Hojas de otoño. Capítulo 3.

En el paraíso

 

La luz del medio día impide que siga descansando, es como si le molestara mi perezosa presencia y deseara que saliera a disfrutar de su calidez, sin embargo ni mi cuerpo ni mi espíritu, desean abandonar mi acogedor lecho. Las cortinas que supongo dejo abiertas apropósito permiten la entrada de la molesta luz. Cierro los ojos intentando ignorar la invitación de sol para salir y trato de concentrarme en dormir, como si eso fuera posible.

— ¿Qué no piensas levantarte? —Su fuerte voz destruye mis intenciones de dormir y reclama mi respuesta.

—No, me voy a quedar aquí todo el día —Contesto seriamente y jalo el edredón para cubrirme por completo, no me molesto en abrir los ojos para ver a mi interlocutor.

No escucho nada, ¿lo habré convencido con mi argumento? La respuesta no se hace esperar, un enorme peso cae sobre mi cuerpo, atrapándome bajo las mantas y limitando mis movimientos. Preparo mi grito de auxilio cuando mi cara es descubierta.

Estoy indefenso ante su hermoso rostro, creo que jamás me acostumbrare a su deslumbrante personalidad y tenerlo tan cerca solo lo hace más difícil. Siento como mi cuerpo tiembla de excitación y mi corazón late desenfrenadamente ante su presencia.

—Puedo saber ¿Por qué te quedaras a vegetar? —su tono casual me parece muy divertido.

—Estoy cansado, solo tengo ánimos para dormir y para… —un extraño pensamiento cruza mi mente, bueno extraño no es el adjetivo correcto para describirlo, tal vez lujurioso quede mejor. Mis mejillas sonrojadas evidencian mis pervertidos pensamientos.

Asami parece entender mi silencio y su mano acaricia mi mejilla, aumentando más mi sonrojo. ¿Por qué sigo reaccionando como una adolescente ante su tacto?

— ¿Por qué no te quedas a hacerme compañía? —le sugiero pero mi tono voz parece más una súplica.

Su boca no pronuncia palabra alguna, a cambio se acerca a mis labios entreabiertos, ladea ligeramente su cabeza y sus carnosos labios me atrapan.

Su beso no es tierno, ni apasionado, es simplemente el beso más dulce que me ha dado, su lengua se mueve suavemente por mi boca saboreando cada rincón posible, yo me deleito con su fuerte sabor a menta y el sigue moviéndose ávidamente coordinándose con mis labios.

Mis manos no aguantan más la lejanía de su cuerpo, así que las saco de debajo de las mantas y lo abrazo, acerco su tórax desnudo. Su descubierta piel permite que mis manos exploren los relieves de su espalda, la suavidad de su cuerpo y cada pequeña irregularidad tan bien conocidas por mí me llenan de deseo, este cuerpo que es tan mío como yo de él, me excita hasta la locura.

Dejo que mis manos sigan recorriéndolo y de esta manera subo por su ancha espalda hasta llegar a su cuello, en donde una de ellas se queda enganchada y la otra avanza hasta llegar a su húmedo cabello.

Gotitas de agua caen sobre mi frente y su delicioso aroma a su jabón invade mi nariz, mientras mi gusto sigue embriagándose con su sabor. Esto me recuerda que acaba de salir de la ducha y que yo debería de haberla tomado con él.

Mi cabeza está repleta de él. Todos mis pensamientos están dirigidos a este magnífico hombre que me está dejando sin aliento y del cual deseo más que solo un beso.

Su mano me toma con fuerza del cabello separándome bruscamente de él, con la otra apoyada a lado de mi cabeza incrementa la distancia entre nosotros, veo el fuego que arde en sus profundos ojos cafés y que desea consumirme y al cual no me resistiré. Sonríe molesto y mueve su cabeza de un lado a otro y noto como su autocontrol apaga la llamarada recién encendida.

— ¡Carajo Akihito! —Está molesto —Tengo que ir a trabajar —me reprocha.

Al terminar su frase se pone de pie y parece muy indignado por mi comportamiento. ¿Por qué se enoja? ¿Yo qué hice?

—De verdad ¿tienes que ir? —pregunto con la esperanza de que diga que no.

—Sí. Alguien tiene que trabajar. Tengo que mantener a cierta persona que vegeta en mi casa —y su sonrisa se hace más natural.

—Pues no se de quien hablas —contesto ofendido —yo trabajo para pagar mis gastos, además si acepte vivir temporalmente aquí es porque me preocupa que cierta persona viviera solo de alcohol y cigarrillos —contraataco —y cuando yo quiera me puedo regresar a mi departamento —termino de argumentar.

Su sonrisa se vuelve una carcajada, verlo así en plena manifestación de felicidad me parece tan irreal.

—Pero hasta ahora estoy tan sano que puedo ser la envidia de muchos —me debate.

—Y no tengo idea de cómo lo has logrado —contesto con la curiosidad en mi rostro —has sobrevivido por gracia divina — y me rio por mi comentario.

—Ok, como digas —sonríe y me da por mi lado —Deberías de pararte y acompañarme al trabajo — me sugiere.

Esta frente al closet sacando un traje negro para variar, yo estoy embobado viendo su espalda desnuda y su cadera medio descubierta ya que su pants esta de lado.

—No gracias, quiero descansar, después de todo por lo que he pasado, creo que me lo merezco.

Me acomodo la almohada y me cubro bien con el edredón. Al moverme siento que una parte de mi cuerpo grita pidiendo ayuda y ha logrado hacerme consciente de ello.

—Eres un flojo —. Sentencia mientras saca su camisa blanca —. Tengo una duda ¿cómo lidiaras con el problema que se asoma de entre tus piernas? —sus libidinosos ojos descienden por mi cuerpo y se detiene al nivel de mi cintura.

Siento como la sangre se acumula y mi reacción es apretar las piernas, haciéndome más notable la dolorosa erección que requiere de mi atención.

Asami me mira con su sonrisa socarrona y no me agrada.

— ¿Tú crees que en el directorio haya algún servicio a domicilio para ayudar con estos problemas? —lo digo inocentemente mientras me muerdo el labio inferior.

— ¿En serio me lo estás preguntando? —lo logre su estúpida sonrisita a cambiado por una fina línea y su ceja se eleva instándome a contestar.

—Tienes razón. Mejor busco en internet —cambio mi sugerencia y esta parece agradarle menos que la anterior —por cierto ¿cuánto mides? Creo que podrían preguntarme algunas características, aunque la verdad no se mucho al respecto, pero nunca es tarde para aprender.

Termino de hablar y me estoy mordiendo el labio para no partirme de la risa al ver su rostro enfadado. Sigo su seguro caminar por la habitación hasta que se detiene a mi lado, en ningún momento su mirada se separo de la mía, la cual he sostenido firmemente.

Se sienta a mi lado y su mano sostiene mi rostro evitándome ignorar su furiosa mirada.

— ¡Jamás Takaba! —Me habla con su tono fuerte de voz, ese que usa cuando desea que no olvide nada de lo que dice — Escúchame bien jamás voy a dejar que alguien más te vuelva a tocar, yo soy tu dueño y solo yo puedo tocarte, solo yo puedo tomarte ¿entiendes Takaba? —Su posesiva frase me ha helado —Nadie que no sea yo volverá a tocarte, tú eres solo mío y te cuidare como el tesoro más preciado que tengo —Sus fríos ojos analizan mi reacción.

Estoy contento de escucharlo decir eso, me hace el hombre más feliz en el mundo saber que este hombre me ame de esa manera. Sin embargo una frase revolotea en mi cabeza: “que alguien más te vuelva a tocar”, tristemente mi cuerpo ha sido usado por varias personas, no puedo decir que solo he sido de Asami, y aunque esto me entristece y sé que a él también le lastima, sin embargo sí puedo decir que solo él me ha hecho el amor. Y deseo que me lo haga ahora, lo anhelo tanto, es como si hubieran pasado años desde la última vez que lo sentí en mí.

La furia de su mirada y la oscura energía que emana me atemorizan pero no lo suficiente para detener mis brazos que se han abalanzado sobre él.

Mi boca busca desesperadamente esos labios serios y él no solo permite el acercamiento sino lo acelera. El fuego antes casi sofocado ahora está siendo avivado por mí calor y el parece estar satisfecho. Mi mano traviesa busca su pantalón, al encontrar la entrada a esa parte que tanto deseo, viajo por los pliegues de esta prenda buscando mi objetivo. Ahora el único obstáculo que se interpone entre mi deseo y el poder satisfacerlo es una prenda de la cual estoy por deshacerme. Mi mano se detiene para tocar el palpitante miembro que busca ser liberado.

Un gruñido escapa de la boca de mi yakuza y esto me excita más. Empujo a mi hombre sobre la cama, sin embargo el me aferra a su cuerpo, desea mantenerme pegado a él y no me resisto a ello, su boca me toma de nuevo y me dejo llevar por su deseo de poseerme.

Yo busco retirar todos los estorbos que me impiden tocar su firme erección, pero el yakuza desea tomar el control en nuestro juego y aun cuando no quería permitirlo, lo dejo y apresuradamente soy despojado de mi bóxer, el cual era la única prenda que usaba.

Mi espalda descansa plácidamente sobre la suave cama y Asami está en medio de mis piernas. Su lengua experta se mueve por mi pene.

—Ah ah ah ah — mis jadeos eran fuertes— ¡métetela completa! —grite mientras mis manos jalaban el cabello del yakuza. 

— ¿Me estas ordenando? —Pregunta serio.

— ¡Mierda sí! —conteste eufórico.

Una fuerte palmada sobre mi pierna me asusto y dejo escapar un grito y busco con la mirada el rostro del yakuza.

— ¿Creo que note escuche bien? —me pregunta y aun cuando su rostro es serio, sus ojos me dicen que está jugando.

—Por favor, métetela —pedí mansamente.

¿Pedí? Yo sería capaz de rogarle al muy desgraciado y él lo sabe por eso se engrándese.

—Sí, eso creí haber escuchado —su sonrisa burlona se hace presente.

Y para cumplir con mi petición, lentamente mete mi pene en su boca, su mágica lengua se mueve, junto con su boca que entra y sale con una delirante cadencia. Asami es un maldito dios en esto y mi cuerpo lo agradece.

—Ah ah ah ah— cada vez me acerco más al cielo, mi maldito dios me está llevando con él.

Sus dedos se sumergen en mi ardiente interior, moviéndose a la par de su boca, las oleadas de placer son tan insoportables.

Su ritmo aumentaba la velocidad y estaba cerca de llegar al orgasmo casi podía acariciarlo con las yemas de los dedos.

—Ah ah —mis jadeos eran más fuertes y constantes.

Una de mis manos se detenía de su cabello bañado en sudor y la otra estaba apretando su hombro con tanta fuerza que no sé cómo no gritaba.

— ¡Ahhhhhhhhhh! —con un último grito de satisfacción avise mi llegada al séptimo cielo al cual mi dios me había elevado.

Cierro los ojos, dejo caer mi cabeza hacia atrás y arqueo la espalda mientras un escalofrío me recorre el cuerpo, con leves sacudidas expulso todo mi semen y la boca de mí dios lo consume como si fuera su ambrosia, como si de ella dependiera su existencia.

Mi respiración agitada comienza a normalizarse, recobro mi postura relajada, abro los ojos y busco con la mirada el rostro de aquel que me ha dejado tocar el cielo con las manos, y espero ver sus ojos oscuros llenos de lujuria y deseo carnal, invitándome a un segundo encuentro de placer. Al bajar la mirada mi alma cae desde el paraíso hasta lo más profundo del infierno, con una sola imagen en la mente.

Tal parece que tanta felicidad y placer debe ser castigado. Aquellos hermosos ojos cafés que tanto me cautivan y que esperaba encontrar devolviéndome la mirada, no están, han sido sustituidos por un antifaz de piel negra, la deliciosa boca con la que quería deleitarme fue cambiada por unos labios delgados y rosados, y el enorme cuerpo de piel morena desapareció dejando en su lugar un cuerpecito pequeño y delgado de piel pálida.

El que me había hecho la felación no había sido Asami, todo había sido un sueño. Mire a mi alrededor y la triste realidad me golpeo una vez más, no estaba en el pent-house de Asami, seguía enjaulado en la casa de Henry Smith y aquel que pensé que era mi yakuza, en realidad era la mascota de mi carcelero.   

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Ya que todos deseaban que Asami regresara, decidí traerlo del más allá solo por ustedes y espero que haya satisfecho sus deseo de saber de él :)