Las prisas.
— ¿Qué hora será? —vi la
luz del sol que se colaba entre las cortinas.
Mi amante me rodeaba con
sus fuertes brazos, no veía su rostro pues estaba de espalda a él, pero si
sentía el calor de su cuerpo, su respiración tranquila y acompasada.
—Para que quieres saber, duérmete debe ser
temprano —hable en voz alta sin darme cuenta, seguro lo desperté.
—Tengo que ir a trabajar —lo
dije y trate de deshacer su abrazo.
—Ya sabes que no es
necesario que trabajes —su voz todavía se oía adormilada.
—Y tú sabes que no quiero
ser un mantenido, además me gusta mi trabajo —lo que dije era verdad pero había
una razón más; si dejo de trabajar, él querrá mantenerme aquí como su esposa;
en el fondo de mi corazón se que tarde o temprano se aburrirá de mí y me
botará, cuando eso suceda quiero tener mi trabajo para no deprimirme por
completo.
—Bien, pero nada de salidas
fuera de la ciudad —no deseo pelear así que dejare mi apelación para otro
momento.
Además quiero congratularme
con él, por lo que me portare bien por un tiempo en lo que se le pasa el
coraje.
—Por cierto son las 12:00 —murmuro
en mi oído, un cosquilleo invadió mi cuerpo.
— ¡Queeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
—mi cerebro tardo en procesar la información recibida gracias a como había sido
comunicada.
Es tardísimo y tenía una
cita con el jefe temprano, demonios ¿qué le voy a decir? Con las prisas aparte
al oso que me mantenía abrazado y esté sin pelear había cedido supongo que tuvo
compasión de mi situación.
Me paré de inmediato, pero
ahora era mi cuerpo el que me torturaba y se estaba cobrando los días que
estuve lejos de Asami, no pude mantenerme en pie y caí de rodillas, el dolor
que se expandía desde mi trasero al resto de mi espalda, no dejaba que mis
piernas me sostuvieran, apoye mis manos en el piso note una línea (como un
brazalete) roja que rodeaba mis muñecas, grandioso la corbata me dejo marcas y
ahora como las cubro, hace demasiado calor para usar un suéter.
—Deseas que te cargue y te
bañe —ni en sueños permitiría que eso pasará pues conociéndolo no me dejaría
salir en todo el día.
—Jaja que gracioso, sabes
que tengo que ir a trabajar —y aún consciente de esto permití que mi deseo me
ganará y ahora tengo que asumir las consecuencias —no sé porque deje que me lo
hicieras tantas veces.
—Pero si tú lo estabas
disfrutando, hasta me suplicaste por más, yo te lo hacía lento para no tener
que repetir —su voz llena de sorna delataba su comentario burlón.
Recordé lo mucho que
deseaba tener Asami en mí y todo lo que tuve que soportar para lograr mi
cometido.
—Mejor regresa aquí y
disfrutamos lo que resta del día juntos —hizo a un lado la sabana permitiéndome
ver su delicioso cuerpo me sonroje al darme cuenta de mi pensamiento y él se
percató de mi reacción —o ¿quieres que vaya por ti? —su voz me dejaba claro que
no me dejaría salir.
—No, ya te dije que tengo
que ir a trabajar —pero mi argumento no lo convencía se notaba en su rostro
serio.
—El comenzó a moverse para
ponerse de pie; con toda la fuerza que me es posible juntar me paré y corrí al
baño, en cuanto entre cerré y puse el seguro.
—No te comportes como un
niño y abre- su voz sonaba tranquila hasta un poco divertida.
—No vete, me voy a bañar
para irme a la agencia —mi voz se oía un poco insegura, pues todavía no lograba
ver como lograría salir de allí.
—En serio me vas hacer
forzar la cerradura —su voz ya transmitía la irritación de la cual estaba
siendo preso.
Escuché como se desplazaba
por la habitación, mi curiosidad se despertó ¿Qué estaría haciendo?
No aguante más y abrí muy despacio
la puerta, sentí como mi corazón se caía.
— ¡Maldita sea Asami!, baja eso y sácala de la
habitación, sabes que odio esas cosas, ¿por qué la tienes en la recamara?, llévatela
déjala lo más lejos de mi —mi corazón latía de manera desenfrenada por el susto
que me llevé.
El yakuza apuntaba con un
arma, el pomo de la puerta del baño, debí pensar que haría algo así.
—Por favor aléjala de mi
—le suplique, su rostro por un momento me dejo ver su arrepentimiento.
El solo ver un arma cerca
de mí me recordaba por todo lo que pase con Feilong y aun que tuvo un final
feliz, todavía no superaba mi fobia por las armas.
Asami le puso el seguro y
la guardo en un cajón del buro, yo lo observaba con un poco de resentimiento.
El se dirigió a mí y me
abrazo, duramos varios minutos de esta manera, después me cargo y me llevo a la
cama. Levanto mi rostro pues yo estaba agachado y posó sus labios muy
suavemente en los míos, poco a poco los míos se abrieron para permitir la
intromisión de su lengua, con movimientos dulces tocaba mis labios y jugueteaba
con la mía, fue tan tierno su beso que me permití que sus manos se movieran por
mi cuerpo alocando cada una de mis células.
Mi cerebro me decía que
estaba olvidando algo importante, pero que era. Asami tocaba mis pezones
mientras me besaba el cuello, el frenesí se apoderaba de mi cuerpo y en un
movimiento brusco que realice un rayo de sol que se colaba por las cortinas me dio
directo en los ojos, los cerré inmediatamente, fue como el flash de la cámara
al tomar una foto; ¿foto?... mi cerebro intentaba decirme algo pero el calor
que aumentaba no permitía que lo hiciera... ¡Foto!
Es verdad mi cita con el
Jefe, reuní mi fuerza de voluntad y empuje a mi amante; esté me miro directo a
los ojos y se veía frustrado.
—Por favor Asami tengo que
ir a trabajar —rogaría con tal de que me dejará ir.
— ¿Por qué tanto interés en
irte? o ¿qué acaso alguien te espera? —estaba molesto y se notaba.
—Pues claro o ¿Por qué
tendría tanta prisa?... —la tensión en su cuerpo y la repentina presión de su
mano en mi barbilla, evitando que me volteará no me permitieron terminar de
explicarle.
—Así ¿quién te espera? —sus
celos de nuevo, como si yo tuviera amantes por doquier.
Sus ojos me traspasaban como
si fueran un laser que puede ver y estudiar mi alma, me sentí desnudo y no precisamente
del cuerpo.
—Mi jefe quien más, tengo
una cita con él para hablar de mi siguiente trabajo —o eso era lo que yo
suponía —su mirada seguirá escaneando mi alma y tras tomar una decisión sobre
si mentía o no rompió el silencio.
—Takaba no juegues conmigo
o saldrás perdiendo —su advertencia heló mi cuerpo, lo decía en serio.
Y sin más me liberó.
—Pero quiero que estés de
vuelta temprano y no hagas que mande por ti, a más tardar a las 10:00 p.m. te
debes de estar reportando desde la casa —era peor que los castigos de mis
padres creó que me tengo que portar bien.
—Pero si tú llegas siempre
tarde ¿Por qué yo debo estar antes? —note su expresión de enojo y temí por mi
libertad, ¿por qué no me puedo quedar callado?
—Está bien estaré antes de
las 10:00 lo prometo —dije esto mientras me metía al baño.
Al salir del baño, vi Asami
acostado y con los ojos cerrados, dormía como un bebé, me complacía verlo así
descansando. Me apresuré a preparar el desayuno no quería despertarlo sin
embargo no tuve que decidir, pues el apareció de la nada y se recargo en el
marco de la puerta de la cocina, después se acerco y me abrazo por la espalda.
—Te ibas a ir sin despedir
—susurro en mi oído, odio que lo haga pues me prendé y él lo sabe por eso lo
hace.
—Claro que no —si lo hacia
mi libertad condicional podría terminar aun sin tener un inicio.
—Pues que bueno, me evitas
castigarte —y sonrió, amaba verlo feliz.
Después de un apresurado
desayuno y un largo beso de despedida (el cual tuve que cortar de lo contrario
jamás hubiera salido de mi cárcel.
—Cuídate y ya sabes
temprano —dijo mientras me abría la puerta.
—Sí, sí, temprano —terminé
de calzarme y salí corriendo —solo agite mi mano como despedida.
—No entiendo ¿por qué no
aceptas que te lleve el chófer? —escuche mientras entraba al ascensor y solo moví
la cabeza de un lado a otro para negarme a su recomendación.
Ya afuera del edificio corrí
en dirección a la agencia, si no fui asesinado en la noche me temo que no
tendría tanta suerte cuando me viera mi jefe.
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