hasta que otro grito fuerte se escucho de nuevo.

—Ahhhhhhhhh   

¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde estaban todos? Me pregunte.

Al llegar a la sala un hilo de luz amenazaba retadoramente a la oscuridad, al parecer la puerta estaba entre abierta. Camine directo a ella.

Al estar frente a la puerta la abrí por completo.

—Ahhhhhhh

Otro grito más se escucho y busque la procedencia. Mire a mi derecha pero nada y después a la izquierda y cuando lo hice la silueta de una persona se desvanecía al dar vuelta por el pasillo.

¿Será Jean?

—Espera Jean —grite pero él no se detuvo.

Corrí hacía por donde su silueta se desvaneció. Al llegar al lugar vi que una puerta al final del pasillo se iba cerrando.

¿Qué estaba pasando? ¿Quién gritaba? ¿Esa silueta que vi realmente era Jean?

Seguí corriendo ahora más agitada. Al abrir la puerta, unas escaleras me esperaban, los ruidosos pasos de alguien corriendo me indicaron que subiera.

—Jean ¿eres tú? —pregunte pero ni me contestaron, ni se detuvieron los pasos.

Subí lo más rápido posible. Escuche una puerta abrirse y corrí para no perder a esa persona.

Me detuve frente a la puerta, no había más escaleras. Abrí lentamente y sentí un frió viento, al parecer el verano también puede enfriarse por las noches. Salí y el piso frío me saludo, Jean me mataría al ver que ando descalza, bueno si logro encontrarlo.

La luna se alzaba majestuosa en lo alto del cielo, su iluminación era poca ya que inmensas nubes grises intentaban cubrirla. Las estrellas estaban escondidas tras el manto gris de la tormenta que se aproximaba. El viento soplaba fuerte y frío, ¿cómo es posible qué el clima cambie tan rápido?

Al buscar aquella persona que había seguido por toda la azotea, en un extremo estaba un área donde descansaban unos grandes cilindros negros, en el lado contrario un cuarto pequeño se vislumbraba, había una barda de más o menos medio metro rodeando todo el perímetro del techo, al mirar con más detalle, a lado del cuarto estaba una persona de pie.

Lo mire con detenimiento y note que usaba un traje y que estaba de espalda a mí.

— ¿Jean? —pregunte.

Mi respiración seguía siendo agitada después de tanto correr, y sentía mi garganta seca y el aire frio no estaba ayudando.


— Ven, ayúdame —su voz sonaba tan triste, dolía el corazón con solo escucharla, era Jean, pero ¿qué había sucedido para que se comportara así?

—Jean ¿Qué sucede? —le pregunte y di unos pasos hacia él.

—Ven —me repitió.

El frio estaba helando mi piel, me abrace para mantener mi calor y seguí avanzando.
Estaba tan cerca, podía ver la fuerte espalda de Jean y su cabello alborotado por el viento.

—Jean ¿qué pasa? —volví a preguntar con la esperanza de obtener una respuesta.

—Ven necesito de tu ayuda —la voz de Jean era un lamento —duele mucho “Petit” y solo tú puedes aliviar este dolor.

¿“Petit”? ¿Él me llamo de esa manera?

—No Anne, no vayas —un fuerte grito llego a mis oídos perturbando mi mente.

Yo conocía esa voz y muy bien. ¿Qué estaba sucediendo aquí?  

 ANTERIOR                                              SIGUIENTE


Comentarios

  1. Como que siento que nuestra "leading lady" no está despierta, tal vez esta soñando y este relacionado con Jean, y si después de todo terminó por dormir en la misma cama, tal vez lo tocó por accidente y eso catalizó de alguna manera esa extraña cualidad que posee...
    O tal vez me equivoco ;)
    Buen capítulo!!

    GISE n_n

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer esta loca historia, dejame contarte que mi cabeza es un desastre con las historias de fantasía, amo ese tipo de lecturas por lo magicas que son pero a mi se me esta complicando por que deseo poner tantas cosas que se me revuelven las ideas jajaja pero deseaba mucho escribir algo de este tipo y lo estoy disfrutando, me alegra que sea leído y me den su opinión.
      Sobre Anne, me temo que tu logica puede estar cerca de la verdad pero no es competamente acertada, ya lo verás en el siguiente capítulo.
      Gracias de nuevo, cuídate mucho, see you :)

      Eliminar
  2. Ni Haooooo!

    Orale, me dio la impresión de que estaba "viviendo" el sueño o.... O yo lo soñé. Jajajajajaja xD Me encantan este tipo de historias, porque en verdad que estimulan mi imaginación.

    Me gustó el capitulo y espero continuación... De manera religiosa, te mando saludos.

    Sayobye :3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por leerla y comentar, si la verdad es que a veces las ideas surgen y parecen medio viajadas pero creo que entenderan lo que sucdio en el siguiente capítulo.
      Cuídate mucho, see you :)

      Eliminar

Publicar un comentario