Hojas de otoño. Capítulo 2.

¿Cómo despertar?

Sentí un par de manos que me sacaban de la profundidad del mar en el que me he sumergido y en el que la bañera se ha convertido. Esas pequeñas manos salvadoras me despertaron de ese oscuro recuerdo en el que estaba atrapado. En cuanto abrí los ojos descubrí la cara de este ángel que me miraba asustada mientras su voz me llamaba a gritos.

— ¡Takaba! ¡No! — Mary me miraba muy preocupada.

Yo respondí a sus gritos tomando una gran bocanada de aire ¿Cuánto tiempo había pasado sumergido? ¿Por qué no me di cuenta de la necesidad que tenía por respirar? O ¿Acaso ya no quiero responder a ese instinto de sobrevivencia?

— ¡Takaba! — Respira por favor —su urgencia por que le obedeciera era muy evidente.

Mi respiración se hizo continua pero acelerada.

— ¿Por qué? Esta no es la manera de resolver las cosas —Me regañaba mientras mantenía la parte superior de mi cuerpo fuera de la tina.

Yo la miraba sorprendido ¿A qué venía ese deseo de mantenerme con vida? ¿A ella que más le da dejarme morir?

—Ya suéltame —me queje y recuperaba la regularidad de mi respiración.

—Quitarse la vida no resuelve los problemas —me dijo y poco a poco ella también recobraba la calma.

—Yo no intentaba suicidarme —le conteste y lentamente me puse de pie —yo solo… —yo solo ¿Qué? ¿Qué estaba haciendo? ¿En realidad no deseo morir?

— ¿Entonces? —su pregunta parecía secundar mis pensamientos. Me tendió una toalla blanca.

—Yo… No sé lo que quiero —conteste honestamente.

Tal vez morir sea lo que realmente necesito.

Mary me ofreció su mano para ayudarme a salir de la tina. Comencé a frotar mi cuerpo con la toalla y ella paso otra más por mi cabello, tal como lo hacía mi madre cuando era pequeño. Ella y mi padre deben de pensar que estoy trabajando en Japón.

Mis padres, ha pasado mucho tiempo desde que fui a visitarlos y ahora en esta situación ni siquiera estoy seguro de poder volver a verlos o escuchar a mi madre con sus charlas de los programas de televisión de moda, a mi padre con sus reflexiones sobre cómo va su equipo favorito y todo su análisis de lo mal que esta la federación de deportes y claro su constante acoso sobre mi solitaria vida amorosa… Vida amorosa, antes les escondía esta parte de mi vida, primero porque no creo que les agrade que su hijo este saliendo con un hombre, segundo que este sea mucho mayor que yo y tercero que este hombre sea un yakuza, este último es como la cerecita del pastel. Pero si por alguna extraña razón los pudiera ver ahora, no tendría que mentirles ya que esa persona no existe, ni en mi vida, ni en la realidad. Ahora forma parte de mi pasado o de un hermoso sueño; sí, un sueño que disfrute desde nuestro extraño comienzo hasta el momento que dijo “Te amo” y que después fue destruido tornándolo en una horrible pesadilla de la cual deseo despertar y no sé cómo hacerlo.

Tal vez la única manera de despertar sea dando ese pequeño paso, en el que la vida deja de ser importante y te entregas a ese misterio que es la muerte.

La muerte suena tan dulce y gratificante, puedo notar cómo me extiende la mano seductoramente para que la acompañe y me siento muy tentado aceptarla.

—Vamos te resfriaras, si sigues desnudo —Mary interviene en mis oscuros pensamientos.

La sigo hasta la habitación, ella ha arreglado la cama, y sobre esta descansa mi cambio de ropa. Miro sin sorprenderme mi uniforme presidiario, es solo una camiseta y pantalón blanco, justo como lo es mi vida ahora, blanca, ausente de color o de alguna motivación.

Antes mi vida era de colores, justo antes de conocer a ese Yakuza, yo me dejaba llevar por las emociones del trabajo, a veces feliz de correr detrás de algún famoso político, en otras ocasiones molesto por no conseguir la foto que necesitaba pero siempre motivado por mi trabajo, después conocí a Asami y todo se torno rojo como la pasión que desbordaba, como la sangre que se derrama cada que un disparo corta el aire y da en su objetivo o como el amor. Definitivamente mi vida con él era roja, como el amor que siento y que habita mi corazón y que lo mantiene palpitando aun cuando él ya no está aquí.  Mi corazón aun no se resigna a perder aquel intruso que lo invadió y estoy seguro que donde sea que él este, está pasando por lo mismo que yo.

Para bien o para mal estábamos unidos por un lazo de amor cubierto por pasión y lujuria que súbitamente fue cortado pero que los cabos buscan unirse de algún modo.     

   —Toma —al terminar de vestirme me pasa una charola con mi desayuno.

La verdad el apetito me abandono desde mi llegada a esta jaula.

Ensarto un poco de fruta en mi tenedor y la llevo a mi boca, mastico lentamente y la trago sin ánimo.

— Está rica ¿verdad? —No tengo idea de que se refiere, junto con mi apetito se ha ido mi gusto.

Como un poco de pan y huevo. Tomo el jugo de zanahoria que me ha llevado y le regreso la charola con más de la mitad de la comida.

—Un poco más por favor —Mary me suplica.

—No, a menos que desees que te regrese todo —la amenazo y sabe muy bien que si intento meter algo más a mi estomago terminara por sacarlo todo. Durante la primera semana casi no comía, esto es un gran avance.

—Está bien en la comida harás un mayor esfuerzo —me pide y yo asiento, con tal de que me deje en paz —. El señor Smith dice que en cuanto te portes mejor te dejara salir al jardín —parece tan feliz por esta idea.

Mary me parece una chica con mucha fuerza e intenta transmitírmela pero simplemente no deseo ser fuerte, ya que eso involucra que acepte la verdad para así superarla y salir adelante, y eso es algo que no quiero hacer.

— ¿Quieres descansar un poco? —me pregunta y me mira con cierta lastima —eso te ayudara —y supongo que se refiere al terrible aspecto que tengo.

Acepto su oferta y jala las cobijas de una de la esquinas de la cama, me acomodo y ella gentilmente me arropa.

Al mirarla noto su mirada cariñosa.

—Sé que lo extrañas y si deseas desahogarte de nuevo puedes contar conmigo — su voz suena fuerte y segura.

No contesto y solo cierro los ojos, ella se acerca y me da un beso en la mejilla, escucho sus pasos alejarse y salir de la habitación. Me temo que el último ofrecimiento no ocurrirá de nuevo.

  La calidez de sus labios aun está en mi mejilla y es inevitable que mi mente viaje a esa noche…

Habían pasado solo unos días desde que llegue a esta casa y fui encerrado en esta habitación.

Se había oscurecido y esperaba con miedo la entrada de mi violento carcelero. Todas las noches, sin excepción llegaba y me tomaba violentamente, solo me dejaba tranquilo cuando ya estaba satisfecho.

Caminaba de un lado a otro de la habitación mientras fumaba un cigarrillo y me dedicaba molestas miradas por mis constantes sollozos, y es que en mi continuo llanto siempre salía a relucir el nombre de Asami, siempre lo llamaba y aunque sé que no me escuchaba, esperaba que por arte de magia apareciera, como siempre que lo hacía cuando estaba en peligro… mi eterno salvador; por esta razón terminaba golpeándome hasta que se cansaba y en muchas de las ocasiones termine inconsciente.

—Joven Takaba —Mary entro y me busco con la mirada.

Yo estaba hecho ovillo aun lado de la cama. Ella me miro preocupada.

— ¿Se encuentra bien? —me pregunto, yo no conteste.

Ella se me acerco apresuradamente, sin querer había iniciado a llorar.

—Cálmese joven Takaba —me tendió un pañuelo —hoy no vendrá el señor Smith —me dio una palmadita en la espalda —eso es lo que venía avisarle.

Esa noticia me animo un poco.

—No sé, qué es lo que le pasa joven pero seguro lo superara, ya lo verá —hablo muy segura.

— ¿Cómo podría superarlo? —Conteste enojado — ¿Cómo superas la muerte del amor de tu vida? —le reproche.

—Lo siento, no tenía ni idea —contesto apenada por su comentario.

Mi llanto se hizo mayor.

—Por favor perdóneme —se acerco a mí y me abrazo.

Esta actitud me tomo por sorpresa y sentir la tibieza de sus brazos acompañada de un sentimiento de amabilidad me hicieron corresponderla. La abrace fuerte y llore. Hacía tanto que no sentía el afecto de alguien, no eran los fuertes y protectores brazos que deseaba pero estas delicadas manitas me mostraban la amabilidad que hacia tanto esperaba.

—Llore, joven eso es bueno para el alma, llore todo lo que necesite ahora que puede hacerlo —me abrazo más fuerte y acaricio mi espalda —yo también sé lo que es perder a alguien amado en manos del Sr. Smith —su confesión me sorprendió y la mire con la pregunta en los ojos —ahora no es el momento —contesto adivinando mi cuestionamiento.

Durante los siguientes días ella fue mi paño de lágrimas. Conforme pasaba el tiempo ella se preocupaba más por mí y lo notaba. Después de casi 8 días de mi llegada, Smith volvió a ausentarse, por lo que Mary me visito por la noche para charlar.

— ¿Cómo se siente joven Takaba? —me pregunto al tiempo que se sentaba en la cama a un lado mío, como siempre aun vestía su uniforme de sirvienta.

—Igual que siempre —conteste con desgano.

—Lo entiendo, es difícil superar las perdidas y más la de su amado —me consoló —el Sr. Smith no vendrá esta noche ni la siguiente al parecer tuvo que hacer un viaje de trabajo —me conto muy feliz —por lo que pensé que tal vez le gustaría acompañarme.

Saco de debajo de su mandil una botella de vino y la agito frente a mí.

—Dicen que esto ayuda a olvidar las penas —me explico.

Saco dos copas de su mandil y me ofreció una. Yo la acepte, como sea ya no había alguien a quien le importara mi poca tolerancia al alcohol.

Comenzamos a beber de manera indiscriminada, después de una hora de haber iniciado nuestro desahogo, mi mente se vio atormentada por las imágenes de Asami antes de la explosión y durante esta. ¿Cómo mi mente me podía torturar de esta manera tan cruel?

Inevitablemente mis eternas compañeras desde lo ocurrido aparecieron esa noche para variar. Mary al verme llorar me abrazo fuerte. Allí estaban de nuevo esas cálidas manos, reconfortándome, tratando de aminorar mi dolor que conforme pasaba el tiempo aumentaba cada vez más.

Estaba mareado y deprimido, por más que intentaba no pensar en esa noche… No podía, simplemente era imposible.

—Lo veo cada que cierro los ojos —dije entre sollozos —. Su última mirada, llena de furia y miedo dirigida a Henry y a mí. No puedo sacarlo de mi mente Mary, lo extraño —. Mi llanto me ciega y mi dolor me impide seguir hablando.

—Lo sé joven —sus manos me acarician la cabeza suavemente.

Pasan unos minutos y poco a poco mis lágrimas disminuyen. Mary separa su cuerpo ligeramente del mío, me mira y pone sus manos en mis mejillas, noto su calidez y la suavidad de su piel.

Los dos estamos sentados en la cama uno frente al otro y en un audaz movimiento los labios de Mary se han postrado en los mío, se mueven lentamente, dejo que continúe, y su lengua suavemente se va deslizando, en búsqueda de la mía, estoy impactado, no sé ¿qué hacer? o ¿cómo reaccionar? Logró despertar de mi aturdimiento y pongo mis manos en sus hombros para alejarla de mí.

—No Mary —musito mientras ella se sonroja —yo no pudo dejar que esto pase — ¿qué no se da cuenta en el estado que me encuentro? —No puedo corresponderte —y me cubro la cara con mis manos —yo aún lo amo.

—Lo sé —me replica —no te estoy pidiendo que lo olvides, solo deseo ayudarte a sentirte mejor —su razonamiento no es lógico —piensa que soy él — ¿Cómo? ¿Qué está diciendo? —solo relájate y déjate llevar.

—No yo…

Pero antes de que pueda decir algo más, ella me empuja en la cama, al tiempo que se posiciona sobre mí. Sus manos buscan el final de mi playera y su boca besa mi cuello de manera urgida. Intento alejarla, sin embargo sus manos son rápidas y ya han desnudado mi pecho. Sus labios van besando mi maltratado cuerpo. Sus manos siguen explorándome, y ahora bajan por mi cintura, su tacto es amable, hasta podría decir cariñoso, algo que hace varios días no siento, algo que mi cuerpo ha anhelado. Las vehementes caricias hacen que mi mente se nuble y olvide por un momento los terribles tratos de Henry.

Ella sigue moviéndose por mi cuerpo y sus manos han tomado mi miembro que iba despertando lentamente, bajo mis pantalones y me miro antes de seguir. Puse mis manos en sus hombros tratando de quitarla pero ella se pego a mi cintura, su mirada se dirigió a mí y me miro seductoramente al tiempo que pasaba su lengua por sus labios mojándolos, los separo ligeramente y se acerco a mi pene, lo miro un segundo antes de meterlo por completo en su boca. Esa sensación era tan satisfactoria, sus movimientos iniciaron lentos, saboreándome y disfrutándolo tanto como yo, su lengua acariciaba mientras con los dientes rosaba toda la envergadura de mi miembro ya despierto y que agradecía esta atención.

Mi cabeza estaba vaciándose, todo el dolor que me aquejaba estaba siendo opacado por el placer, mi corazón latía apresuradamente y la sangre se agolpaba en mi miembro, el calor me sonrojaba, mi respiración era rápida y mi deseo de correrme me sobrepasaba, por fin desde hace mucho estaba dejándome llevar por esta situación, con Henry siempre trataba de controlarme y no dejar que me viera deseoso de más pero, ella no era Henry.

Ella chupaba y succionaba con gran habilidad elevándome y alejándome del infierno que habitaba, con sus continuos movimientos me hizo correrme, no deseaba hacerlo en su boca pero no lo pude evitar. Mary trago todo lo que pudo y un poco de mi semen se escurrió por una de sus comisuras. Se había portado tan bien que no podía dejarla así. Me acerque a su sonrojado rostro y limpie el líquido que corría por su barbilla con mi lengua.  Se sorprendió de mí actuar pero no me alejo. Pasos sus manos por detrás de mi nuca y las entrelazo, yo seguí besando y lamiendo su cuerpo.

Desamarre su mandil y lo quite, baje el cierre de su vestido dejándolo aún lado, pude ver su delicado cuerpo decorado solamente por un sostén de encaje negro y sus bragas, la tome entre mis brazos y la posicione sobre la cama, su cara estaba deseosa de que siguiera y yo estaba lejos de querer detenerme.

Bese cariñosamente su frente y baje por una vereda de pequeños besos por toda su mejilla y por su cicatriz que al parecer le causaba vergüenza pues sentí como se tensaba cuando me detenía en ella, sin embargo se calmo al percatarse de que continuaba con mi camino hasta llegar a su boca, en la que me fundí con ella en un largo y dulce beso, sus labios apresurados y los míos se coordinaban de maravilla mientras nuestras lenguas parecían bailar al compás de un vals. Mis manos se movían por sus pechos, estrujaba y acariciaba sus senos, me separe para tomar aire y aproveche para liberar su cuerpo de esas prendas que mantenían ocultas esas joyas dignas de la realeza.       

Mi boca se detuvo en uno de sus senos para besarlo y jugar con él, chupe y mordí su pezón y ella emitió un fuerte gemido, al poco rato de mis atenciones sus pezones estaba hinchados. Mis manos bajaron por sus caderas, tome el resorte de sus bragas y las retire por completo. Por fin estaba a mi vista y alcance la parte de su cuerpo que más viva y ardiente estaba. Mi mano se abrió paso por su entrepierna y con dos de mis dedos explore esos labios ya húmedos, ella me agradeció aumentando la velocidad de su respiración y dejándome escuchar sus gemidos de placer. Seguí invadiéndola con mis dedos y preparándola para mí. Su cuerpo estaba completamente bañado en sudor igual que el mío.

— ¿Lista? —pregunte.

—Sí hazlo por favor —me contesto.

Deslice mi pene por su lubricada entrada, esta sensación hacia tanto que no la sentía, antes era lo que siempre buscaba en un fin de semana con mis amigos pero hacía tanto que la había cambiado por otro tipo de placer…

Me moví lento al principio, para ir aumentando la velocidad de mis penetraciones conforme ella me lo permitía.

 Mary jadeaba y gemía cada vez más fuerte y yo disfrutaba con la presión alrededor de mi miembro, era placentero sentirla a mí alrededor, apretándome, haciendo que la fricción fuera mayor, despertando y alimentando cada una de mis terminaciones nerviosas.  Seguí con el vaivén de las penetraciones y con ella gritándome.

— ¡Takaba! —sentí como se venía, mientras me apretaba más fuerte y yo llegaba más profundo para lograr explotar en un cielo lejano de mi realidad.

Los dos estábamos jadeando. Me tire sobre ella combinando nuestras esencias y fragancias, haciéndonos uno. Emparejando nuestras respiraciones.

Descanse un poco antes de salirme de ella. Cerré los ojos, sentí como mi respiración disminuía poco a poco. Sus labios se apoderaron de mi boca, respondí a este gesto y nos envolvimos en un delicioso juego de de caricias. Mientras me dejaba llevar por este segundo asalto de lujuria mi mente se vio golpeada por un recuerdo…

“—No duermas sin pijama, aunque te estés quemando, solo yo puedo ver tu cuerpo —su boca impide que hable —solo yo te puedo tocar —sus manos me estrujan contra su piel —solo yo puedo hacerte gemir de placer —el rose de su miembro eréctil contra el mío me hace jadear —recuérdalo Akihito solo conmigo te puedes sentir así —y mi corazón late desenfrenadamente”.  

La visión de ese hombre desnudo frente a mí reprendiéndome y llevándome a la locura con su tacto brusco y fuerte, ensordeciéndome con su voz grave y furiosa, hipnotizándome con su mirada sería y lasciva, quemando mi cuerpo con su ardiente pasión, impidiendo que piense y haciéndome suyo de todas las maneras posibles.

Esa noche fui complacido por él… él y solamente él me puede satisfacer.

¿Qué había hecho? Me deje llevar y aunque disfrute el momento, esta sensación de vació seguía en mi cuerpo, en mi mente y en mi corazón. Aun necesitaba que esas manos fuertes y de movimientos bruscos sostuvieran mi cuerpo, que mi boca fuera atacada por unos labios carnosos y agresivos mientras su aliento a tabaco y alcohol me invadía, que su avasalladora presencia me abrumara y que su insaciable cuerpo me llenara y que sus violentos movimientos me hicieran gritar…

— ¡Asami! —no pude evitarlo.

El nombre de mi amante que por un largo momento deje de lado ahora salía para recriminarme por mis actos.

Me aleje de Mary y corrí al baño, vi mi reflejo en el espejo, aun estaba sonrojado y sudoroso.

Cerré los ojos y lo escuche:

“¿Ya no tienes calor?”

Hace muy poco el me interrogaba mientras me veía a través del espejo. Justo como ahora. Abrí los ojos muy asustado.

—Asami… yo no quería hacerlo —mi llanto surgió y no lo podía detener.

¿Cuánto tiempo había pasado? Y yo ya lo había engañado. Me siento como una basura ¿qué hice? Me cubrí el rostro y seguí llorando.

 —Por favor cálmate, fue mi culpa —Las manos de Mary me acariciaban la espalda.

Al verla ya traía su vestido puesto.

—No debí…

—Lo sé —su voz era un doloroso murmullo —perdóname.

Lo dijo antes de salir del baño.

Pase mucho tiempo en el baño y al salir ella ya no estaba, ni ningún rastro de que hubiéramos bebido. Me tire en la cama para dejar que mi llanto fluyera y mi dolor terminara de surgir por completo.

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