Hojas de otoño. Capítulo 4.

Lucky

Este despertar me ha lastimado tanto como los golpes de Henry. ¿Por qué no pude quedarme en ese sueño? ¿Por qué tuve que regresar aquí, a esta miserable realidad en la que no estoy con Asami? No quiero un mundo en el que no exista él.

Mire entre lagrimas a Lucky, aun se está lamiendo los labios. Miro mi cuerpo descubierto, mis piernas están desnudas y ese chico está sentado en medio de ellas, chupándose los dedos.

¿Por qué Asami se fue sin mí? ¿Por qué termine en esta situación? ¿Qué hice para merecer este castigo? Mis reproches son tantos y todos ignorados, esto es lo único que me queda por hacer, quejarme o tal vez debería tomar más enserio aquella opción que se esconde en las penumbras de mi mente y que me ofrece una luz para esta oscuridad, una salida para este encierro…  

Mis mejillas están bañadas en agua salada y mi llanto es fuerte, y justamente este es el que hace que Lucky recuerde que estoy aquí y levante su rostro dirigiéndolo a mí. Su delgado cuerpo se mueve lentamente, primero posa sus manos en mis muslos, su tacto se siente frío, pero su piel es suave. Su rostro se acerca a mi piel y su nariz se pega a mi abdomen y como si esta fuera su guía va marcando un fino camino con ella por todo mi pecho, de esta manera va reptando hasta detener su rostro justo frente al mío. Su ágil avance me ha tomado por sorpresa y no hago nada por quitarlo de mi cuerpo.

Verlo tan cómodamente sobre de mí me hace recapitular sobre lo sucedido…

Según recuerdo desayune después de haberme bañado. Al terminar esto Mary me dejo dormir y cuando intentaba hacerlo, recordé la noche que pase con ella, supongo que después de revivir ese recuerdo me quede dormido. Creó que mi mente, fue como siempre, incapaz de darme un poco de descanso y mi constante anhelo de tener a Asami fue el causante de mi vivido sueño y mis jadeos debieron de haber llegado a los sensibles oídos de Lucky.

El cálido aliento de Lucky en mi mejilla me devuelve a la realidad y una suave caricia por parte de este chico termina de espabilarme, su lengua deja un rastro húmedo y tibio en mi piel.

¿Qué está haciendo? ¿Por qué lo dejo hacerlo? Pero si lo empujo y se lastima, Henry seguramente me daría una paliza y la verdad mi cuerpo no tiene la condición física necesaria para recibir más golpes de los usuales. No cabe duda de que es su mascota, está sumamente consentido y se nota que está acostumbrado a hacer lo que le plazca.

Paso mi mano por su alborotado cabello, este es tan suave y dorado, igual a como era el mío antes, porque ahora es un nido de pájaros, triste y opaco.

—Buen chico —Él sonríe a mi comentario y me lame una vez más.

Recuerdo que la primera vez que lo vi me sorprendí mucho. Eso fue hace varios días…

Henry había llegado bastante molesto por alguna situación en su trabajo, supongo.

—Takaba, hoy no estoy de humor para pelear así que coopera —me dijo mientras se acercaba lentamente a la cama.

Yo lo miraba temblando de miedo. ¿Cuándo deje que aplastara mi espíritu de pelea? Aun que ¿Por qué debería de pelear? ¿Qué hay para mí afuera? ¿Quién espera por mí? No hay nada para mí, ni nadie espera por mí.

Su elegante caminar me asusta, conforme avanza va desabrochando su saco, al terminar de hacerlo comienza a aflojar su corbata. Yo me cubro con la sabana y trato de alejarme de él pero esto es imposible. Él sigue acercándose hasta detenerse frete a mí.

Pasa su mano por su cabello antes de quitarse el saco y tirarlo en el suelo, después deja caer la corbata y termina por quitarse el cinturón.

— ¿Cuándo será el día que me recibas con los brazos abiertos y una sonrisa en la cara? —Pregunto —en fin espero que sea pronto — ¿qué? ¿Cómo me puede pedir eso? —Pero ahora solo necesito que me ayudes a relajarme, hoy ha sido un terrible día —suspiro de manera notable y se inclino para poner su rostro frente al mío.

Soy consciente de que debo portarme bien pero simplemente no soporto tenerlo cerca. En cuanto siento su aliento sobre de mí, me alejo lo más posible y él me toma del cabello, impidiendo que logre poner distancia entre nosotros.

—Te dije que no tengo ganas de pelear —me habla fuerte.

Su boca me besa con desesperación y sus dientes me muerden el labio.

— ¡Auch! —es lo único que exclamo.

Lo siguiente que noto es que me ha despojado de la sabana con la que me cubría y comienza a bajarme el pijama.

— ¡No! —grito y trato de retirar sus manos de mi cuerpo, pero no lo consigo. ¿Por qué lo sigo haciendo?

— ¡Estúpido! Te dije que hoy no quiero pelear —me grito, me dio una bofetada y retiro mi pantalón de un solo movimiento.

Sus manos separan bruscamente mis piernas, dejándome completamente expuesto. Al levantar la mirada en su dirección veo como desabotona la pretina del pantalón y baja la cremallera. Su miembro parece ya despierto en su escondite, y esto queda claro cuando se ha quitado toda la ropa, su erección está más que lista para que buscar su satisfacción. 

El cuerpo de Henry muestra horas de trabajo en el gimnasio y su piel clara parece bien cuidada. Cualquiera que lo viera podría parecerle hermoso y hasta enamorarse, pero cuando conoces lo que hay dentro de ese disfraz, todo la bella imagen queda opacada por el horrible ser que lo habita.

Yo no puedo albergar ningún otro sentimiento por él que no sea odio, sí el no hubiera aparecido en mi vida nada de esto hubiera sucedido y Asami estaría conmigo. Lo odio por haberme robado mi vida y mi futuro, el destruyo “mi vivieron felices por siempre”, en mi corazón roto solo puedo sentir algo por él y es un gran odio.

—Ahhhhhh —grite al sentir como me penetraba.

El dolor era insoportable, desde hace varios días el placer ha desaparecido y lo único que puedo sentir es dolor, cada penetración, cada rose de su pene con mi ano es tan doloroso. Siempre al terminar, la sangre surge de mis entrañas.

Ya no me resisto solo dejo que me viole mientras mis lágrimas recorren mi rostro y mi cuerpo grita de dolor.

El dolor es lo única conexión que tengo con la vida, es la única sensación que me hace sentir vivo y es algo que no deseo, estar vivo implica que estoy solo y no quiero estarlo, no quiero recordar que él ya no está… no quiero.

En cuanto termina de satisfacerse me deja votado en la cama. Se pone de pie y va directo al baño.

Cerré los ojos fuertemente y trate de olvidar lo que estaba sucediendo, si hubiera una manera de que mi mente evadiera esta situación definitivamente la utilizaría.

Una súbita caricia en mi mejilla me devolvió a la habitación, alguien o algo estaban secando mis lágrimas y al abrir los ojos me asuste de tal manera que salí lo más rápido posible de la cama.

— ¡Dios ¿Qué eres?! —grite a la cosa… persona que estaba frente a mí y él se asusto de mi reacción.

Solo que su actuar fue diferente, él no dijo nada solo dejo escapar un agudo grito.

Pase mi mano por mi mejilla y me pregunte ¿él me lamió?

Lo mire alejarse y yo hice lo mismo.

Él parecía un niño, se puso en cuatro puntos y se sentó sobre su trasero dejando descansar sus manos sobre sus piernas. Su piel era muy blanca, a diferencia de la mía que está más bronceada o tal vez la de él luzca así por estar encerrado, tal vez con el tiempo mi piel tome el mismo tono. Su cuerpo es delgado y viste completamente de negro, una playera de manga larga y cuello circular cubre su torso, mientras que un ajustado pantalón cubre sus piernas, usa unas botas de suela delgada que llegan más arriaba de sus tobillos.

Algo brillante en su cuello llama mi atención y es un collar de piel negra, este tiene dos argollas que sobre salen una está en la nuca y la otra enfrente y de esta cuelga una placa en forma de corazón, delineada con pequeño diamantes que resplandecen con la luz de la lámpara y con unas finas líneas formando la palabra “Lucky” justo en medio de la pieza.     

Lo que más me ha sorprendido de este niño son sus ojos o debería de decir la carencia de ellos y me refiero a que están cubiertos por un antifaz negro, su cabello es lo suficientemente largo para cubrir hasta la mitad el antifaz,

Ver a este niño me recuerda a mi cuando era pequeño, tal vez podríamos parecer hermanos, y si pudiera ver sus ojos diría en que otra cosa somos parecidos, me da un poco de miedo la ausencia de una mirada que me ayude a entender que está pensando o sintiendo.

Miro como tiembla su cuerpecito y noto que se pega a la pared. Su rostro esta dirijo en mi dirección, sé que no me puede ver pero aún así me siento vigilado.

Camino lentamente y sin hacer mucho ruido, hasta la ventana ya que este sería el lugar más alejado de donde se encuentra el niño, sin embargo él va siguiendo mi recorrido moviendo ligeramente su cabeza como si pudiera verme.

Al verlo siento un escalofrió recorriendo mi cuerpo ¿Cómo es que se convirtió en algo así? ¿Henry puede llegar hacer algo cómo eso? ¿Henry me quiere convertir en alguien como él? La simple idea de que él desee hacerme esto me aterra, yo no quiero volverme alguien como ese niño, aun que el parece feliz, tal vez ese niño sea la respuesta que busco, tal vez esa sea la mejor manera de evadir mi realidad… dejar de ser yo.

Miro hacía la puerta y noto que esta entreabierta y por un instante mi deseo de salir corriendo surge pero es rápidamente olvidado al ver abrirse la puerta del baño y ver salir a Henry con una toalla envuelta en la cintura. Su vista se fija en Lucky y después en mí.

Cómo si el chico fuera un niño pequeño, comienza a lloriquear y el mal humor de Henry aparece. Camina directo a mí y yo siento como mi cuerpo se va encogiendo mientras se pega lo más posible a la pared. Y la reacción de mi cuerpo es correspondida, cuando Henry se encuentra a menos de un metro de distancia su mano fuerte y decidida se impacta contra mi mejilla izquierda. Siento como aumenta la temperatura en la piel maltratada al igual que un ardor intenso.

— ¿Qué le hiciste? —Me pregunta enfadado.

—Nada, no le hice nada —contesto con los ojos vidriosos y la voz entrecortada.

—Nadie toca a Lucky —me mira aún furioso — ¿Entiendes?

Asentí a lo que pregunto. El chico camino por la habitación y se acerco a nosotros, se hinco a lado de Henry y este al notarlo le despeino el cabello delicadamente, así que esas toscas manos pueden tocar de manera delicada eso es algo que jamás hubiera pensado, y el chico restregó su cuerpo al de su dueño.

—Lucky es libre de hacer lo que le plazca, puede andar libremente por toda la casa y si alguien se atreve a lastimarlo será lo último que haga —su advertencia es muy atemorizante.

Tal parece que el chico sabe que hablan de él ya que asume una postura altanera y orgullosa.

Hasta ahora no ha pasado por mi mente el hecho de que Henry tenga a alguien tan amado, porque es evidente que ama a este chico, de lo contrario no diría lo que ha dicho, ¿por qué si él tiene alguien tan amado me busco a mí?

—Ahora lo sabes Takaba, Lucky es especial para mí y aunque tú ahora también lo eres, no tolerare que intentes lastimarlo —termina de amenazarme.

¿Yo soy especial? Y ¿esta es la manera de tratar a alguien especial?

Se agacha ligeramente y le tiende los brazos al niño y aun cuando el no ve, se percata del movimiento y extiende sus brazos a los de su amo y en cuanto los dos cuerpos se encuentran el niño trepa como koala en su árbol. Los brazos del niño se entrelazan alrededor del cuello de su amo y sus piernas a la cintura de este y deja descansar su cabeza en el pecho desnudo de Henry y sostiene con sus manos el trasero de su mascota.

—Lucky es hora de dormir —Henry le dice tiernamente a su niño —hasta mañana Takaba —me dice y me indica con la mano que me acerque.

Yo estoy reticente a obedecerlo pero su fría mirada me convence. Al acercarme su mano me jala hacía él y su boca me roba un beso, mientras estoy unido a él, su mascota me acaricia con su fría mano mi mejilla y su boca me besa en el cuello.

Henry me separa con un ligero empujón.

—Le caes bien —dice demostrando su sorpresa —eso es bueno serán grandes amigos —asegura mientras el chico muestra una linda sonrisa, yo agacho la cabeza y escondo mi rostro.

No me molesta hacer amigos pero bajo estas circunstancias no me parece agradable. Además ese niño es extraño, no puedo creer que esta así, y que parezca muy tranquilo en esa situación, hasta me atrevería a decir que parece feliz.

Los pasos de Henry se dirigen a la puerta. El sale de la habitación con su mascota en brazos y veo como cierra, dejándome de pie en la solitaria habitación, con un sentimiento de consternación por la persona que acabo de conocer.

  

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