¿Quieres ser novio de mi mami? Capítulo 2

Complot

 

Ya ha pasado un año cariño, los niños han crecido mucho, seguimos asistiendo los tres a terapia, eso nos ayudado mucho a hacer más llevadera nuestra separación de hecho se podría decir que ellos lo están haciendo mucho mejor que yo.

—Se que te lo prometí, pero él no verte, el no poder tocarte y sentirte cerca aún me cuesta aceptarlo, pensar que ya no volverás me duele pero créeme me estoy esforzando mucho para que los niños no lo noten, no quiero que se depriman por mi culpa, es mi deber cuidar de ellos y no al revés. Confió que en algunos años podré venirte a visitar y contarte como nos ha ido sin que yo derrame una lágrima, pero ahora siento que aún es muy pronto —me seco las mejillas, coloco el ramo de rosas que te traje, sobre tu tumba, miro por última vez tu lapida, leo el mensaje que me pediste que pusiéramos:

“Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”

Aquí yace un querido hijo, padre de familia

 Y amado esposo.

Cariño no sabes cuánto te extraño, pero por ti y por nuestros hijos seguiré adelante. 

—Es hora de que me vaya, los niños quieren que los lleve al cine, mi madre me hizo favor de ir por ellos a la escuela y de acercármelos al parque donde los recogeré. No me despido por que se que siempre estas con nosotros. Te amo.

Vi a mi madre sentada en una banca del parque, su cabello castaño estaba peinado en una media cola y lucía un pantalón de vestir negro con una blusa verde, su complexión delgada y su rostro cuidado le daban una apariencia joven.

—Llegas tarde —mi madre me reprendió —pasaste al panteón verdad.

—Sí, mañana cumple un año de muerto y quería ir solo, mañana llevare a los niños —se me hizo un nudo en la garganta.

Me miro y supongo que no le gusto lo que veía, me había descuidado, mi peso era bajo y no había cortado mi cabello en meses así que solo lo traía recogido en un chongo mal arreglado, mis ojos estaban ojerosos (pues mientras se acercaba el aniversario luctuoso, más me deprimía y la tristeza me invadía). Hoy vestía unos jeans azules (que antes me entallaban bien pero ahora parecía que me los prestaron) y una playera azul turquesa ajustada con cuello en V.  

—Tranquilo hijo, no es bueno que los niños te vean así —me abrazo para reconfortarme.

—Tienes razón —trate de recomponer mi estado de ánimo, mire a donde se suponía estaban los niños —Karina y los niños.

—Allí estaban —y cuando estaba por ponerme histérico —hijo allí están, con aquel hombre de traje.

—Que susto —mi corazón se había acelerado —voy por ellos, para irnos, o se nos hará tarde.

Me acerque a ellos en silencio y al estar a unos cuantos pasos oí lo que platicaban con este hombre.

—Mi mami es muy bonita —decía Aeryn.

—Sí y también es muy agradable —mi niño complementaba.

—Ándale no quieres ser novio de mi mami —mi niña lo dijo así quitada de la pena.

Me sorprendió a tal grado que casi me da un ataque al oír lo que dijo.

—Niños dejen de molestar al señor —se los dije y él me miro con una gran sonrisa en el rostro. Al verlo me percate de que era muy guapo. 

Se veía de unos 35 años pelo negro con un copete de lado y el resto hacía atrás, su piel era blanca, sus ojos grises, vestía un traje negro con camisa morada y corbata en el mismo color solo que más fuerte, unos brillantes zapatos negros.    

—No te preocupes, tus hermanitos son muy divertidos —su comentario me saco de mis pensamientos.

—No somos sus hermanos, ella es mi mami —el rostro del individuo se torno sorprendido y Eiden se veía un poco molesto por el comentario.

—Enserio ¿ellos son tus hijos? —me cuestiono.

—Sí, así es, lamento si te molestaron, despídanse niños que nos tenemos que ir —me disculpe y los inste a irnos, pues el hombre me veía un poco extraño.

Él se puso de pie para estrecharles la mano.

—Adiós señor —los dos dijeron al mismo tiempo.

—Con su permiso —me despedí.

Les sujete las manos y caminamos hasta donde mi madre.

—Niños por favor cojan sus cosas para irnos —estaba un poco molesto por lo que dijeron pero ya hablaría con ellos en casa.

—Saludaste al joven verdad- me pregunto, mientras los niños cargaban sus mochilas.

—Sí, ¿por qué? —acaso lo conocía mi madre.

—No te acuerdas de ¿quién es? —y mi cerebro intento encontrar una respuesta.

—No —conteste secamente pues no tenía ni la más mínima idea.

—Es el, amigo de tu hermano —puse cara de póker —Jordán Swift —claro, este chico siempre me veía raro, no era muy guapo pero en definitiva los años le habían sentado muy bien.

—Oye disculpa —era Jordán.

Me voltee para mirarlo de frente.

—Dime —lo invite a hablar.

—Les dije a los niños que necesitaba conocerte para tomar una decisión y ya lo hice, acepto —Mis hijos lo vieron muy sorprendidos pero con una enorme sonrisa.

— ¿De qué hablas? —no entendía muy bien el punto.

—Te vi acercarte a la mamá de Lance, mi amigo y lo recordé, tu eres su hermano, Ethan hacía años que no te veía y en cuanto me di cuenta de quien eras mi corazón se aloco por todos esos sentimientos contenidos, solo eso necesito para aceptar niños- y se dirigió a ellos —acepto ser el novio de su mami.

Mi corazón se acelero al escuchar esa declaración y se intensificaron los latidos al escuchar su decisión de ser mi novio. Estaba sonrojado por el coraje que sentí por lo que dijo o será por otra cosa; si recuerdo a este chico fue el único que me hizo dudar sobre juntarme con él que fuera mi esposo.

Y ahora ¿qué hago?

—Que interesante declaración, pero da la casualidad de que yo decido quien sale conmigo —realmente estaba molesto y gire para ver a los niños.

—Los dos a la camioneta —les ordene y al escuchar mi voz firme, agacharon la cabeza y se dirigieron al auto, sin decir nada.

—No les grites a los niños —mi madre me reprendió, y ahora que lo pienso ella no parece sorprendida por lo que escucho, ¿Por qué?

—Lo siento si mis hijos te dijeron alguna tontería pero son cosas de niños —le explique —me tengo que ir…

—Espera vamos a platicar —Jordán me sugirió.

—Lo siento pero…

—Ethan deja que los acompañe además parece caerles bien a los niños —voltee a verlos y efectivamente estaban espiándonos desde la camioneta.

—Pero tal vez el señor tenga cosas que hacer, no me parece bien quitarle su tiempo —o el mío pensé.

—Nada de eso, yo tengo la tarde libre —me sonrió, grandioso que no entiende las indirectas.

—Ves hijo, deja que los acompañe al cine —me insistió, aunque más parecía una orden.

—Está bien —me rendí.

—Perfecto ¿a cuál cine vamos? —me cuestiono.

Le explique la ubicación y me dijo que me seguía en su auto, yo asentí y deje que se fuera.

—Qué casualidad encontrarnos con él, verdad, mamá —lo dije lleno de sarcasmo.

—Sí hijo, una gran casualidad —si como no.

—Mamá, deja de alentar a los niños, yo no quiero a nadie por el momento —y tal vez jamás, la regañe.

—Hijo se que amaste a Andrew pero es tiempo de que te des una segunda oportunidad, aún eres joven y los niños necesitan una figura paterna —lo dijo seriamente.

—No uses a los niños, y no me siento listo para una segunda oportunidad —estaba molesto por como planearon las cosas, bueno ella porque sé que los niños no serían capaces de esto —Nos vemos después.

—Te veo mañana, también iremos al panteón.

—Nos vemos por el medio día es sábado y quiero dejar dormir a los niños un poco más de tiempo —los fines de semana los dejaba que se despertaran hasta tarde en compensación de que los demás días no me daban lata para levantarlos y puntualmente estaban listos.

Me despedí de mi madre y camine hasta la camioneta, con el coraje de lo sucedido y la incertidumbre de lo que sucedería en esta cita no planeada o por lo menos no por mí.

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